“La UE financia a criminales en Libia”
La capitana Carola Rackete explica a EL PAÍS sus impresiones sobre la maniobra con 41 inmigrantes a bordo que cambió la política de puertos cerrados de Italia
Roma
Carola Rackete (Preetz, Alemania, 1988) es una de las personas más buscadas en Italia. La conversación con EL PAÍS se produce a ratos por Skype y a ratos por teléfono mientras viaja en un coche que termina a bordo de un ferri en Sicilia. El martes tenía que declarar en Agrigento ante la juez por el delito de favorecimiento del tráfico de inmigrantes que todavía se le imputa. Pero, cosas de Italia, una huelga impidió la vista y deberá esperar otros 10 días. Se marcha, pero prefiere no decir dónde. La presión ha sido insoportable.
Rackete, licenciada alemana en Ciencias del Mar, experta capitana curtida a bordo de una nave rompehielos en el Ártico y actualmente al frente de la nave humanitaria Sea Watch 3, es hoy el símbolo más potente de la resistencia a la política migratoria ultraderechista del ministro del Interior Matteo Salvini. Tras 16 días en el mar, harta de esperar una solución política que no llegaba nunca, decidió desobedecer al Gobierno italiano para poner rumbo al puerto de Lampedusa con 41 inmigrantes a bordo y terminar con una farsa política que duraba desde hacía un año: los puertos de Italia no están cerrados. Lo confirmó la realidad y la juez que le dio la razón poco después en un auto demoledor contra el decreto Salvini.
Pregunta. ¿Cómo lleva haberse convertido en un símbolo de la resistencia a la política de puertos cerrados de Salvini?
Respuesta. Ha sido una situación complicada. Sabíamos que romper esa ley atraería mucha atención. Luego entendimos más lo que significaba y a quienes representábamos. Mucha gente está ayudando en Europa a migrantes, acogiendo refugiados. Por eso me parece poco natural o justo que la atención se centre ahora en una sola persona.
P. Mario Vargas Llosa anunció en este periódico el sábado que pedirá para usted el Premio Nobel de la Paz.
R. Me sorprendió mucho. Mi hermana me mandó la información que le había pasado un amigo. Pero que este acto haya desencadenado todo esto me hace comprender que la invisibilidad de nuestro trabajo es enorme. Hay miles de personas haciendo cosas maravillosas cada día.
P. Han pasado dos semanas desde que entró en el puerto desobedeciendo al Gobierno italiano. Desde entonces algunas cosas han cambiado. ¿Lo haría otra vez?
R. Si estuviera en la misma situación, sí. No teníamos otra opción, debíamos velar por la seguridad de esa gente. Pero lo más interesante de toda esta atención mediática y de lo que hicimos es que ha habido cambios. El Alan Kurdi [la nave de la ONG alemana Sea Eye], por ejemplo, recibió el otro día el ofrecimiento de desembarcar en Malta, les dieron barcas para el trasbordo y Europa se ofreció a recolocar a los migrantes. Y es exactamente lo que queremos y lo que se ha logrado en dos semanas. Eso nos muestra el impacto directo de la acción.
P. ¿Se rompió un muro ficticio?
R. Había una concepción errónea de la política migratoria. Financiar y apoyar a la Guardia Costera libia para empujar a la gente hacia un país donde hay una guerra civil es algo completamente equivocado. Otros capitanes antes que yo han sido urgidos a devolverlos ahí. Si no lo hacían, les criminalizaban y trataban de arrestarlos. Esta causa ha hecho visible que muchas cosas se están haciendo de manera errónea. El Ministerio del Interior nos ha dado mucha publicidad.
P. El fiscal dijo que no estaba justificado el estado de emergencia que usted invocó para entrar. ¿Cuál era la situación real a bordo antes de su maniobra?
R. Muy tensa. Cada día tenía informes del equipo médico, también de los psicólogos y de la tripulación, todo iba a peor. El barco no está preparado para tener a bordo a 40 personas tantos días. No había privacidad, no se podían duchar, los lavabos químicos no funcionaban… Toda esa gente viene de un país en guerra civil, habían sufrido abusos, también torturas. No teníamos una visión clara del futuro y eso incrementaba la ansiedad hasta el punto de que algunas personas amenazaron con suicidarse... Era gente que ya lo había intentado. El equipo médico nos dejó muy claro que ya no podía garantizar más tiempo su seguridad. Y esa era una línea roja.
Volvería a hacer exactamente lo mismo si se repitiese la situación. No teníamos alternativa
P. Salvini dice que iba a dejarles desembarcar la mañana siguiente. ¿Se lo cree?
R. Tuvo 16 días para hacerlo y nadie en la autoridad movió ni un dedo. Mucha gente nos dijo que llegaría una solución política, pero pasaban los días sin resultados. No tuve ninguna confirmación oficial y la situación era extremadamente crítica. Nadie lo resolvió en 16 días. Y eso es un fracaso enorme del Parlamento italiano pero, sobre todo, de la Comisión Europea. Después de ese tiempo, no podía confiar en nadie ni en que llegase una solución política.
