Ucrania y los líderes separatistas ultiman un intercambio de prisioneros
El canje, promovido por el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, pretende atenuar el aumento de los combates en el este del país
Moscú
Soldados ucranios junto a un autobús con prisioneros prorrusos este miércoles. VALENTYN OGIRENKOREUTERS
Todo está preparado para el intercambio de prisioneros que debe realizarse este miércoles en el este de Ucrania entre los separatistas y Kiev. Aunque una vez más no se logró llegar a un acuerdo para un canje de «todos por todos», el trueque es un primer paso para lograr este objetivo. La intervención del patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Cirilo, fue decisiva para alcanzar el pacto.
El líder de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Alexandr Zajárchenko, como medida previa para posibilitar el intercambio, indultó este martes a 74 soldados ucranianos y anunció que la operación en la que se los canjeará por 306 prisioneros de la zona rebelde se realizará a la una de la tarde, hora local (una hora menos en España). Pese a que las autoridades confían en que en no habrá problemas, en otras ocasiones los acuerdos alcanzados han sido abortados a última hora.
Para poder destrabar la situación, la Iglesia ortodoxa desempeñó un activo papel y el patriarca Cirilo se involucró personalmente, reuniéndose con los líderes rebeldes Zajárchenko y Leonid Pasechnik, el nuevo jefe de la llamada República Popular de Lugansk, la otra zona en poder de los rebeldes rusos. También el presidente ruso, Vladímir Putin, tuvo que tomar cartas en el asunto y llamar a los jefes separatistas para que estos se avinieran a un compromiso que permitiera el canje antes de que finalizara este año.
Las negociaciones finalizaron el lunes pasado en el monasterio moscovita de San Daniel Estilita, según anunció Cirilo ese día, que coincidió con la Navidad occidental (en Rusia la Iglesia ortodoxa se rige por el calendario juliano, que tiene un retraso de 13 días con respecto al que se usa en Occidente, por lo que el nacimiento de Cristo lo celebran a fines de la primera semana de enero).
Las últimas semanas han estado marcadas por un aumento de la tensión entre las fuerzas en conflicto y con acusaciones mutuas de violaciones de alto el fuego. Además, hace diez días Rusia retiró a sus oficiales del Centro Conjunto para el Control del Alto al Fuego debido a las nuevas exigencias burocráticas de Kiev que obliga a todos los ciudadanos rusos a entregar información previa a cualquier viaje a Ucrania.
El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, que calificó de «repentina y provocadora» la decisión rusa de retirar a sus oficiales del Centro Conjunto, aseguró la semana pasada que reforzaría el contingente militar en el este del país ante la amenaza de una escalada en los enfrentamientos con los prorrusos.
En vísperas de Navidad, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, condenaron las crecientes violaciones de alto fuego en un comunicado en el que se afirmaba que la solución al conflicto puede ser solamente pacífica y en el que volvieron a manifestar su apoyo a la soberanía e integridad territorial de Ucrania y a los acuerdos de Minsk. El mismo día 23 de diciembre, los bandos enfrentados en el este de ese país acordaron otro alto el fuego de cara a las fiestas de fin de año, pero a los dos días hubo nuevas recriminaciones mutuas de ataques.
De acuerdo con la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), al menos cinco soldados han muerto en combate durante la semana pasada y decenas de personas, incluidos civiles, resultaron heridas. En total, más de 10.000 personas han fallecido en el este de Ucrania desde 2014, año en el que se desencadenó el conflicto, según los últimos datos ofrecidos por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
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