Culpables de tener derechos
La teoría de los privilegios trata de explicar ahora que la creciente pobreza y precariedad de los jóvenes es culpa de los mayores
Jubilados haciendo ejercicio en un parque de Valencia. MONICA TORRES EL PAÍS
Podríamos denominarla “la teoría del privilegio”, pero sería más exacto definirla como esa teoría que trata de culpabilizar a los que disfrutan de determinados derechos sociales para que se sientan cuestionados socialmente y se avengan a rebajarlos. Es aquella argumentación que presenta los efectos de las crecientes desigualdades sociales, no como la consecuencia directa de unas determinadas políticas económicas, sino como una suerte de ley inmutable contra la que nada se puede hacer.
La teoría del privilegio se prodiga en foros y debates acompañada de datos que inducen al pesimismo y al pensamiento “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. Su última versión trata de presentar el retroceso social que viven los jóvenes como el resultado de un antagonismo generacional. Es injusto, se dice, que un jubilado cobre más que un joven asalariado que trabaja diez horas al día para no llegar a fin de mes. Como si el jubilado estuviera disfrutando de un derecho inmerecido. Pero lo que hace insostenible el sistema no son las pensiones que cobran los jubilados, sino la devaluación social que ha conducido a que los salarios sean cada vez más bajos y coticen cada vez menos.
Incluso se ha dicho que los mayores son unos privilegiados porque tienen un piso en propiedad, cuando los jóvenes no pueden acceder a una vivienda. Algunos expertos se han permitido especular sobre el tiempo que esas propiedades tardarán en ser transferidas a las generaciones siguientes, dado el empecinamiento de los mayores en hacerse cada vez más longevos.
En resumen, que si los jóvenes viven peor que sus padres, si son cada vez más pobres y tienen más dificultades para emanciparse, si tienen que dedicar más años de salario que sus mayores para acceder a una vivienda y no está claro que lleguen a cobrar una pensión, no es por culpa de la economía, sino por el egoísmo de sus mayores, por los privilegios de unos acaparadores de derechos.
Ese es el frame, el marco conceptual en el que algunos think tank pretenden encuadrarse el debate sobre las desigualdades sociales y sus consecuencias. Curiosamente, la mayor parte de los estudios que hacen estas proyecciones provienen de centros de estudios vinculados al sistema financiero, ese que tanto ha contribuido a que las cosas vayan tan mal.
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