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Mujeres avanzan en el parlamento brasileño, pero más divididas
- La participación de mujeres en la Cámara de Diputados de Brasil aumentó 50 por ciento en las elecciones de octubre, en un resultado que refleja avances feministas y a la vez un recrudecimiento del antifeminismo.
Serán 77 diputadas en un total de 513 representantes en la próxima legislatura que comenzará en febrero y que acompañará al próximo presidente, Jair Bolsonaro, de extrema derecha, quien asumirá el cargo el 1 de enero.
Ese número representa una pequeña minoría de 15 por ciento, pero también un salto histórico en comparación con la participación en la cámara baja saliente, de 9,9 por ciento, y las proporciones aún menores de legislaturas anteriores.
“Hubo un avance cuantitativo, aunque muy inferior al deseado, considerando que las mujeres suman 51 por ciento de la población brasileña, y otro cualitativo, con el incremento de más de 50 por ciento de diputadas feministas y antirracistas”, resumió a IPS la socióloga Natalia Mori, del Centro Feminista de Estudios y Asesoría (CFMEA).
“Hubo un avance cuantitativo, aunque muy inferior al deseado, considerando que las mujeres suman 51 por ciento de la población brasileña, y otro cualitativo, con el incremento de más de 50 por ciento de diputadas feministas y antirracistas”: Natalia Mori.
En el Senado la situación no cambió tras los comicios legislativos del 7 de octubre, con solo 13 mujeres del total de 81 senadores, mientras habrá una única gobernadora de estado, de los 27 elegidos para el mandato 2019-2022. En las asambleas legislativas estadales la presencia femenina aumentó 37 por ciento, pero sus diputadas solo representan 15,3 por ciento del total.
La mayor presencia femenina no altera la tendencia al incremento de las bancadas conservadoras en la Cámara de Diputados brasileña, según el monitoreo de la actividad legislativa que realiza CFEMEA, una organización no gubernamental fundada en 1989.
“Aumentó el fundamentalismo religioso” y la presencia de los legisladores que defienden el gran sector agropecuario y una política más violenta de seguridad pública, el bloque al que ya se ha pasado a llamar despectivamente como “la bancada BBB” (de Biblia, buey y bala), lamentó Mori.
Lo sucedido en Brasil en no es comparable con los resultados de las elecciones legislativos del 6 de noviembre en Estados Unidos, en que los demócratas recuperaron la mayoría en la Cámara de Representantes, con la elección de muchas mujeres progresistas.
En la nación norteamericana se produjo “una reacción a los límites del sistema político, al ‘trumpismo’ y al racismo”, evaluó Sonia Correa, una de las dos coordinadoras mundiales del Observatorio de Sexualidad y Política, una red internacional de investigadores.
Además de la cantidad récord de diputadas, otro efecto que produjeron en Estados Unidos las nuevas movilizaciones feministas y antirracistas fue la elección de 19 mujeres negras como jueces en el condado de Harris, en el estado de Texas, donde es fuerte el racismo, destacó. Allí también se eligieron los jueces locales en los comicios del 6 de noviembre.
“En Brasil no fue una victoria del feminismo” el gran aumento de mujeres en la Cámara de Diputados, sostuvo Correa, también investigadora de la Asociación Brasileña Interdisciplinaria de Sida (ABIA).
La mayoría de las nuevas diputadas es de derecha, muchas estrechamente vinculadas a Bolsonaro, entre las cuales hay algunas refrendadas por votaciones excepcionales, destacó en diálogo con IPS.
La periodista Joice Hasselmann resultó electa como diputada con 1.078.666 votos, una cifra solo superada por Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente electo, que obtuvo 1.843.735 votos. Ambos del derechista y desde enero gubernamental Partido Social Liberal (PSL), al que pertenece Bolsonaro desde mayo.
