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“Para desmitificar la gentrificación hay que dar la vuelta al mundo”
- “Ahora me siento menos sola”, dice una mujer entre el público. Acaba de terminar la proyección del documental Push, que explica las fuerzas detrás de la gentrificación, las mismas fuerzas que lo han convertido en un fenómeno global. “Ahora entiendo que no es mi culpa no poder costear el lugar donde vivo”, añade.
Fredrik Gertten, el galardonado documentalista, asegura en entrevista para Pie de Página que reacciones como esta son normales después de la proyección de su más reciente película. La señora que habla vive en el barrio de Xoco, en Ciudad de México, que solía ser una zona de casas y que en los últimos años dio paso a un desarrollo inmobiliario desmedido de torres de departamento masivas.
“Cuando he estado presentando esta película, en todos lados del mundo, mucha gente viene a mí y dice lo mismo, porque el estrés es tan fuerte que cuando sale este patrón global, la gente entiende que no está tan sola. Eso te da una imagen diferente”, explica Gertten.
El filme acompaña el viaje de Leilani Farah, relatora especial de Naciones Unidas sobre la vivienda adecuada, alrededor del mundo. En su travesía, Leilani se interna en barrios fantasma, vacíos por los altos precios de la vivienda, cruza departamentos amenazados con ser desalojados para dar paso a construcciones de lujo y retrata la dificultad de miles de personas que ya no pueden ni soñar con comprar una casa.
Durante la travesía, escuchamos los testimonios de la socióloga Saskia Sassen, del Nobel en Economía, Joseph Stiglitz, y del especialista en lavado de dinero Roberto Saviano.
Estos ayudan a entender los mecanismos de cómo funciona un modelo que extraer valor de algo tan básico para las personas como la vivienda, sin importar dejar a miles en la calle.
Desmitificar el cuento de la gentrificación
“Yo pienso que cuando hablamos de gentrificación, es una palabra muy floja que no sirve mucho, o que sirve para no entender nada”, explica el cineasta.
“Ahora se entiende como que este bar cool es un gentrificador. Un chico que abre un bar en la Roma Norte (un barrio de la capital mexicana) no es el malo. El malo es la gente que está usando su creatividad para extraer un valor”, destaca.
Para reforzar su argumento, Gertten regresa a la idea detrás de otro de sus documentales: Bikes vs Cars.
“Ahí vemos cómo, cuando se crea una ciclovía, cuando una ciudad es más verde, claro que más gente quiere vivir ahí y los precios suben. Yo quiero vivir en una ciudad sostenible, con espacios verdes, gente caminando y bicis. Pero yo quiero que nosotros (como sociedad, como comunidad) nos organicemos para lograrlo, no que otra gente llegue y ¡paf!, extraiga el valor que estamos creando en ello y se lo lleve para volverse más rica. Eso es lo que está detrás”, argumenta.
Poder por medio del entendimiento
De alguna manera, reconoce, su película busca empoderar a la gente a través del entendimiento de un fenómeno que pareciera tan local y tan arraigado a los contextos de cada ciudad que es difícil pensarlo como un fenómeno mundial.
El documentalista –cuya formación inició como periodista y reportero– pone de ejemplo la crisis financiera de 2008. En ese año, los bancos cambiaron el foco a la responsabilidad de Grecia, cuando en realidad deberíamos estar hablando de su responsabilidad en ese fenómeno.
“Ellos crean un idioma y modelos de explicaciones de lo que está pasando en el mundo. Por ejemplo, en el mercado de vivienda. Pensamos que el alza de precios es normal, que es el mercado, la ley de la oferta y la demanda. Eso es su idioma. Yo creo que si nosotros queremos cambiar algo en el mundo, debemos cambiar el lenguaje y tener más gente hablando del asunto en otro idioma”, dice Gertten.
Ese, cree, es el valor en su documental. Rescatar la experiencia de la relatora Leilani Frarah, quien pone el foco en el derecho humano a la vivienda. “Así el lenguaje es más claro, y el pueblo entiende sus derechos mejor y los puede exigir”.
Salirse del bosque para explicar el fenómeno
La idea principal de Push es retratar el fenómeno global de la gentrificación y explicarlo como algo que no se origina de manera local en cada ciudad ¿pero cómo lo logra sin tomar en cuenta las particularidades de cada caso?
“Si estás buscando un patrón, es como si entras en un bosque, hay un montón de árboles, no ves el bosque porque hay un montón de detalles. En la política de vivienda hay tantos detalles, tantos nombres, tantas historias, que al final acabas viendo solo árboles, y no el bosque”, resalta Gertten.
“Cuando saco todo lo que son historias locales, es entonces que puedo empezar a buscar un patrón. Por eso fue necesario viajar por todo el mundo comparando diferentes experiencias”, añade.
El autor nos lleva por ciudades como Barcelona, Milán, Toronto, Valparaíso, Seúl y Upsala, en Suecia. Gertten encontró los hilos en común que empujan los mecanismos financieros que propician que la gente ya no pueda vivir en las ciudades.
“Hay fuerzas que empujan en una dirección y cuando vas de ciudad en ciudad, notas que tienen el mismo problema. También con la vivienda y la especulación. Son las mismas fuerzas, por eso yo creo que vale la pena buscar este patrón antes de entrar en los detalles de quiénes son los malos en cada barrio”, afirma.
El gran responsable
Sin duda, Gertten, a través de sus películas, logró identificar uno de los males y responsables de este tipo trágicos fenómenos mundiales: el capitalismo desmedido sin reglas que llega a un mercado para extraer valores sin producir nada.
“La cosa es que no saben de dónde crecer más dinero. Ya tienen tanto dinero que no saben dónde ponerlo, y la vivienda es un lugar más, al que entran para quedarse 4 o 5 años y después lo van a abandonar. Yo creo que lo que vemos aquí es que hay actores globales, que no operan con su propio dinero, sino con dineros de otros para extraer el valor que generan otros”, dice.
Dice, un tanto sorprendido por sus propias palabras que “cuando estoy con este proyecto, hay gente que me contacta, que tiene mucho dinero de vivienda, y que entiende que este tipo de modelos es demasiado fuerte, que es un capitalismo demasiado brutal”.
“Hay gente capitalista que gusta de ser rica, pero que no le gusta que haya gente muriendo en la calle, que quiere vivir en una sociedad que funciona. Si tú amas el capitalismo, que hay mucha gente que lo hace, entonces entiendes que hay leyes que lo regulan, como que debe de haber una competencia justa. En estos modelos, eso se pierde”, concluye.
Este artículo fue publicado originalmente por Pie de Página, una publicación de la plataforma mexicana Periodistas de A Pie.
RV: EG
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