BIODIVERSIDAD | Investigación del CSIC
Los fertilizantes dañan las praderas submarinas
Pradera submarina, un ecosistema de gran biodiversidad.|CSIC
Rosa M. Tristán | Madrid
Actualizado viernes 03/06/2011 22:10 horas
La actividad humana en la tierra afecta también a los océanos, no sólo por la contaminación de plásticos, combustibles y otros desperdicios, sino también por los fertilizantes que se utilizan en la agricultura industrial y acaban llegando a las aguas marinas. Un estudio realizado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)y colegas estadounidenses ha revelado que estos nutrientes están destruyendo las praderas submarinas, que cumplen un importante papel biológico.
Estas praderas costeras albergan una gran diversidad de organismos (cangrejos, peces, camarones), pero además cumplen un importante papel como barrera de protección para la costa y, sobre todo, colaboran en la captación del CO2 atmosférico, produciendo oxígeno, lo que ayuda a mantener limpios tanto el aire como el agua.
La conclusión fundamental del trabajo, entre cuyos autores se encuentra el oceanógrafo Carlos Duarte, es que estas importantes praderas pueden deteriorarse con rapidez ante la masiva utilización de abonos químicos en la agricultura industrial, como acaban de publicar en la revista 'Ecological Applications'. De hecho, los nutrientes, según aseguran, "afectan a la mayoría de los beneficios que obtenemos de las praderas submarinas".
Los análisis se realizaron en la costa de Alabama (Estados Unidos), donde ya ha detectado una gran pérdida de estas praderas por el aumento de nutrientes, un fenómeno que se conoce como eutrofización.
El experimento se realizó en pequeñas parcelas, en las que se echaron fertilizantes durante seis meses con continuidad. Al final de ese tiempo, se observó que el nitrógeno había estimulado el crecimiento del plancton y las algas, hasta el punto que reducían la entrada de luz a las plantas, perjudicando a la fotosíntesis. A la vez, estas algas consumían mucho oxígeno por la noche. "Algunas llegaron a hacer un tapete que ahogaba a las plantas", explica Duarte a ELMUNDO.es
Estudios previos ya habían estimado que desde los años 50 del siglo pasado, se habría perdido casi un tercio de la superficie que ocupaban. Este deterioro, según el investigador, ha afectado negativamente a la fauna que las habitaba, casi todos consumidores primarios: organismos hervíboros que se alimentan de los detritus de las plantas. De hecho, al término del experimento, había disminuido drásticamente el número de alevines de cangrejos, peces y camarones. Incluso a simple vista se veía el agua menos transparente.
Más producción biológica
Andrea Antón, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte(EEUU), que es la primera autora del trabajo, observa no obstante que no todos los efectos fueron negativos: "A pesar de la pérdida de este ecosistema submarino, el incremento en el uso de fertilizantes podría no afectar a la capacidad que tienen estos ecosistemas de absorber dióxido de carbono ni tampoco a su productividad de oxígeno". Al parecer, según explica Antón, tampoco afectó a la cantidad de alimento para otras especies ni para el intercambio de oxígeno y CO2 dentro de la cadena trófica.
Duarte apunta que, efectivamente, aumenta la producción biológica, y por tanto también su capacidad de sumidero de CO2, pero en vez de las plantas, lo que hay son algas, por lo que deja de ser una pradera.
La solución a este problema pasaría, explica el científico, por un mayor control de los fertilizantes por parte de los agricultores. En algunos países, como Dinamarca, ya se ha reducido obligatoriamente un 50% la cantidad utilizada, y están en vías de aumentar ese porcentaje pese a las quejas de los campesinos, dado el coste medioambiental que supone y también económico, dado que se acaba con especies que son valiosas aa nivel comercial.
"Los estudios que se han hecho en Europa indican que los suelos está saturados de nutrientes, así que no disminuiría su productividad agrícola, pero si se evitaría un importante coste medioambiental", apunta Duarte.
Los fertilizantes dañan las praderas submarinas | Ciencia | elmundo.es
el dispreciau dice: sí, creo que hay una antropología del desprecio... es aquella en la que el hombre, mediante acciones, pensamientos, inducciones de circunstancias (manipulaciones), desprecia al prójimo, despreciándose a sí mismo. Aquí le decimos "ventajero" pero en realidad los motes son muchos, tantos como miserias humanas hay. En tiempo real se identifican los daños, también sus orígenes, lo cual identifica rápidamente a los responsables y sus negligencias expuestas. El drama de la vida marina es creciente y el 100% de la responsabilidad (no hablemos de culpa, por ahora)es patrimonio del ser humano y sus actividades, para nada ecológicas. Se harán discursos sobre el medio ambiente, pero al igual que todas las ponencias políticas, siempre se justifica lo injustificable, dando lugar a la corrupción que se dice combatir. La mentira es, en su comienzo, pequeña... pero las avaricias y las angurrias la nutre confiriéndole magnitud... y así es que la mentira llega a ser inocultable, sin desmerecer que muchos, de tanto asistir a la mentira, terminan asumiéndola como verdad, aún cuando siga siendo una simple y burda "mentira". Sucede, curiosamente, que el hombre ha pasado la mayor parte de su tiempo en la Tierra (¿99%?), transitando su vida sin heladera, sin lavarropa, sin televisión, sin blackberry, sin... y sin..., por ende sin abonos fertilizantes, sin polietilenos, sin hipermercados, sin... y sin... y curiosamente la humanidad vivía, a veces mejor, a veces peor, vivía. Hoy, con todo a la mano, no vive, ni siquiera lo hacen aquellos que dicen (suponen) tener todo y más... sencillamente no saben qué hacer con su tiempo, con su gracia, con sus dones, con sus desperdiciados talentos, ostentando espíritus que se van vaciando en manera inversamente proporcional a cómo se van llenando sus cuentas bancarias. Para no hacerla larga ya que todos conocemos la historia (historieta)... hoy, transitamos una Tierra harta de nosotros (los humanos). Señalándonos cada día que esto no da para más y que la mano se pondrá francamente peor. Sucede que a nadie le importa y está claro que, así como los alimentos transgénicos inducen alteraciones metabólico-endocrinas no reconocidas en estudio clínico alguno, tampoco los pesticidas son insignificantes o intrascedentes, contribuyendo a que las enfermedades humanas sean cada vez más complejas e indetectables en sus fases iniciales, asegurando que además de los padecimientos del individuo, las inversiones en su salud sean sostenidas. Todos recitan que les importa, pero los anónimos sabemos que no les importa... Biodiversidad no es una palabra, es una forma de los sistemas de vida para retroalimentarse (¿queda bien?)... pero para el hombre del grupo de los pocos, esa palabra no es más que una de las tantas utopías que se sustentan en idiotas como yo. Pero ahora, las utopías se están volviendo en contra de sus detractores, y eso, aunque parezca mentira promete una paradoja, que está justo allí, a la vuelta de la esquina. Junio 04, 2011.-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario