sábado, 26 de julio de 2008

SIGNIFICANCIA DIVINA DEL "CAMPO"

Uno podría pensar que el conflicto PODER EJECUTIVO/PODER POLÍTICO versus CAMPO es una mera casualidad de la historia argentina fundada en las capacidades depredadoras de los unos contra las capacidades no desarrolladas en las escalas productivas de los segundos. Cuando hago referencia a capacidades no desarrolladas, estoy indicando con precisión que las entidades agrarias más allá de sus recursos humanos técnico-científicos nunca expresaron de manera fehaciente un proyecto-programa evolucionado en el tiempo que constituya per se un BUDGET aplicable al crecimiento necesario, no sólo en las escalas productivas, sino en los pasos necesarios para inserción en los mercados, lo cual amerita estudiar la evolución de los costos así como seguir todas las variables que pueden afectar o modificar una realidad productiva. Léase: el PODER EJECUTIVO/PODER POLÍTICO es un depredador por naturaleza que se sustenta en su necesidad de "sangre", aspecto no menor ya que esta es siempre creciente. Al modo de los "sacrificadores" y/o de los "verdugos" procede bajo los mismos criterios, esto es siempre tendrá que haber una víctima, sea como sea. En este año, 2008, el PODER entendió que dicha víctima debía ser el CAMPO. Simultáneamente, el CAMPO, permanece en una especie de "autismo" apelando a criterios técnicos que no están vigentes en el mundo desde hace mucho tiempo. Esto se traduce en que las escalas productivas coordinadas no pueden actuar con "ingenuidad" de recitar una y otra vez el mismo verso sin respaldarse en estrategias económicas planificadas a corto, mediano y largo plazos...
Dentro de cada sector hay luz y tinieblas, más de estas últimas que de las primeras. Debido a ello, aparece como prudente el día a día bíblico que crece, minuto a minuto, segundo a segundo, advirtiéndonos que la senda que transitamos, esta vez más que nunca... no tiene regreso con el agravante que no será posible regresar la mirada sopena de ser transformados en "sal".
Cuando la puerta de los tiempos se cierra (motivos mediante) el mañana, indefectiblemente será distinto. Nos guste o no, queramos aceptarlo o no. La puerta de los tiempos nunca se abre nuevamente en el mismo lugar lo cual amerita una reflexión profunda, no buscando "culpables" ni haciendo de la circunstancia una "caza de brujas", sino asumiendo que este "nuevo mañana" tendrá características propias, únicas, específicas del tiempo que contendrá... Por ello, nada mejor que lo que sigue:

Evangelio según San Mateo, capítulo 13, versículos del 24 al 30
26 de Julio de 2008

Semana XVI del Tiempo Ordinario
PARABOLA DE LA CIZAÑA

24. Otra parábola les propuso, diciendo: "El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró grano bueno en su campo.
25. Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo, sobresembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26. Cuando brotó, pues, la hierba y dió grano, apareció también la cizaña.
27. Y fueron los siervos al dueño de casa y le dijeron: "Señor ¿no sembraste grano bueno en tu campo? ¿Cómo, entonces, tiene cizaña?".
28. Les respondió: "Algún enemigo ha hecho esto". Le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a recogerla?".
29. Mas él respondió: "No, no sea que al recoger la cizaña, desarraiguéis también el trigo.
30. Dejadlos crecer juntamente hasta la siega. Y al momento de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y al trigo juntadlo en mi granero".

COMENTARIO

24. La parábola de la cizaña encierra la idea de que hay y habrá siempre el mal junto al bien y que la completa separación de los malos y de los buenos no se realizará hasta el fin del siglo, cuando Él vuelva (v. 39 ss.). Muestra también la santidad de la Iglesia, pues que subsiste a pesar del enemigo.

30. Dejadlos crecer, etc.: La paciencia del Padre Celestial espera, "porque hay muchos que antes eran pecadores y después llegan a convertirse" (S. Agustín) y para que por los malos se pruebe la virtud de los buenos, porque "sin las persecuciones no hay mártires" (S. Ambrosio). Véase sobre esto II Pedr. 3, 9; Apoc. 6, 10 s.
FUENTE: www.aciprensa.com

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