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Pandemia amenaza con empujar a más gente hacia las drogas
- El aumento del desempleo y la crisis de oportunidades desatada por la pandemia covid-19 afecta desproporcionadamente a los más pobres y los hace más vulnerables al consumo y tráfico de drogas, advirtió este jueves 25 el informe anual de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
Unos 269 millones de personas consumieron drogas en el mundo en 2018, 30 por ciento más que hace 10 años, y más de 35 millones padecen trastornos por ese consumo, que causa al menos 167 000 muertes anuales, según las cifras de UNODC, la sigla en inglés por la que también se conoce el aorganismo.
Ghada Waly, directora de la agencia, afirmó que “la covid y la recesión económica amenazan con agravar aún más los peligros de las drogas, cuando nuestros sistemas sociales y de salud han sido llevados al límite y nuestras sociedades están luchando para hacerles frente”.
“Los grupos vulnerables y marginados, los jóvenes, las mujeres y los pobres pagan el precio del problema mundial de las drogas”, dijo Waly.
Según el informe, durante el periodo 2000-2018 el consumo de drogas aumentó mucho más rápidamente entre los países en desarrollo que en los industrializados, y los adolescentes y los adultos jóvenes son la mayor parte de los usuarios.
La pobreza, la educación limitada y la marginación social persisten como factores importantes en el flagelo, y los grupos vulnerables y marginados encuentran barreras para obtener servicios de tratamiento debido a la discriminación y el estigma.
El informe cita un estudio en Colombia según el cual consumidores de las clases económicas altas tenían prevalencia en el consumo anual de drogas, mientras que los de estratos bajos tenías las tasas más altas de drogodependencia.
La marihuana fue la sustancia más consumida en el mundo en 2018, por unos 192 millones de personas, mientras que 58 millones consumieron opioides, responsables de dos de cada tres muertes relacionadas con consumo de drogas.
La ONUDD calcula que las discapacidades o muertes prematuras atribuibles al consumo de drogas equivalen a la pérdida de 42 millones de años de vidas humanas.
Más de 11 millones de personas se inyectan drogas, y de ellos 1,4 millones viven con VIH, 5,5 millones con hepatitis C, y 1,2 millones con hepatitis C y VIH.
En cuanto a la producción, el cultivo de la adormidera, base para opiáceos como la heroína, cubre 240 800 hectáreas en 50 países, de las que 84 por ciento están Afganistán, abastecedor de gran parte de los mercados de Europa, Asia y África.
Le siguen Myanmar y Laos, cuya producción se dirige al sureste asiático y Oceanía, y México, Guatemala y Colombia, orientados al mercado americano.
El cultivo de la hoja de coca, base para la cocaína, se extiende sobre 244 200 hectáreas en todo el mundo, 70 por ciento de ellas en Colombia, 20 por ciento en Perú y cerca de 10 por ciento en Bolivia.
La producción de cocaína se ha incrementado pese a la estabilización o reducción de la superficie plantada, debido al mayor rendimiento obtenido por hectárea, y en 2018 alcanzó un máximo histórico de 1723 toneladas, consideradas al 100 por ciento de pureza.
En cuanto al tráfico, los cierres de fronteras dispuestos por muchos Estados en el marco de la lucha contra el covid han dificultado el tránsito de drogas ilícitas y empujan a los consumidores hacia productos distintos, los que también afectan su salud, según la ONUDD.
En países industrializados se mantienen las tasas de prevalencia en el consumo de drogas. En Estados Unidos, por ejemplo, alcanza a 18 por ciento de empleados en las industrias de hostelería y alimentos, 13 por ciento en el sector de entretenimiento, igual porcentaje en gerencia y 11 por ciento en construcción.
Los mercados crecen con el viento a favor del aumento de población y de la urbanización, por ejemplo África para la heroína y el sureste de Asia para la metanfetamina.
Waly dijo que, con la atención mundial centrada en la covid, la cooperación internacional también puede verse como menos prioritaria, lo que facilita la operación de los traficantes.
“Necesitamos que todos los gobiernos muestren una mayor solidaridad y brinden apoyo, sobre todo a los países en desarrollo, para abordar el tráfico ilícito de drogas”, subrayó la responsable.
Esos países también requieren “ofrecer servicios para los trastornos por consumo de drogas y enfermedades relacionadas, para que podamos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, promover la justicia y no dejas a nadie atrás”, concluyó Waly.
A-E/HM
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