El misil lanzado por el régimen coreano puede alcanzar cualquier punto de EE UU
Corea del Norte se proclama Estado nuclear tras su nueva prueba balística
Pekín
Fotografía cedida por el Ministerio de Defensa de Corea del Sur que muestra un misil Hyunmoo-2 lanzado en un lugar no revelado en la costa este de Corea del Sur, el 29 de noviembre de 2017. FOTO: EFE / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
Un salto adelante más. En la carrera contrarreloj que se ha autoimpuesto para completar su programa nuclear, Corea del Norte ha declarado este miércoles una victoria significativa. Tras la prueba con éxito de su misil intercontinental más potente hasta el momento, el régimen de Kim Jong-un se ha proclamado un Estado nuclear.
El lanzamiento, en plena madrugada en Corea del Norte, rompía un infrecuente parón de dos meses en una serie de pruebas que bajo el mando del denominado Brillante Camarada, Kim Jong-un, se han ido sucediendo con velocidad cada vez más vertiginosa. Según Pyongyang, este cohete del tipo Hwasong-15 alcanzó una altura de 4.475 kilómetros -mucho más que la Estación Espacial Internacional- y cayó en aguas controladas por Japón a 950 kilómetros del lugar desde donde fue disparado. Su vuelo duró unos 50 minutos.
El misil intercontinental “cuenta con una ojiva especialmente grande y capaz de atacar cualquier punto de Estados Unidos”, ha asegurado la agencia oficial norcoreana, KCNA.
A la vista de esos datos, y a la espera de que sean confirmados, los expertos apuntan que este cohete tiene un alcance de 13.000 kilómetros: suficiente, efectivamente, para llegar a cualquier ciudad del territorio continental estadounidense. La vieja ambición del régimen norcoreano, que calcula que la posibilidad de recibir un ataque en su propio territorio disuadirá a Washington de cualquier acto abiertamente hostil contra Pyongyang.
“Si hubiera volado en una trayectoria estándar, en lugar de esta trayectoria elíptica, este misil hubiera tenido un alcance de más de 13.000 kilómetros. Es significativamente más que las pruebas norcoreanas previas de largo alcance, que volaron en trayectorias elípticas durante 37 minutos (4 de julio) y 47 minutos (28 de julio). Un misil como este tendría un alcance más que suficiente para alcanzar Washington y, de hecho, cualquier parte de la masa continental estadounidense”, ha indicado el especialista David Wright, de la Unión de Científicos Preocupados, en el blog All Things Nuclear.
En una comparecencia en televisión, la veterana presentadora Ri Chun-hee, que se reserva para anunciar únicamente las noticias que el régimen norcoreano considera de especial importancia, informó del acontecimiento. “Kim Jong-un ha declarado con orgullo que ya hemos logrado finalmente nuestra gran causa histórica de completar un Estado de fuerza nuclear, la causa de crear una potencia de misiles”, proclamó Ri, toda una personalidad en su país.
“El gran éxito de la prueba del misil intercontinental Hwasong-15 es una victoria impagable ganada por el gran y heroico pueblo de la República Democrática Popular de Corea”, añadió la presentadora.
Corea del Norte ya había asegurado este verano que su meta era lograr el "equilibrio" de fuerza con Estados Unidos. Su autoproclamación de este miércoles como Estado nuclear parece apuntar que cree haberlo logrado, y que ahora siente puede hablar de igual a igual con Washington. Aunque se desconoce qué impacto pueda tener, si tiene alguno, en la frecuencia de sus pruebas de misiles.
En un intercambio de amenazas e insultos cada vez más desenfrenado, el líder supremo norcoreano ha dejado claro al que considera su mayor enemigo, el presidente estadounidense Donald Trump, que no piensa parar su programa nuclear hasta alcanzar su objetivo. Una meta que, según advierten los analistas tanto en Estados Unidos como en Corea del Sur y Japón, está cada vez más cerca. Cada prueba que lleva a cabo Pyongyang presenta un avance técnico, de mayor o menor cuantía, hacia aquello que Washington considera absolutamente inadmisible.
“Probablemente Corea del Norte efectuará nuevas pruebas de misil en los próximos meses, y uno de ellos será [de un proyectil con una trayectoria] completamente horizontal sobre Japón y hacia el Pacífico, para demostrarle al mundo que posee un misil intercontinental con un vehículo viable de reentrada [en la atmósfera terrestre]. Una prueba horizontal se necesita para probar por completo y dar por válido un vehículo de reentrada”, apunta el analista Scott Seaman, de la consultora Eurasia Group, en una nota.
El regreso a tierra de un misil, de modo que llegue al punto deseado sin desintegrarse debido al fuerte calor y la presión por el roce de la atmósfera es uno de los aspectos más complicados a la hora de diseñar un cohete fiable. Los expertos dudan de que Corea del Norte ya haya llegado a ese punto, aunque dan por seguro que lo conseguirá antes o después.
Trump, que ha asegurado que “¡no ocurrirá!” que Corea pueda completar su programa nuclear y ha amenazado al régimen de Kim Jong-un con la “destrucción completa” de su país, ha reaccionado de manera extrañamente lacónica, por el momento. “Nos vamos a ocupar de ello”, se ha limitado a decir.
Japón, Estados Unidos y Corea del Sur han solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, para este mismo miércoles. En ella es posible que se debata una nueva ronda de sanciones, la segunda desde septiembre y la novena en total control el programa norcoreano, para tratar de estrangular su economía y aislar aún más a este país de los sistemas internacionales de finanzas y transporte.
El lanzamiento “es un claro mensaje de desafío”, ha declarado en Pekín Daniel Russel, antiguo secretario de Estado de EE UU para Asia en la Administración de Barack Obama. Un desafío no solo para Estados Unidos y sus aliados, ha puntualizado, sino también “un comportamiento insultante” para China, que a lo largo de este año ha aumentado la presión sobre su vecino y supuesto gran aliado.
Pekín envió hace diez días a un mensajero personal del presidente Xi Jinping, Song Tao, a Pyongyang. Pero Song no consiguió ser recibido por Kim Jong-un -según algunas versiones, en sus reuniones con otros funcionarios ni siquiera se le ofreció agua- y el viaje concluyó en fracaso.
El lapso de dos meses entre el lanzamiento previo y la prueba de este miércoles había suscitado conjeturas de que Corea del Norte pudiera estar refrenando su comportamiento para abrir la puerta a un diálogo. Un diálogo al que el propio Trump había hecho un guiño durante su reciente gira por Asia. En ese caso, las esperanzas de negociación habrían sufrido un revés. Pero Russel restó importancia al momento elegido para el nuevo disparo, el número veinte en lo que va de año. Según el exalto funcionario, las fechas para este tipo de pruebas “están motivadas sobre todo por factores técnicos, que el misil esté listo o no”.
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