sábado, 11 de junio de 2011

LA REALIDAD DETRÁS DE LAS NOTICIAS OLVIDADAS || Cólera y desesperación tras Fukushima | elmundo.es

ASIA | Causó unos 15.000 muertos y 8.000 desaparecidos
Cólera y desesperación tras Fukushima
Ya casi no quedan escombros en Ishinomaki. | Ap

Tras el tsunami miles de supervivientes viven hacinados en refugios improvisados
Afp | Tokio
Actualizado sábado 11/06/2011 03:47 horas


Tres meses después del seísmo y del tsunami que provocaron una crisis nuclear en Japón, la cólera se mezcla con la desesperación entre las decenas de miles de supervivientes que viven hacinados en varios refugios improvisados.

Cólera por la lentitud de la reconstrucción en las zonas costeras de Tohoku (noreste) arrasadas el pasado 11 de marzo por un seísmo de magnitud 9 y olas enormes que destruyeron todo a su paso, provocando más de 15.000 muertos y más de 8.000 desaparecidos.

Pero también desesperación, sobre todo entre los residentes evacuados en los alrededores de la central nuclear de Fukushima, donde los reactores dañados por el tsunami continúan a contaminar el aire y el suelo en decenas de kilómetros a la redonda, arruinando la posibilidad de un retorno a la normalidad antes de que pasen muchos años.

"Hemos escapado, pero vivimos todavía con los miedos de la radiación", explica Tomie Shiga, de 59 años, evacuada y refugiada en un centro de acogida. "Sueño con volver a mi casa, pero todavía no saben cuando será posible. Nada ha cambiado desde el accidente".

Una etapa crucial
La operadora de la central, Tokyo Electric Power (Tepco), espera lograr enfriar los reactores antes del mes de enero, una etapa crucial en la vía hacia la estabilización de la crisis nuclear más grave desde la catástrofe de Chernóbil en 1986.

Faltan todavía muchos años antes de desmantelar el sitio y descontaminar la región. Varios agricultores, que tuvieron que dejar atrás sus granjas y sus animales, están desesperados.

Más al norte, ancianos han visto como el tsunami arrasaba sus casas, y han optado por el suicidio antes que vivir en la soledad y la promiscuidad de los centros temporales que acogen todavía a mas de 91.000 personas. Otros jubilados han rechazado dejar sus casas, a pesar de los destrozos ocasionados, y sobreviven sin gas ni electricidad gracias a la comida que reparten los ayuntamientos.

Las generaciones más jóvenes no esconden su cólera hacia el gobierno. "Limpiamos todos los días, y con el calor, el olor de los peces que se pudren resulta insoportable", explica Toru Suzuki, de 41 años, empleado en el mercado de pescado de Otsuchi, en la prefectura de Iwate.

Contaminación radiactiva
La pesca, una de las principales actividades de la región, no ha vuelto a la normalidad ya que las embarcaciones han sido destruídas por el tsunami. Los pescadores se inquietan de la radioactividad que existe todavía en el mar, que además ha contaminado algunas especies marinas.

La agricultura, otra fuente de ingresos en Tohoku, sufre la extrema salinidad de las tierras, recubiertas enteras por el mar, pero también afectadas por la radioactividad. Varias legumbres han sido prohibidas para su venta y el té verde de la prefectura de Shizuoka, uno de los principales centros de producción en Japón, también ha sido contaminado por la radioactividad de la central, situada a 360 kilómetros al norte.

El coste de esta catástrofe, la más grave en Japón después de la II Guerra Mundial, está estimada en 250 millones de euros. Aún así, a pesar del inmenso trabajo al que se enfrenta el país nipón, la guerra de los jefes ha vuelto a empezar en Tokio para intentar derrocar al primer ministro Naoto Kan, muy popular hasta entonces. "Estamos profundamente dolidos ya que los políticos se pelean por el poder sin ninguna consideración hacia nosotros", concluye una refugiada.