Pero la campeona absoluta en cuanto a respaldo fue Janaina Paschoal, con 2.060.786 votos, un récord histórico, que conquistó como legisladora del sureño e industrial estado de São Paulo.
Abogada y profesora de Derecho en la Universidad de São Paulo, es una “productora intelectual del pensamiento conservador, por la familia tradicional y contra el aborto”, según Correa.
Su currículo comprende la coautoría de la acusación que condujo a la destitución por el Senado en 2016 de la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff (2011-2016), del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), por irregularidades fiscales. Ese papel la catapultó como una lideresa de la derecha radical.
Esas mujeres ayudaron al PSL a conquistar 52 escaños en la Cámara de Diputados, entre los cuales nueve para mujeres, cantidad solo superada por el PT, con 56 curules totales y 10 femeninos, respectivamente. En las elecciones legislativas anteriores, en 2014, el PSL obtuvo un único diputado.
Pronto deberá tener la mayor representación parlamentaria, por la atracción del poder. La legislación brasileña permite a parlamentarios transferirse de un partido a otro en algunos casos.
Del parlamento más derechista y religioso, aunque menos masculino, se espera nuevos ataques y retrocesos a derechos como el aborto legal en tres casos: feto anencéfalo, violación sexual y riesgo de muerte para la madre, así como el reconocimiento de parejas homosexuales.
La sexualidad ocupa un lugar central en esa ofensiva de “restauración conservadora”, que Correa identifica en un movimiento mundial que involucra varias religiones, no solo el nuevo pentecostalismo (de confesiones evangélicas), que se destaca por su agresividad en Brasil y llega al poder con Bolsonaro.
Retrocesos en derechos reproductivos y sexuales ganaron fuerza en Brasil desde 2015, por una agenda legislativa impulsada por Eduardo Cunha, un evangélico, como presidente de la Cámara de Diputados, hasta su destitución por la Suprema Corte el 5 de mayo de 2016 seguida de su encarcelamiento por corrupción cinco meses después.
La reacción a las amenazas de amplio retroceso provocó multitudinarias manifestaciones en lo que se conoce como “primavera feminista”, reactivando y ampliando un movimiento que se reflejó en la campaña #Él no, contra Bolsonaro.
Centenares de miles de personas, principalmente mujeres, protestaron en decenas de ciudades contra las declaraciones “machistas, misóginas y racistas” que rellenan el pasado del ahora presidente electo, durante sus 28 años como diputado.
Debe mucho a esa campaña el avance que logró el feminismo en las elecciones parlamentarias de octubre.
Se diversificó la bancada femenina, reconoció Correa, quien destacó la elección de la primera diputada indígena, Joenia Wapichana, postulada por la ambientalista Red Sustentabilidad en el estado de Roraima, en el extremo norte de Brasil.
Las diputadas negras suben de 10 a 13. El izquierdista Partido Socialismo y Libertad eligió una bancada paritaria para la Cámara de Diputados, cinco hombres y cinco mujeres, entre estas dos negras, destacó Mori.
Se multiplicó entre mujeres el mandato colectivo, en que un grupo se postuló lanzando su nombre con el compromiso de ejercer en conjunto la misión legislativa, con propuestas y votos decididos colectivamente.
Hay condiciones de sostener la resistencia a la ola conservadora que busca, entre otras medidas, restringir el aborto legal y penalizar a los operadores de salud que garantizan los derechos reproductivos y sexuales, sostuvo Mori.
Pero una participación relevante en el poder de las mujeres, y en consecuencia de las feministas, acercándose al ideal de una representación paritaria, depende de cambios profundos en el sistema político, que sigue favoreciendo el poder masculino, señaló.
Brasil permanece como uno de los países en el mundo con menor representación femenina en su parlamento y muy por debajo del promedio en América Latina, que era de 28,8 por ciento en 2017, según ONU Mujeres y la Unión Interpalamentaria Mundial.
Edición: Estrella Gutiérrez
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