2 de julio de 2019, Santos Proceso y Martiniano, San Bernardino Realino
¡Victor Norberto (el dispreciau), hola!
Existe una asociación (o similar, no lo tengo claro) llamada Asociación Internacional de Estudios de la Memoria, dedicada a “la gestión del recuerdo traumático de conflictos como el de los Balcanes o Vietnam” y a organizar congresos al respecto. El tercero acaba de celebrarse en Madrid.
Los partidarios españoles de la memoria histórica, esa suerte de concurso de acontecimientos imaginarios con los que suplantar los hechos reales del pasado, cojean todos del mismo pie y son capaces, en líneas generales, de exhibir parecidas proezas intelectuales.
Francisco Ferrándiz es un antropólogo del CSIC que formó parte del comité de expertos a los que Zapatero encargó el informe para inventar un Valle de los Caídos acorde con los intereses de la izquierda.
Ferrándiz, que es miembro también de la Asociación Internacional de Estudios de la Memoria y del comité organizador de su último congreso, se refiere así la memoria histórica:
“Para entender bien el debate de la memoria histórica en España hay que ponerlo cara a cara con lo que ha ocurrido en Bosnia, en China, en Argentina o Guatemala.”
A ver si lo entiendo bien. Lo de Franco, y el Valle de los Caídos, y una cruz en la plaza de un pueblo, y el nombre de mi calle, y etc., solo lo podemos entender si lo comparamos con el genocidio bosnio, con China (¿se refiere a los millones de muertos asesinados por el marxista Mao?), o con los crímenes de las dictaduras militares sudamericanas.
A ver, a ver, ¿se refieren a Franco, ese sádico asesino que murió en la cama porque no hubo oposición capaz de acabar con él de otra manera?
¿Se referirán a aquel torturador que estableció las bases del crecimiento y desarrollo de una clase media en España y dispuso las cosas de manera tal que su régimen político desembocó en una democracia liberal por el procedimiento de la retirada voluntaria de los franquistas, que entregaron la legalidad a los antifranquistas?
Diría que sí, que es el mismo Franco sobre el que este señor antropólogo pontifica con criterios supuestamente históricos y le compara con los mayores asesinos de las últimas décadas.
Pero si los aficionados españoles a la Historia, los hooligans del “lo que pudo haber sido y no fue”, se comportan como bobos de solemnidad (a pesar de que por ser españoles, cabría pensar que tienen algo más de información directa), qué decir cuando se trata de extranjeros, como los que han participado en el citado congreso.
Tal que la señora Astrid Schmetterling, profesora de la Universidad de Londres:
“‘Estoy anonadada. En mi país resultaría impensable ver a alguien rezando junto a una tumba de Hitler’, cuenta en el Valle de los Caídos Astrid Schmetterling, una de los 1.500 expertos que han participado esta semana en Madrid en el mayor congreso mundial de memoria celebrado nunca.”
Sigo teniendo dificultades para entender, señora profesora de la Universidad de Londres. He visto a mucha gente rezando en la Basílica de la Santa Cruz. De hecho es lo que se suele hacer en los templos. He asistido a montones de misas junto a la tumbas de Franco y de tantos otros. ¿Y?
Y ahora, en virtud de la fantasiosa memoria histórica de unos cuantos bobos subvencionados (el congreso está patrocinado por el Ministerio de Justicia, el Gobierno foral de Navarra y el Instituto de la memoria del País Vasco), es como si hubiera rezado ante la tumba de Hitler. ¿Pero qué les pusieron a los congresistas en el desayuno?
El antropólogo llevó de visita al Valle de los Caídos a los participantes en el congreso. Cabe imaginar su labor de guía, así que no sería justo pensar que los “expertos” extranjeros en memoria histórica son todavía más bobos que sus colegas españoles.
¿O sí? Susana Kaiser, argentina dedicada a una rara afición:
“La argentina Susana Kaiser trabaja en un estudio sobre cómo reaccionan los visitantes a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), centro de torturas en la dictadura y desde 2015 museo de memoria. ‘Me sorprende cómo la gente muestra tan abiertamente su fascismo en España’, opina. ‘Esto es un gran homenaje público a Franco. Un santuario al dictador’.”
En este momento me estoy comiendo siete páginas del Manual del redactor bien educado, para que no se me note demasiado.
No sé si el deterioro intelectual, y por lo tanto cívico y moral, de las sociedades occidentales tiene que ver, entre otras cosas, con que nos miramos demasiado el ombligo. No sé, tanto organismo público procurando que hagamos las cosas como dice la autoridad correspondiente (pública, por supuesto, estatal, gubernamental) que se deben hacer. Así que… ¡de algún sitio habremos de sacar enfermedades colectivas y traumas para tanto psicólogo!
“En definitiva, lo que tratan de explicar los estudios sobre memoria: qué recuerdan las sociedades y qué deciden olvidar, a través de qué mecanismos culturales, de qué símbolos y de qué herramientas y cómo conforma todo eso las identidades colectivas.” (Madrid, capital de la memoria)
Como 1984, pero en lugar de mirar adelante, vigilando el pasado para manipular el presente y dirigir el futuro hacia donde el Partido Gran Hermano quiere que vayas.
Lo mejor del reportaje que El País dedica a este asunto es la pregunta con la que termina:
“[Los “expertos”] no dan crédito. Abandonan el Valle de los Caídos cargados de preguntas. ‘"¿Cómo se enseña la Guerra Civil española en los colegios?’” (Casarse ante la tumba de Franco)
¿Les habrá explicado el antropólogo que desde hace 40 años, en los colegios, institutos y universidades, en los medios de comunicación y a través de todas las manifestaciones culturales y artísticas, la Guerra Civil española la explican los que no fueron capaces de acabar con el régimen de Franco ni supieron liderar la transición?
¿Se preguntarán todos estos portentos de la fantasía por qué, cuarenta años después y con todos los medios y recursos del poder a su disposición, todavía no han conseguido que la mayoría de los ciudadanos españoles piensen como ellos.
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