domingo, 1 de marzo de 2020

La importancia de proteger la “privacidad” en la era de los datos digitales

La importancia de proteger la “privacidad” en la era de los datos digitales

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La importancia de proteger la “privacidad” en la era de los datos digitales

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Nuestros datos personales son cada vez más digitales e interconectados y deben protegerse.

Nuestros datos personales son cada vez más digitales e interconectados y deben protegerse.



El 28 de enero, por primera vez, el Grupo Banco Mundial celebró el Día de la Privacidad de la Información, con que se recuerda la firma en 1981 del primer acuerdo internacional jurídicamente vinculante sobre la privacidad y la protección de los datos personales.
El objetivo del evento fue crear conciencia dentro del Grupo Banco Mundial acerca de la importancia de la privacidad de los datos. También marcó un hito en nuestro camino para poner en práctica la nueva Política sobre la Privacidad de los Datos Personales del Grupo Banco Mundial (i). Tras su adopción en mayo de 2018, la política de privacidad entrará en vigor en mayo de 2020.
En el mundo digital de hoy, tendemos a pensar que las preocupaciones respecto de la privacidad son nuevas, pero sin duda no lo son. Aunque la palabra “privacidad” en sí misma es un concepto relativamente nuevo —solo adquirió su significado moderno a principios del siglo XIX—, la idea es tan antigua como la historia humana.
En tiempos históricos, las fuentes de muchas ciudades árabes eran los lugares que se utilizaban para sostener conversaciones privadas, ya que el sonido del agua evitaba que los curiosos pudiesen escuchar. Y, en el Occidente, debido a que los instintos de privacidad iban en contra de las exigencias eclesiásticas de admitir los pecados, las confesiones han gozado desde hace mucho tiempo de protecciones jurídicas especiales, incluso cuando entrañan violaciones a la ley, para que el penitente no deje de confesarse, algo que iría en detrimento de su alma.
De modo que la idea de que algunas cosas deberían ser privadas y estar protegidas no es nueva, ni tampoco el hecho de que la privacidad tiene que ponderarse respecto de otras preocupaciones. Pero lo que sí es nuevo, en relación con la privacidad, es que la velocidad del cambio tecnológico ha sobrepasado tanto nuestras normas culturales como nuestras leyes: la tecnología ha transformado el significado del término “información pública”. En un mundo de datos digitales, la cantidad tiene una calidad propia.
Déjeme darle un ejemplo: imagínese que hace un siglo que vive en un pueblito, y un día va caminando por la calle principal. Si el oficial de policía local estuviera parado en la esquina, él podría reconocerlo. Y usted podría reconocerlo a él. Si fuera un día tranquilo, ambos podrían intercambiar saludos amistosos. Sin embargo, si a usted lo estuvieran buscando por un crimen, él lo perseguiría para capturarlo. Quizás esta sería una situación desagradable para usted, pero no sería lo que hoy en día consideramos una violación de la privacidad.
¿En qué se distingue esto de manera sustancial de una versión a pequeña escala de la actual tecnología de reconocimiento facial? La diferencia, por supuesto, es esa escala.
Hoy, los computadores pueden reconocer a todas las personas en un país de la misma manera que la policía local podía reconocer a un vecino hace un siglo. En otras palabras, lo que una vez fue un oficial de policía parado en una esquina es ahora ese mismo oficial de policía parado en todas las esquinas. Además, sus memorias son casi infinitas, y se comunican instantáneamente con todos los demás oficiales de policía. ¡Oh!, y ellos también tienen acceso instantáneo a los registros de impuestos que alguna vez se guardaron en un archivo en el sótano de los edificios municipales. ¿Y mencioné que ahora los computadores son de vez en cuando unos “chismosos”, dispuestos a compartir toda esa información a veces —posiblemente incluso con criminales—sin que nadie lo sepa?
Los datos recopilados por diversos grupos del sector privado no son diferentes. El contenido no es necesariamente nuevo, y a menudo consiste en lo que durante mucho tiempo se ha considerado “información pública”. Pero lo que es nuevo es el número de datos recabados y la capacidad de acceder a ellos y combinarlos de maneras que nunca habían sido posibles. Las empresas juntan enormes cantidades de información acerca de las personas y monetizan esos datos.  Y no sin cierto riesgo. Es frecuente ver hoy titulares en los medios de comunicación sobre violaciones a la privacidad y filtraciones de datos en compañías de renombre.
El Grupo Banco Mundial no monetiza los datos que recopila, pero sí recabamos y procesamos enormes cantidades de datos personales para llevar a cabo nuestro mandato de desarrollo y cumplir con nuestros objetivos de poner fin a la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida. Los datos personales que juntamos abarcan una amplia gama de información de nuestros asociados, clientes, proveedores y otras partes interesadas para fines de integridad, diligencia debida, servicios de asesoría, evaluaciones de impacto ambiental y social, investigaciones, encuestas, conferencias y seminarios.
Por eso estamos tomando medidas para gestionar y proteger mejor la información que está en nuestro poder, focalizándonos en la manera en que los datos personales se deberían recopilar, usar, almacenar y compartir. Con la adopción de nuestra nueva Política sobre la Privacidad de los Datos Personales, estamos mostrando que respetamos la privacidad de dicha información.  Al implementar la política, buscaremos equilibrar las mejores prácticas internacionales con el cumplimiento del mandato de desarrollo del Grupo Banco Mundial.
El Grupo Banco Mundial se compromete a aplicar esta política y a abordar los enormes desafíos y los beneficios conexos de esta nueva era de la privacidad de la información.

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