Asia Bibi sale de prisión, pero deberá permanecer en Pakistán
Tras ocho años en el corredor de la muerte por blasfemia, la cristiana ha sido trasladada a Islamabad a la espera de que un juzgado revise su caso
Bombay
Salman Taseer, gobernador de la región Pakistaní de Punjab, junto a la cristiana Asia Bibi, en una imagen de 2010. HANDOUT AFP
Asia Bibi, cuyo caso de blasfemia ha originado protestas violentas en Pakistán, se encuentra bajo custodia preventiva en un lugar seguro de la capital, Islamabad, según informaron fuentes oficiales a la televisión local Geo TV. La decisión del Tribunal Superior de Pakistán de revocar la condena a pena de muerte de la granjera cristiana se materializó el miércoles con el abandono de la cárcel de Mulan, al sur de la provincia de Punjab, desde donde fue trasladada a la capital del país y puesta a salvo de las amenazas de muerte que penden sobre ella.
“Ha sido liberada. Me han dicho que está en un avión, pero nadie sabe dónde aterrizará”, explicó su abogado, Saif-ul-Malook, en un mensaje enviado a la agencia de noticias France Presse (Afp) desde Holanda, país en el que el jurista se ha refugiado huyendo de las amenazas vertidas contra él, su defendida y la familia de esta por multitud de extremistas musulmanes que se han manifestado en contra de la resolución judicial del Supremo emitida el miércoles de la semana pasada.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Pakistán ha informado este jueves que Asia Bibi continúa en territorio pakistaní; contradiciendo las informaciones en las que se afirmaba que había conseguido abandonar el país. “Sigue en Pakistán”, confirmó a la agencia Reuters el portavoz ministerial, Muahmmad Faisal, a través del servicio de mensajería de WhatsApp. Las autoridades del país también guardan bajo custodia secreta el paradero de su marido y cinco hijos, de los que se teme por sus vidas.
“Ayudadnos a abandonar Pakistán. Estamos muy preocupados porque nuestras vidas están en peligro. No tenemos nada que comer porque no podemos salir a comprar comida”, suplica el marido de Asia Bibi, Ashiq Masih, en declaraciones a Ayuda a la Iglesia Necesitada, organización británica que hace campaña por la libertad religiosa. Antes, Masih había mostrado preocupación a la cadena BBC por el paradero de su mujer y su temor ante la posibilidad de que se materializasen las amenazas de muerte con las que extremistas religiosos reaccionaron a la liberación de Asia Bibi.
Desde que la semana pasada la Corte Suprema anulase su condena por despreciar al profeta Mahoma, los seguidores del partido islamista radical, Tehreek-e-Labaik (TLP), fundado en apoyo a las duras leyes del país contra la blasfemia, se han manifestado contra del fallo judicial y han pedido el castigo a todos los involucrados en la decisión, incluido el Gobierno. De hecho, un abogado islamista relacionado con el TLP ha solicitado la revisión del caso, obligando a que las autoridades pakistaníes nieguen a Asia Bibi su derecho de abandonar el país hasta que un tribunal dicte nueva sentencia en una causa que puede durar años.
La dura ley anti-blasfemia paquistaní fue establecida en la época colonial británica para evitar choques religiosos
"No ha habido confirmación por parte de ningún departamento gubernamental sobre que la maldita Asia ha ido al extranjero. [Nos] han asegurado que Asia seguirá en Pakistán hasta que la decisión sobre la petición de revisión se dé a conocer", afirmó este jueves en Twitter un portavoz del TLP, Ijaz Ashrafi.
La comunidad internacional ha manifestado un tímido apoyo ante la crítica situación de la cristiana Asia Bibi. La semana pasada organizaciones internacionales por la defensa de los derechos humanos aplaudieron la decisión judicial. Pero los Gobiernos de Reino Unido, Canadá, Estados Unidos e Italia han desoído las peticiones de asilo por parte de la familia de Asia hasta que Matteo Salvini, ministro del Interior italiano, afirmó este miércoles que ayudarán a la granjera cristiana a abandonar Pakistán con la ayuda de otros países europeos.
La dura ley antiblasfemia paquistaní fue establecida en la época colonial británica para evitar choques religiosos. Pero en la década de los ochenta varias reformas auspiciadas por el entonces dictador Mohamed Zia-ul-Haq favorecieron leyes draconianas de las que abusan grupos religiosos radicales y que en la actualidad rigen la vida pública y las rencillas vecinales en el país asiático. Tal es el caso de Asia Bibi; sentenciada en 2010 después de que un grupo de vecinas la acusasen de hacer comentarios despectivos sobre el profeta Mahoma cuando estas se negaron a que bebiese del pozo comunitario por no ser musulmana.
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