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Los socios de Sudán le prometen casi 2000 millones, pero ¿es suficiente?
- Cuando el ministro de Energía y Minería de Sudán, Adil Ibrahim, se dirigió al país para anunciar que los hogares van a enfrentar cortes de electricidad de hasta siete horas diarias, la gente ya había sacado sus sillas fuera para luchar contra temperaturas de hasta 41 grados centígrados, mientras trataba de adquirir ventiladores a batería y así adaptarse a la situación.
Ibrahim achacó la crisis del suministro eléctrico al abandono del país por la crisis de la covid-19 de ingenieros extranjeros que trabajaban en la industria energética local. Pero la situación parece más complicada.
«El gobierno no tiene dinero para comprar la gasolina necesaria…, el país no tiene divisas y las reservas en el Banco Central de Sudán son muy mínimas», reconoció una fuente del Ministerio de Finanzas y Planificación Económica a IPS bajo condición de anonimato.
Este país del noreste de África de 40,3 millones de habitantes apenas está resurgiendo tras poner fin a los 30 años de dictadura de Omar al Bashir, quien fue derrocado por una revolución en abril de 2019.
Actualmente, el gobierno de transición de civiles y militares está demasiado quebrado como para financiar la prometida transición de Sudán, mientras los militares que han dominado el país por medio siglo a través de dictaduras, sigue teniendo un fuerte control.
La Conferencia de la esperanza
Pero el miércoles 25, la Conferencia de Asociación de Sudán, realizada por videoconferencia, prometió 1800 millones de dólares para apoyar al gobierno de transición y facilitar el acceso a préstamos, además de un alivio parcial o total de la deuda externa por parte de algunos países.
La Conferencia, organizada por Alemania, la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea (UE) y Sudán, contó también como contribuyentes con Estados Unidos, Gran Bretaña y varios países del Golfo y África. Las principales figuras de la UE, el gobierno sudanés y el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, participaron en la reunión virtual.
En total, 40 países e instituciones se comprometieron en el respaldo financiero a Sudán, que su primer ministro, Abdallah Hamdok, en el cargo desde agosto de 2019, consideró «sin precedentes».
Pero Shawqi Abdelazim, un veterano periodista en Jartum, dice que la Conferencia no solo tenía objetivos financieros.
«La Conferencia tenía objetivos políticos y puso a Sudán nuevamente en el mapa y señaló su regreso a la comunidad internacional. Muchos países pidieron que Sudán fuera eliminado de la lista de Estados patrocinadores de terrorismo, que es muy importante para la recuperación económica», dijo a IPS el periodista que escribe para diarios sudaneses y alemanes.
Abdelazim agregó que la comunidad internacional respondió a un planteamiento de Jartum: «o trabajan con nosotros para salvar el período de transición o nos dejan enfrentar nuestro propio destino; luchar contra los líderes militares o autoaislarnos en un intento de reconstruir nuestra economía con nuestros modestos medios».
Un informe reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores concluyó que los generales «controlan una extensa red de empresas y mantienen el soporte al Banco Central y al Ministerio de Finanzas para ganar poder político».
El ala civil del gobierno liderado por Hamdok necesita tranquilidad, para consolidar el poder civil y dar paso a elecciones democráticas en tres años, así como para luchar contra el profundo control dentro del Estado del antiguo partido gobernante, el Partido del Congreso Nacional.
La Conferencia dio legitimidad al gobierno civil, dejaron en claro que son solidarios», dijo a IPS el economista Mayada Hassanein.
Pero esto no significa que las nuevas promesas financieras mantendrían a flote al gobierno civil durante mucho tiempo.
«El monto prometido, de 1800 millones es menos de lo que se necesita para las transferencias en efectivo del Ministerio de Finanzas, dentro de un programa de apoyo a las familias”, afirmó
El Ministerio de Finanzas y Planificación Económica había planteado un apoyo de 1900 millones de dólares, tanto solo para el programa de asistencia familiar, destinado a un aporte mensual de solo cinco dólares, para colaborar en sortear la elevación del costo de la vida.
El programa se inspiró en programas exitosos similares en Brasil, pero en el contexto sudanés, podría no funcionar igual de bien.
«Es justo apoyar a las familias vulnerables, pero este dinero se gasta mejor en servicios públicos que pueden proteger a las familias de la volatilidad del mercado. No tiene sentido tener dinero en mi bolsillo si no puedo encontrar medicamentos o llevar a mis hijos a la escuela «, analizó el periodista Abdelazim.
