China refuerza con nuevas inversiones su influencia en Europa del Este y los Balcanes
El primer ministro chino, Li Keqiang, promete un desembolso unos 2.600 millones de euros en una cumbre con 16 países de la región
Budapest
El primer ministro chino, Li Keqiang (izq.), con sus homólogos húngaro, Viktor Orban (centro) y búlgaro, Boyko Borisov (der.) en Budapest este lunes. ATTILA KISBENEDEK AFP
China estrecha sus lazos con el Este. Lo hace a golpe de talonario. El primer ministro chino, Li Keqiang, anunció este lunes en Budapest una nueva inversión de 3.000 millones de dólares (unos 2.600 millones de euros) en Europa Oriental y los Balcanes. Cantidad que se une a proyectos y préstamos que Pekín ha ido sembrado en los últimos años, con los que busca no sólo hacerse fuerte en una zona geoestratégica de gran relevancia, sino también influir en la UE. Con ello, se garantiza más voces amigas en una Unión con crecientes tensiones Oriente-Occidente.
El Gigante Asiático ha invertido ya más de 6.000 millones en Europa Central y del Este en proyectos y empresas de telecomunicaciones, nuevas energías, químicos y maquinaria, según el Ministerio de Comercio Chino. Y aunque el desembolso chino en esta zona sigue siendo lento y muy limitado en comparación al que hace en Alemania o Reino Unido, por ejemplo —sus mayores destinatarios en Europa—, el impacto en regiones sedientas de fondos y promesas de inversión es muy grande.
El Este y los Balcanes son una prioridad desde hace años para china. Y así lo ha vuelto a recalcar el presidente chino en la capital húngara, donde participa en una cumbre con los líderes del llamado grupo de los 16, formado por países de Europa Central, del Este y los Balcanes.
El anuncio se enmarca, además, dentro de la estrategia china de impulsar la llamada Nueva Ruta de la Seda, la red de infraestructuras de transporte, energía y comunicaciones que se ha convertido en la joya de la corona de la política exterior de China. Un plan para reactivar el antiguo corredor comercial y abrirse nuevas vías comerciales hacia el Oeste, que tiene como uno de sus nudo clave de comunicaciones el Este de Europa, donde Pekín financiará una línea férrea rápida para conectar Budapest con Belgrado y así enlazar de manera eficaz —menos de tres horas frente a las ocho actuales— Europa Central con el puerto griego del Pireo, donde la empresa china Cosco tiene un concesión por más de tres décadas.
Interés estratégico
Para China, los países del llamado grupo de los 16 —Hungría, Albania, Bulgaria, Bosnia Herzegovina, República Checa, Croacia, Estonia, Letonia, Lituania, Macedonia, Montenegro, Polonia, Rumanía, Serbia, Eslovaquia y Eslovenia—, que suma unos 120 millones de habitantes, tiene un doble interés en términos estratégicos y económicos.
“Estas inversiones forman parte de una estrategia mayor para entrar en el mercado europeo, ya que 11 de estos Estados son miembros de la UE. China pretende utilizarlos como base para expandirse a otras actividades en el continente”, analiza Agnes Szunomar, experta en relaciones del Este con Pekín de la Academia Húngara de Ciencias.
La apuesta por este grupo le sirve también para desarrollar los lazos con una serie de países que, aunque no le suponen el acceso al mercado comunitario, no se rigen por las estrictas regulaciones de Bruselas. Algo que permite a Pekín financiar y construir carreteras, centrales eléctricas y otras infraestructuras clave en el cinturón de óxido post-comunista, que no se desarrolló durante décadas.
En toda la región, China suma proyectos millonarios y en sectores decisivos. En Serbia, con la que China tiene una relación particularmente fluida, ha desembolsado unos 1.600 millones de euros comprando compañías clave y financiando proyectos como la construcción de una central térmica. A Hungría, uno de sus socios más amistosos en la UE —y su mayor receptor de inversiones en términos de PIB, después de Finlandia y Portugal— le ha prometido 1.200 millones. A República Checa 2.500 millones.
Estas promesas millonarias de inversión plantean nuevos desafíos para la cohesión europea. “Están comenzando a cambiar los cálculos de política externa de los estados miembros y disminuyen la capacidad de la UE para hablar con una sola voz en áreas importantes de política exterior, por ejemplo, sobre el Mar Meridional de China”, apuntan Mikko Huotari y Thilo Hanemann en un informe del Instituto Mercator para los Estudios de China, un ‘think tank' que analiza las relaciones con el Gigante Asiático y Europa.
A China, tener la chequera llena y sembrada de promesas —no siempre eficaces, muchas veces lentas— le ha servido para estrechar sus vínculos con los países del Este y a través de ellos influir en las mesas de negociaciones de Bruselas. Grecia —gran foco de inversiones— bloqueó este verano una declaración europea condenando la represión China contra activistas disidentes. En marzo Hungría —cada vez más euroescéptico y cercano a China, Rusia y Turquía— hizo lo mismo.
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