Imágenes asociadas
Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas -- Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe
- “No al litio”, reza un cartel colocado en las Salinas Grandes por las comunidades indígenas de la zona, que explotan turísticamente el lugar y también extraen su sal, en el noroeste de Argentina. En febrero de 2019 cortaron durante varios días la carretera más cercana, que conecta con Chile, para rechazar a las compañías mineras. Crédito: Daniel Gutman/IPS
- Una calle de Olaroz, el pueblo de la Puna argentina cercano al salar del mismo nombre, donde la explotación de litio da trabajo estable a algunos de sus habitantes, en una zona de la provincia noroccidental de Jujuy en la que las comunidades tradicionalmente han vivido de la cría de llamas y ovejas. Crédito: Daniel Gutman/IPS
- Dos hombres de las comunidades indígenas que viven en los alrededores de Salinas Grandes acopian la sal extraída por los integrantes de la cooperativa local. En Salinas Grandes los asentamientos de su entorno se oponen a que se explote el litio de su subsuelo e impiden que se abra una mina con ese fin. Crédito: Daniel Gutman/IPS
- El ingreso a Sales de Jujuy, una de las dos únicas empresas que produce y comercializa litio en Argentina, el país con las mayores reservas probadas del mineral. Opera en el salar de Olaroz y está formada por la compañía australiana Orocobre, la japonesa Toyota y una empresa pública de la provincia de Jujuy, en el noroeste del país. Crédito. Daniel Gutman/IPS
Ambiente, América Latina y el Caribe, Derechos indígenas, Desarrollo y ayuda, Destacados, Energía, La integración y el desarrollo según Brasil, Las elegidas de la redacción, Población, Reportaje especial, Transporte, Últimas Noticias
Litio y energías limpias en Argentina: ¿desarrollo o espejismo?
La discusión no es solo sobre el impacto ambiental sino sobre los verdaderos beneficios para las comunidades locales de este entorno de más de 4 000 metros de altura donde se dificulta la respiración para los no habituados a estas altiplanicies andinas.
“Yo no tengo dudas de que nuestra provincia está destinada a jugar un rol clave en los próximos años, que serán los del abandono de los combustibles fósiles”, dice a IPS Carlos Oehler, presidente de Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemse).
“Es una oportunidad para el desarrollo. Y quienes ponen el acento en el impacto ambiental lo hacen desde el desconocimiento”, agrega en la sede la empresa en Salvador, capital de la provincia de Jujuy.
Jemse, propiedad de esta provincia –limítrofe con Bolivia y Chile- produce litio desde 2014 en el salar de Olaroz, mediante una sociedad público-privada con la australiana Orocobre y la japonesa Toyota Tsusho, bautizada como Sales de Jujuy.
La presencia de Toyota Tshusho -parte del conglomerado automotriz Toyota– es una muestra del interés internacional que despierta el litio para la producción de baterías de vehículos eléctricos, mercado que apunta a un gran crecimiento durante los próximos años en los países industrializados.
El impacto de esta realidad en la Puna jujeña es por ahora limitado y distinto según las zonas, según pudo constatar IPS en un recorrido de varios días por las dispersas localidades de esta agreste ecorregión de mesetas altoandinas.
Varias de estas comunidades, mayoritariamente pobladas por indígenas del pueblo kolla, se convirtieron este año en Pueblos Solares, un proyecto provincial que aprovecha la privilegiada radiación de la Puna para llevarles la electricidad.
A pocos kilómetros del Salar de Olaroz está el pueblo del mismo nombre, compuesto por unas cuantas decenas de casas de adobe y al que se llega por un desolado camino de tierra.
Algunos pros…
Aquí, el año pasado se inauguró la primera escuela secundaria, que es una institución técnica con orientación en química y que apunta justamente a formar jóvenes en el conocimiento de la estructura del litio.
Además, el litio trajo trabajo estable para algunos, en una región pobre, con una mayoría de población que sobrevive con la cría de llamas y ovejas. “Acá todo mundo quiere entrar a la minera, aunque sea para lavar los platos”, resume a IPS Mirta Irades, directora de la escuela primaria de Olaroz.
El beneficio real, de todos modos, es modesto. Un informe presentado en noviembre por los gobiernos de la Nación y de la provincia indica que solo 42 por ciento de quienes trabajan en la operación de Sales de Jujuy pertenece a comunidades locales, lo que equivale a162 personas.
En total, según el documento, el empleo directo de la minería en Jujuy pasó de 1 287 puestos de trabajo en 2006 a 2 244 en 2018, con tres cuartas partes del crecimiento gracias a las operaciones de litio. Es apenas 3,5 por ciento del empleo registrado en la provincia, aunque los sueldos más que duplican el promedio general.
También los tiempos de la producción de litio parecen ser un obstáculo.
Sales de Jujuy es la única empresa en la provincia que ya explota comercialmente su yacimiento. Hay otras decenas de compañías trabajando, pero la exploración, las pruebas piloto, la instalación de plantas de procesamiento y otras tareas previas pueden llevar hasta 10 años.