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| Un mes del terremoto de Lorca
Los daños que no se ven

Un vecino de Lorca ante un edifico afectado por el terremoto. | Juan Carlos Cárdenas
Un seísmo golpeó Lorca el pasado 11 de mayo dejando un paisaje desolador. | Alberto Cuéllar


Los síntomas más comunes en los afectados son la ansiedad y la inseguridad
Un psicólogo estará en cada centro de atención primaria para casos leves
Silvia R. Taberné | Madrid
Actualizado sábado 11/06/2011 06:33 horas


Miedo, ansiedad, inseguridad y estrés agudo. Este es el cuadro sintomático por el que han pasado prácticamente la gran totalidad de los 500 afectados por el seísmo que se manifestaba la tarde del 11 de mayo en la localidad murciana de Lorca.

Un mes después de los terremotos que sesgaron la vida de nueve personas, produjeron 300 heridos y daños materiales que superaban los 700 millones de euros, todavía queda mucho por hacer. Mientras se apuntalan escuelas y hospitales o reconstruyen viviendas y negocios, también se trabaja para recuperar la estabilidad emocional de los afectados por el terremoto.

El pasado 27 de mayo terminaba el trabajo de los cerca de 40 psicólogos que desde el primer día del seísmo estuvieron con las víctimas en la llamada 'fase de emergencia'. Durante esos 16 días "el mayor problema que hemos tenido es que la sensación de miedo y pánico degeneraba en ocasiones en el contagio emocional de los afectados", comenta Mª Antonia Soto, coordinadora de la Dirección General de Seguridad Ciudadana y Emergencia.

La doctora Soto, psicóloga profesional, ya tiene experiencia en este tipo de casos, pues también estuvo trabajando en el seísmo de Mula (Murcia) de 1999. "Es normal en este tipo de víctimas que sufran una reexperimentación del terremoto, sobre todo, durante las horas en que se produjo; que estén en un estado de sobrealerta y que se alarmen ante cualquier mínimo estímulo, por ejemplo, ahora que se están derribando las casas más afectadas", explica a ELMUNDO.es.

"En menor medida estamos teniendo casos de personas con un fuerte sentimiento de culpa, ya que hay quien piensa que pudo hacer más para que tal o cual persona no resultase herida o fallecida o si no se hubiesen desplazado al barrio de La Viña, uno de los más afectados", añade esta psicóloga.

Ante todo esto, Mª Antonia Soto comenta la importancia de una primera intervención como medida preventiva: "Que la persona vuelva a sentirse segura es algo que depende de las propias características de los afectados, pero hay que ayudarles a expresar lo que sienten, que no se cierren y que vuelvan a sentirse seguros desde el primer momento, esto es muy importante". Ellos mismos lo han comprobado con una mini encuesta telefónica a 50 de los afectados que atendieron. "Salvo tres o cuatro personas, el resto nos dijeron que se encontraban mucho mejor. Ahora lo que les queda es dar continuidad a este primer trabajo".

La segunda fase
Una continuidad que coordina el psicólogo Carlos Giribert, responsable de la organización de Salud Mental de Murcia. "Estamos notando que ha ido aumentando progresivamente el número de personas que piden tratamiento psicológico", asegura Giribert. Para atender esta demanda, a partir de este lunes los tres centros de Atención Primaria de Lorca contarán con un psicólogo clínico para que sea más cómoda la atención a aquellos pacientes más leves.

"La mayoría de los casos que nos llegan presentan ansiedad y estrés postraumático. Los menos graves se podrán atender en el propio centro de atención primaria, por lo que hay que entrenar a los médicos de cabecera para que diferencien entre pacientes más o menos graves. Esto es mejor para el afectado y también evitamos que se colapsen los centros de Salud Mental", explica este psicólogo.

