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Refugiados en México cuentan sus casos a jefe de Acnur
- Apenas horas después de recibir una llamada amenazante de una pandilla que lo había acosado y extorsionado años antes por ser gay, Edgar* puso algo de ropa en una mochila y salió de El Salvador.
Cuando miembros de la familia Martínez fueron atacados por las fuerzas de seguridad en Nicaragua en respuesta por haber participado en las protestas masivas contra el gobierno en 2018, dejaron su pequeño negocio, su hogar y otras propiedades y huyeron.
Josué, Edgar y los Martínez se encuentran entre el número creciente de personas que buscan asilo en México.
El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Filippo Grandi, subrayó durante una visita al país de cuatro días que concluyó el 30 de septiembre, que sus experiencias —de amenazas concretas, extorsión y persecución política— son típicas de las fuerzas que están haciendo que México emerja como destino de asilo.
“Las historias son terribles: violencia, extorsión, violencia de género y violencia contra la comunidad LGTBI”, dijo Grandi durante una conferencia de prensa en Tapachula, una ciudad en el estado sureño de Chiapas, en la frontera con Guatemala.
Chiapas, el estado más pobre del país, es el punto de entrada para la mayoría de los solicitantes de asilo que llegan a México.
“Agradezco a México por brindar la protección urgente que necesitan estas personas”, dijo Grandi.
México tiene una larga tradición como destino para los solicitantes de asilo, tras haber recibido a los españoles que huían de la guerra civil de su país (1936-1939).
También de a quienes huyeron en los años 60 y 70 de las dictaduras en países sudamericanos como Chile, Argentina y Brasil; y, en los años 80 y 90, a quienes huían de los conflictos en América Central.
Mientras Estados Unidos promulga políticas más restrictivas en materia de asilo, un repunte reciente en el número de solicitudes ha devuelto a México a su condición de destino para aquellos que huyen del conflicto y de la persecución, en particular las personas de El Salvador, Honduras y Guatemala, que se encuentran entre los países más violentos del mundo.
Con más de 48.000 solicitudes de asilo presentadas este año hasta la fecha, México vio un aumento de 231% en el número de solicitudes de asilo en comparación con el año pasado.
Tan solo en 2014, el país recibió apenas 2.137 solicitudes, y desde entonces su número ha venido aumentando de manera constante de año en año.
Grandi elogió el trabajo de la Comar, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, pero subrayó que su presupuesto debe aumentar, de la misma forma en que están aumentando las solicitudes de asilo.
“Si la Comar tuviera más recursos, podría hacer su trabajo de manera más eficiente y reducir el tiempo que los solicitantes de asilo deben esperar para que se decida sobre su condición”, dijo en la conferencia de prensa del sábado.
El sábado 28, Grandi asistió a la inauguración del nuevo centro de registro de la Comar en Tapachula, que será fundamental para ayudar a reducir los tiempos de espera, brindándoles a quienes se les reconoce el asilo la oportunidad de volver a empezar rápidamente con sus vidas.
Durante su visita de un día a Tapachula, Grandi se reunió con Josué, el hondureño de 31 años que huyó de las amenazas por su activismo político, y con Édgar, salvadoreño gay de 44 años, que fue intimidado por una de las mortíferas pandillas callejeras que controlan grandes franjas de territorio en todo el país. Ambos están en Tapachula a la espera de decisiones sobre sus solicitudes de asilo.
“Cuando llegué acá, me sentí seguro por primera vez en mucho tiempo”, dijo Josué.
Durante su visita a México, del 27 al 30 de septiembre, su segunda visita al país como alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Grandi también viajó a la ciudad industrial de Saltillo, en el extremo norte, cerca de la frontera con el estado estadounidense deTexas.
Allá, recorrió las instalaciones del fabricante de electrodomésticos Mabe, que fue fundada en 1946 por inmigrantes españoles y actualmente emplea a docenas de refugiados.
Grandi también se reunió con unas familias que participaron en un programa de integración de Acnur, gracias al cual personas refugiadas en los estados del sur de México, donde son menores las perspectivas de trabajo, como Chiapas, se reubican en el próspero norte industrial del país.
Grandi calificó la iniciativa de “fenomenal” y añadió que “no había visto proyectos como estos en muchos otros países”.
Édgar, Josué y la familia Martínez se mostraron interesados en participar en el programa, confiando que les permitiría reiniciar sus vidas de forma segura, en ciudades donde podrían encontrar trabajo para mantenerse a sí mismos y a sus familias.
“Soñamos con que nuestra solicitud de asilo se apruebe y que consigamos empleos para poder ahorrar dinero y comenzar nuevamente con nuestro negocio”, dijo Carla Martínez, de 28 años.
Esta mujer nicaragüense se vio obligada a abandonar el exitoso negocio que tenía con su esposo después de que ambos tomaran parte en las protestas masivas que en 2018 sacudieron su país.
“No queremos ser una carga. Queremos contribuir a México”, dijo.
Este artículo fue publicado originalmente por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
RV: EG
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