Dos hombres de las comunidades indígenas que viven en los alrededores de Salinas Grandes acopian la sal extraída por los integrantes de la cooperativa local. En Salinas Grandes los asentamientos de su entorno se oponen a que se explote el litio de su subsuelo e impiden que se abra una mina con ese fin. Crédito: Daniel Gutman/IPS
Hay solo otra empresa minera que ya explota el metal en todo el noroeste argentino, que integran también las provincias de Salta y Catamarca.
Se trata de la zona que, junto al norte de Chile y el sur de Bolivia, forma parte del llamado Triángulo del Litio, que concentra 67 por ciento de las reservas mundiales probadas del mineral, con Argentina a la cabeza, según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos.
…Y varios contras
Por lo demás, quienes son escépticos con el potencial del litio para la ecorregión señalan que los países sudamericanos vuelven a ocupar el rol de productores primarios, como sucede con sus exportaciones agrícolas y pecuarias.
Eso está crudamente reflejado en Olaroz, uno de los pueblos solares que se abastece de electricidad por un pequeño parque solar fotovoltaico local, que como los demás del programa funciona las 24 horas porque tiene baterías de litio.
Pero esas baterías se importan de China, ya que ni en Argentina ni en el resto de América del Sur existe la tecnología para fabricarlas.
Cuando se recorre la Puna jujeña, hay lugares donde no se quiere ni oír hablar del litio.
En Salinas Grandes, otro gigantesco mar de color blanco, situado a unos 100 kilómetros de Olaroz, no ha logrado introducirse ninguna firma minera por la oposición de las 33 comunidades indígenas del área.
“Este es nuestro territorio, nosotros decidimos que acá no se va a extraer litio y nos van a tener que respetar”, explica a IPS Verónica Chávez, mientras participaba en una asamblea de unos 100 integrantes de comunidades indígenas en pleno salar.
Chávez es habitante de Santuario Tres Pozos, con unas 30 familias, y miembro de la cooperativa local que reúne las familias indígenas que trabajan en la extracción de sal, de la misma manera que por siglos lo hicieron sus antepasados.
“Todas las promesas que nos hacen con la llegada de las empresas de litio son mentira. El litio es comida para hoy y hambre para mañana”, agrega Chávez.
Alternativas propias
En Salinas Grandes, a la extracción de sal, las comunidades agregaron hace cuatro años otra actividad: los paseos guiados y la venta de artesanías para los turistas argentinos y extranjeros que se acercan atraídos por el paisaje blanco que brilla bajo el sol y parece no terminar nunca.
Alicia Chalabe, abogada de las poblaciones indígenas de Salinas Grandes, asegura que no habrá oferta económica capaz de modificar la situación. “Las comunidades viven muy cerca de las salinas y usan el territorio, que para ellas tiene un valor histórico, cultural y patrimonial para sus pobladores muy importante”, explica a IPS.
“En la zona de Olaroz la situación es distinta porque las comunidades nunca usaron las salinas”, agrega.
En febrero, las comunidades de Salinas Grandes realizaron durante más de 10 días un corte de la ruta nacional 52, que conecta con Chile, hasta que lograron que se detuvieran los trabajos de exploración que una firma minera de litio había iniciado en la zona, sin la aprobación de las poblaciones indígenas.
La resistencia en Salinas Grandes se basa en parte en los estudios del hidrogeólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Marcelo Sticco, que señalan que la extracción de litio pone en riesgo las fuentes de agua de las comunidades, en una zona desértica, donde la lluvia es un lujo muy esporádico.
“Los estudios que hicimos son contundentes. El litio se separa mediante la evaporación de enormes cantidades de agua y favorece la salinización de las aguas subterráneas que se utiliza para el consumo en la región”, dice Sticco a IPS desde la capital argentina.
El gobierno de Jujuy tiene un proyecto para darle valor agregado al litio en la provincia: se asoció con el italiano grupo de electrónica SERI, que podría instalar en la provincia una planta de ensamblado de baterías, destinadas a la conversión a la movilidad eléctrica del transporte público urbano.
Esa iniciativa, de concretarse, podría modificar un panorama que por ahora no ofrece grandes beneficios concretos, por más que muchos en Argentina cuenten ya la riqueza que traerá el llamado “oro blanco”.
De hecho, y aunque vienen creciendo, las exportaciones argentinas de litio alcanzaron en 2018 los 251 millones de dólares, apenas 6,5 por ciento de las exportaciones mineras del país.
Sin embargo, Oheler, el presidente de Jemse, considera que el pico de la demanda internacional de litio todavía no llegó: “Lo vamos a tener entre 2025 y 2030 y tenemos que aprovecharlo para crecer y para mejorar la vida de nuestras comunidades”.
Pero algunos especialistas temen las consecuencias de apostar demasiado por este elemento químico, que podría quedar desfasado muy pronto por una nueva tecnología que reduzca o elimine su atractivo actual.
El litio tiene variados usos pero es su calidad de conductor de calor lo que le hace tan codiciado como componente de las baterías eléctricas recargables.
Estas se usan en los teléfonos celulares, en el almacenamiento de diferentes energías renovables, especialmente la solar, y en la automoción eléctrica, que se proyecta que adquiriría gran peso en la movilidad del futuro, en especial en el transporte público, a medida que se reduzcan los motores por combustión fósil, para contener el recalentamiento planetario.
Edición: Estrella Gutiérrez
No hay comentarios:
Publicar un comentario