P. En la maniobra colisionó contra una lancha de la Guardia de Finanzas. ¿Qué sucedió?
R. Fue un accidente no intencionado. La lancha intentó bloquearnos y se pusieron en el muelle en el momento en que nosotros estábamos entrando. Lo hizo tres minutos antes y la situación fue muy desgraciada. El accidente se podría haber evitado si la reacción del Gobierno italiano hubiera sido distinta. No nos ayudaron nada.
P. Hoy quedan menos ONG en el Mediterráneo y algunas arrastran ya una gran deuda por las multas. ¿Salvini está ganando?
R. No, de ninguna manera. Proactiva está ahí fuera, Alan Kurdi [el barco de la ONG alemana Sea Eye] está fuera. La iglesia protestante alemana quiere fletar un barco y hay un par de organizaciones más con previsiones de hacerlo. Hay un gran interés en continuar y estoy segura de que lo harán.
P. Mientras sucedía todo esto, Salvini subía en las encuestas y usted era recibida con insultos en el muelle. ¿Italia se ha vuelto un país racista?
El sexismo pesó en la reacción de Salvini. Le he denunciado, veremos si se presenta al juicio
R. La situación está extremadamente polarizada. Lo vemos también en el Reino Unido o Alemania. El futuro nos dirá dónde va Europa, pero los que están en medio en silencio deberán alzar la voz. La gente que no se ha significado deberá posicionarse. Y tendremos que ponernos de acuerdo en que la vida de la gente vale lo mismo independientemente de dónde vengan. Es el momento de que la parte central de la sociedad frene esta polarización y se ponga del lado de la ley internacional.
P. ¿Europa ha estado a la altura?
R. ¡Totalmente no! Está financiando a los guardacostas libios y a un régimen que permite la tortura y el tráfico de seres humanos. La Unión Europea no debería cooperar con organizaciones así. Financian a criminales sabiendo que lo son. Estoy avergonzada de que mi Gobierno, un país como Alemania, y la Unión Europa den apoyo a esos criminales. Jamás lo entenderé.
P. Escuchándola y viendo lo que ha hecho, no hay duda de que vendrán a buscarla para la política. ¿Aceptaría?
R. Me gusta mucho la política y creo que todo lo que hacemos lo es de alguna forma. Pero nunca me lo he planteado como una profesión. El activismo es parte de esa política, aunque no tengas un asiento en el Parlamento.
P. El activismo también tiene sus cosas. Esta vez intentaron ridiculizarla y decir que es una niña de papá para deslegitimarla.
R. Me sorprendió porque no es verdad. Pero esperaba algo así de los medios de ultraderecha, ese es su funcionamiento. Procedo de una familia de clase media, he ido a dos universidades gratuitas y tuve una buena educación gracias al sistema social de Alemania. No vengo de un contexto rico.
Es el momento de que la parte central de la sociedad frene esta polarización y se ponga del lado de la ley internacional
P. ¿Qué le dijo su familia estos días?
R. No hablé con ellos durante todo el proceso. Mi madre trabaja en proyectos sociales cristianos con presos, así que entiende estas cosas. Y mi padre es conservador, pero está de acuerdo en que no debe dejarse morir a nadie. Mi familia me ha apoyado y están orgullosos, pero también han recibido mucha presión de los medios.
P. ¿Cree que el hecho de ser una mujer ha pesado en la reacción agresiva de Salvini?
R. Estaba muy ocupada aquellos días y no pude escucharle ni ver redes sociales. Pero el abogado me dijo hace dos días que había recogido todos los comentarios que había hecho sobre mí: muchos de ellos eran sexistas. No me sorprende, la verdad, porque muchas de las mujeres que reciben atención son víctimas de estos comentarios. Pero es ridículo que en 2019 no haya igualdad. Sí, creo que la cuestión de género ha tenido un papel importante.
P. ¿Le ha denunciado?
R. Sí, veremos si viene al juicio. Pero hemos recogido 15 insultos o acusaciones infundadas. No puedes llamar a alguien criminal si no lo es, y menos si eres un político de un rango tan alto: es impactante que use esas palabras.
P. El auto de la juez es demoledor con la ley Salvini. ¿Cómo fue aquel interrogatorio y ese momento?
R. Hizo una declaración muy clara del caso, desde el principio hasta el final. Dijo que la ley de Salvini solo puede aplicarse a los traficantes, y ese no es nuestro caso. Los jueces son independientes, pese a la presión política que reciben.
Esta causa ha hecho visible que muchas cosas se están haciendo de manera equivocada. Y el ministerio del Interior nos ha dado mucha publicidad
P. Tras su experiencia y por lo que leyó en el auto, ¿diría que los puertos de Italia están cerrados?
R. Es muy difícil de responder. La situación no está clara. Se demuestra que la ley internacional marítima es más fuerte que la regulación italiana, y por tanto están abiertos. Pero por otro lado, el miedo de la criminalización unido al hecho de que muchas ONG evitan ir a Italia, lo complica. No es fácil.
P. Si le devuelven el barco y queda libre, ¿volverá al mar?
R. Si termina la investigación y el barco es liberado, por supuesto. Hay mucho que hacer. La semana pasada murieron 80 personas y hay naufragios constantemente. La necesidad está en el mar, donde muere gente cada semana.
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