Aunque por la experiencia de todos estos doctores se espera que en tres o cuatro sesiones los afectados menos graves dejen de necesitar la ayuda de estos especialistas, Giribert no se plantea un tiempo máximo para dar ayuda: "En un principio se trabajará con esta asistencia especial seis meses, pero no se descarta que se amplie. El mayor problema al que nos enfrentamos ahora viene a partir de septiembre. Muchas gente se marchó de Lorca aprovechando que ya estábamos en verano y con las vacaciones encima. Cuando tengan que volver a su vida normal si no cuentan con una situación socio-económica buena y además tienen que apuntalarte la casa o han perdido el negocio, evidentemente la situación psicológica empeora y aparecen los cuadros depresivos, que se pueden agravar en las fechas navideñas", advierte.

En cuanto a la población más afectada, ambos especialistas no se atreven a señalar a un sector determinado, pero reconocen que entre todo el trabajo que falta por hacer, los menores y ancianos parten con desventaja: "Depende de la persona, hay gente que ha perdido su casa y, sin embargo, se muestra más optimista que aquellos que no tienen desperfectos, pero sí mucho miedo", explica la doctora Soto. "Por su parte, los niños que no pueden expresar o no entienden lo que ha pasado se convierten en una población de riesgo a los que ya se les está atendiendo a través de equipos psicopedagógicos", comenta Giribert, que añade: "Un problema serio se nos plantea con los más adultos, que no están acostumbrados a pedir ayuda psicológica, por lo que hay que buscarlos... Definitivamente, todavía nos queda mucho que hacer".
Los daños que no se ven | | elmundo.es


el dispreciau dice: cuando la noticia pasa, cuando la vida sigue, los que han sobrevivido a su circunstancia límite se enfrentan a una nueva realidad, aquella que está llena de ausencias, de afectos que faltan, de otros quebrados, de cosas que eran parte de los días y que ya no lo son, de olores desaparecidos, de espacios que se han vuelto ininteligibles... el mundo está enseñando más y más realidades semejantes a éstas. La frecuencia de los cataclismos aumenta y con ella los desamparados, esos que en un segundo se quedan sin nada de nada. El problema de sobrevivir a la catástrofe es la singularidad de la consciencia ante las ausencias, sean cosas o personas, todo lo que había no está más y ahora se han convertido en "faltas". Aún reconstruyendo paredes y techos, lo que falta seguirá haciéndolo por siempre y ése es un sentimiento irrecuperable que afecta gravemente a las víctimas vivas. Algo que no se contempla en el "día después de la emergencia". Cuando termina la catástrofe comienza la revelación de los daños que no se ven, del daño genuino, del que se lleva en el alma hasta el siguiente final. Estos daños no son contemplados en las coberturas de salud ni tampoco forman parte de las consideraciones de la salud pública... no son una urgencia en sí misma, sí forman parte de las afecciones crónicas que no se pueden resolver ya que no hay medicación apropiada para recuperar el "alma" y sus heridas. La asistencia psicológica y psiátrica es buena pero no suficiente ya que cuando se terminan las sesiones, esa misma "alma" se enfrenta con todo lo que ya no es más, fue pero no regresará. A veces puedes ahogarte en la rutina, pero en algún momento te alcanza la almohada y regresan imágenes que no se borran, sensaciones de zozobra propias y ajenas que golpean a la puerta de la consciencia sin que haya deseo alguno de atenderlas, pero que finalmente entran inapelablemente en busca de ser "recuerdo", estampándose en el espíritu. El mediatismo que domina al mundo no permite ver las consecuencias que se revelan el día después de los sobrevivientes, la noticia pasa y se olvida rápidamente, pero el dolor de la ausencia crece sin parar, marcándote cada paso bajo la idea de "por qué esto y no lo otro", "por qué yo y no tal otro"... confundiendo el sentido de las gracias, la gracia de estar vivo, permanecer, con aquello otra gracia de los que se fueron, que ya no son. En ese preciso instante te das cuenta que así como nadie te enseña a vivir, nada te enseña a ser un sobreviviente. Simplemente vives o simplemente eres un sobreviviente, por un simple hado del destino... Junio 10/11, 2011.-

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