Atrapado en un grave contexto
En el terreno, la realidad es grave. El gobierno de transición no pudo financiar la ambiciosa transición democrática por la que luchó el pueblo sudanés, hasta la Conferencia del miércoles 25.
La deuda externa del país es de 62 000 millones de dólares. Y a pesar de que Estados Unidos puso fin al embargo comercial de 20 años contra Sudán en 2017, las sanciones no se han eliminado por completo.
Sudán se mantiene hasta ahora en la lista de patrocinadores del terrorismo de Washington, lo que bloquea el acceso a financiamiento de las instituciones multilaterales de crédito.
Las cosas parecían auspiciosas en los primeros meses después de la toma de posesión de Hamdok. En octubre, la UE prometió 466 millones de euros en asistencia para el desarrollo y varios países de la UE prometieron fondos para el desarrollo y el apoyo técnico. Pero esto no fue suficiente.
International Crisis Group asegura que los subsidios de combustible han dañado la economía de Sudán. Actualmente absorben 40 por ciento del presupuesto del país. «Como parte de la política de subsidios, los importadores de combustible pueden comprar dólares a un precio muy por debajo del precio de mercado, dejando espacio para la corrupción», explica la organización.
Los economistas locales pintan una imagen parecida, aunque destacan como alentador el acercamiento del gobierno al Fondo Monetario Internacional (FMI).
«Una de las razones por las que Sudán no puede obtener préstamos es su importante deuda, sin embargo, el FMI y el Banco Mundial son una puerta de entrada clara para acceder a fondos internacionales. El FMI ahora está de acuerdo con el gobierno para enviar expertos técnicos para apoyar las reformas”, dijo Abdelazim.
Pero puntualizó que esto no se tradujo en una promesa clara de que va a darle fondos al país.
Los programas de ajuste estructural del FMI obligan a reducir o eliminar los subsidios en forma conjunta y en los últimos meses, un proceso similar está en marcha en el país.
«El gobierno ya levantó los subsidios al combustible”, dijo el periodista. El aumento de la inflación afecta a la población.
Durante el mandato de Al Bashir, los sudaneses sufrieron numerosas guerras (algunas de las cuales solo están en proceso de resolverse), un grave empobrecimiento económico, la opresión de toda disidencia y un deterioro total de todos los aspectos del bienestar.
Su régimen dedicó 70 por ciento del presupuesto al sector militar y de seguridad, dejando muy poco para la atención médica y la educación, que su partido destruyó aún más a través de las políticas de privatización y la rampante corrupción.
Hace unas semanas, el gobierno aumentó el salario mínimo hasta en 700 por ciento para igualar el aumento de la inflación. Sin embargo, la tasa de inflación aumentó de 98,81 a 114,33 por ciento tan solo entre abril y mayo.
El incremento salarial se evaporó por esa escalada de precios, que en el caso de los alimentos básicos subieron entre 200 y 300 por ciento en ese periodo.
En tanto, la libra sudanesa continuó cayendo en picado, cambiándose en el mercado negro a 145 unidades por dólar, frente a la cotización oficial de 55 por dólar.
«Cualquier dinero que le dé a la gente se le evaporará a medida que los precios aumenten debido a la volatilidad. Los dueños de negocios no saben cuánto tendrían que pagar por el alquiler o los productos el próximo mes, tienen que subir sus precios según las expectativas», dijo Abdelazim, quien ha estado trabajando en un documento sobre la conferencia de asociación.
Fuera de Jartum, la situación es aún peor para los sudaneses.
Hanan Hassan, un funcionario que vive en Damazin, en el estado del Nilo Azul, a más de 500 kilómetros Jartum, dijo a IPS que las empresas han aprovechado los aumentos salariales para incrementar sus precios, de manera que han anulado la medida.
«El costo de transporte dentro de la ciudad aumentó en 300 por ciento, los alimentos suben a diario”, comentó, para criticar que las autoridades no controlen la especulación de los comerciantes con los productos básicos.
Mientras tanto, el gobierno se encuentra sin fondos para pagar los salarios o importar alimentos esenciales, y contener así los precios.
Tras la Conferencia del día 25, hay una renovada esperanza de que la comunidad internacional sí está ahora decidida a apoyar a Sudán, aunque esa ayuda llegue tarde para una población extenuada de soportar condiciones muy precarias.
«La revolución de Sudán le dio a la gente de todo el mundo la esperanza de que el cambio pueda ocurrir, es nuestra responsabilidad apoyar este proceso de transición», dijo a IPS el embajador alemán Ulrich Klöckner.
T: MF
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