Columnistas
Petro y otros tigres de papel
Autor: José Alvear Sanín
15 agosto de 2018 - 12:06 AM
El derrumbe total de la capacidad de convocatoria de Petro, pocas semanas después de su sorprendente resultado electoral, suscita interrogantes acerca de la fiabilidad del conteo de votos por contratistas de la entraña de Santos.
Medellín
Reconozco que estuve atemorizado por las anunciadas manifestaciones de “resistencia” para el 7 de agosto en las 30 principales ciudades, convocadas por un candidato que alcanzó la enorme cantidad de ocho millones de votos.
Llegó la posesión del doctor Duque y sólo en pocos lugares se reunieron algunos lánguidos grupitos para gritar, insultar, corear y asistir a actos de grotesco exhibicionismo.
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Ante el monumental fracaso de la estrategia de hacer invivible el país con continuas manifestaciones multitudinarias y disruptivas, los medios masivos, nostálgicos de mermelada, optaron por no dar a conocer la magnitud del fracaso del autonombrado “líder de la oposición”.
Como el país ha estado celebrando la llegada al poder del doctor Duque, y los nostálgicos del santismo, dedicados a denostar al doctor Macías por revelar la gravedad de la situación que recibe el nuevo gobierno, muy pocos se han ocupado de la significación del descalabro que significan esas fallidas manifestaciones.
El derrumbe total de la capacidad de convocatoria de Petro, pocas semanas después de su sorprendente resultado electoral, suscita interrogantes acerca de la fiabilidad del conteo de votos por contratistas de la entraña de Santos, acerca de la persistencia del odio sembrado entre el electorado y de la influencia de los medios fletados, preguntas estas que podemos dejar de lado hoy, para considerar simplemente que Petro no era tan dueño de esos votos como temíamos.
Precisamente, esas plazas vacías indican que Petro simplemente es un tigre de papel. Fuera de un puñado de fanáticos, la gente prefiere esperar el desenvolvimiento del nuevo gobierno, en vez de obedecer consignas delirantes de un anciano exterrorista, consejero económico de Chávez y Maduro, alcalde fracasado, asesorado por otro viejo, chocho y exhibicionista, acompañado por diez delincuentes en las Cámaras.
Para un país joven, esas son figuras del pasado, mientras Iván Duque es un joven intachable y preparado, a quien no se puede descalificar antes de conocer sus realizaciones.
El tigre de papel, siguiendo a Mao, es algo que aparenta ser una amenaza pero en realidad es inofensivo. En efecto, su capacidad de intimidación depende apenas del temor que infunde en sus contrarios. Por eso, desde ahora hay que perderle el miedo a Petro. Mientras más pataletas y berrinches protagonice, menos peligroso será, a menos que sigamos agallinados por su grosería, mendacidad e inverecundia.
A medida que pasan los días, los grandes medios enmermelados se hacen también acreedores al título de tigres de papel, tanto en radio y tv como en prensa. Si se les quita la astronómica pauta publicitaria —por encima y por debajo de la mesa—, con la cual Santos los prostituyó para que engañaran al país y a los extranjeros, no les quedará más remedio que volver a merecer la confianza de los ciudadanos, o resignarse al cierre. El anterior predicamento es angustioso, especialmente para El Tiempo, El Espectador y Semana, convertidos en cajas de resonancia del mamertismo más hirsuto, pero cuyos oportunistas propietarios tendrán ahora que encarar las realidades de un mundo en el que los periódicos poco se venden y menos influyen.
Si con todo el poder de seducción de un gobierno sobornador y otorgante de contratos a dedo para sus dueños, los grandes medios no pudieron hacer ganar a Santos el plebiscito, ni acabar con el CD, ni elegir a Petro, ahora no puede temblar el nuevo gobierno frente a órganos ampliamente derrotados en tres sucesivos comicios nacionales.
Estamos en la hora de los medios alternativos y electrónicos, que los amigos de la nueva administración no deben descuidar. Hay que contar con ellos y organizar nuevas publicaciones y plataformas digitales, para recuperar la iniciativa en la crucial batalla de la información, de cara al 2022 y siguientes.
El tercer tigre de papel que no puede seguir infundiendo temor, son las Farc. Con 50.000 miserables votos, el país pronunció un veredicto definitivo sobre un grupúsculo que no puede seguir exigiendo que se gobierne con una supraconstitución espuria, y para ellos, con una JEP para absolverse y condenar a sus opositores, una “comisión de la verdad”, para deformar la historia, y varios billones de pesos anuales para entrabar el desarrollo económico del país.
En resumen: ¡Muertos los tigres, no debemos asustarnos con sus cueros!
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No es necesario “hacer trizas el AF”, basta con desmontarlo en 6 o 7 meses, si el nuevo gobierno quiere funcionar dentro de la democracia y la racionalidad económica.
El verdadero y temible enemigo del doctor Duque y su gobierno es la industria del narcotráfico, la principal y más rica ahora, dirigida por grupos transnacionales del crimen de Cuba y México, conectados con redes que van desde Moscú a Beijing y desde Caracas a Teherán, protegidas por un ejército aterrador, el ELN, guerrilla que no se puede seguir apaciguando en La Habana con descabelladas promesas.
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