martes, 21 de agosto de 2018

Por fin llegó un médico | El Mundo

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Columnistas

Por fin llegó un médico

Autor: Carlos Alberto Gómez Fajardo


21 agosto de 2018 - 12:04 AM


Con el anterior ministro en realidad siempre se habló de poder financiero y de la sumisión de la cartera a
los dictámenes ideológicos de sectores de la izquierda tradicional, presente en la forma del “progresismo”.





Medellín




Se recibe con optimismo el nombramiento del nuevo ministro de salud y seguridad social: por fin ha llegado, después de años confusos y conflictivos, un médico a ocupar el alto cargo oficial, el antioqueño Juan Pablo Uribe. Proviene de la dirección de la Fundación Santa Fe. Quizás en este momento sea pertinente repetir la expresión de alivio que muchos han emitido cuando esto sucede en un escenario en el cual alguien padece, sobre todo en circunstancias de dificultad y ansiedad: “¡Por fin, llegó el médico!”. Se sabe que la situación de Colombia en esta materia semeja la de un adolorido enfermo en medio de una familia también ansiosa y necesitada de ayuda.
El tema sanitario en Colombia -no es la excepción, en muchos sitios del mundo se viven situaciones similares- es complejo. En una reciente referencia académica (Biomédica 1018; 38:162-72) los autores señalaban en algunos puntos lo que a su juicio representan desafíos del análisis de la situación de salud en Colombia, comprendiendo diversos escenarios: técnico, político, económico, social, cultural.

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Los desafíos señalados en este interesante documento se resumen en 6 aspectos: 1. Conocimiento (Sistemas de Información) 2. Técnicos, de Salud Pública 3. Articulación (un asunto crítico en esta materia podría ser el de las relaciones EPS – IPS) 4. Contexto territoriales, de salud ambiental y ocupacional 5. Coherencia: “… esta tarea se dificulta cuando los intereses económicos priman sobre la salud pública y el bienestar colectivo…”, reza el citado artículo sobre este punto, y 6. Políticas: lo que toca a políticas, planes, agendas, decisiones y la gran diversidad de intereses y orientaciones que están en juego, terreno de gran heterogeneidad en el seno del propio ministerio desde hace años.
Sabemos que con el anterior ministro en realidad siempre se habló de poder financiero y de la sumisión de la cartera a los dictámenes ideológicos de sectores de la izquierda tradicional, presente en la forma del “progresismo”: utilitarismo desalmado, ejercicio implacable del poder normativo sobre las IPS, sometimiento a la agenda de la ideología de género, de la visión eugenésica y de la imposición de la eutanasia como imperativo sociológico y economicista, tal como en múltiples ocasiones el propio funcionario saliente lo presentó en público, como si ello fuera prenda de progreso e inteligencia. Como se sabe, con lamentable frecuencia, esto representó para el ingeniero saliente del ministerio, homenajes, publicaciones, propaganda personal, como si fuese un abanderado de una visión novedosa humanística y progresista: paradójicas expresiones de una sociedad que ha errado el sentido de la orientación moral, confundiendo lo mediocre con lo bueno, lo común con lo correcto.

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Quien ocupa ahora el alto cargo, el antioqueño Juan Pablo Uribe, tiene una ventaja adicional al hecho de su formación académica básica como médico: viene de enfrentar sin duda difíciles ejercicios de equilibrio y poder desde el punto de vista de las IPS en su condición de líder de la importante Fundación Santa Fe, de la capital. Ojalá su presencia y su gestión en el Ministerio venga a marcar un valioso contrapeso a las visiones descarnadamente utilitaristas, pragmáticas y materialistas a las que ha descendido el enfoque de la intervención estatal sobre los problemas sanitarios desde 1993. Es razonable esperar que ahora se hable un poco más de la salud y se pongan al servicio del bien de los colombianos las equívocas normas, cifras y balances de poder de las cuales muchos avispados han sabido tomar ventaja, tanto en los ámbitos públicos como en los de la empresa privada, especialmente por el asombroso y asimétrico poder que han adquirido los intermediarios financieros que operan en el área de la salud, en detrimento de las instituciones (clínicas y hospitales) y del personal operativo de la salud en todos los campos. Un ámbito hasta el momento controlado por administradores de empresas, por abogados, por economistas y por congestionados escenarios judiciales que han llegado a creer en la abstrusa y equivocada fórmula de que con sentencias de tribunales se solucionan problemas médicos. Una voz de aliento y felicitación al nuevo poder ejecutivo del cual se puede esperar equilibrar fuerzas, humanizar y corregir desaciertos crónicos.

 

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