200.000 muertos después, siguen las matanzas por armas de fuego en EE UU
Tras la masacre de Texas, el país conmocionado vuelve a enfretarse al irresoluble debate del control de armas
Washington
Vecinos de Sutherland Springs (Texas) en una vigilia por los fallecidos. M. K. (REUTERS) / EPV
Otro mes, otra masacre. Octubre arrancó con la peor matanza por armas en la historia de Estados Unidos. 60 personas murieron y más de 500 resultaron heridas, víctimas de los disparos de un tirador apostado en la ventana de un hotel en Las Vegas. Este domingo, un exmilitar asesinó a 26 personas e hirió al menos a otras 20 mientras celebraban misa en un pueblo rural de Texas. Noviembre empezó con otra masacre indiscriminada, la quinta más letal de la historia del país.
La posesión de armas volverá a ser tema de debate político y social durante los próximos días. Es parte de la resaca que azota a EE UU cada vez que sufre un baño de sangre aleatorio como el de este domingo en Sutherland Springs, un pueblo de menos de 700 habitantes. Quienes defienden el uso de las armas, amparado por la Constitución, afirmarán, como ya ha hecho un comentarista republicano que “no fue el arma en las manos del asesino, sino el mal en su corazón” lo que provocó la tragedia. Por su parte, los defensores de mayores controles para la adquisición de armamento pedirán, como hizo el expresidente Barack Obama, que la ocasión sirva para entender qué pasos concretos se pueden tomar para reducir la violencia y el armamento entre civiles.
¿Cuántas muertes serán necesarias para que el consenso se imponga a la polarización sobre este asunto? Cada año mueren cerca de 34.000 personas por las armas en EE UU; una media de 93 por día, según datos de Campaign Brady, una organización activista a favor de mayor regulación. Este domingo, además de los 26 cadáveres de la masacre, otras 16 personas murieron a tiros en el país. Un total de 42.
En el último mes ha habido 5.778 incidentes con armas y 1.490 muertos. Desde 2011, más de 200.000 personas han muerto por las balas en EE UU.
Los cálculos establecen que hay nueve armas por cada diez ciudadanos. Un estudio del Congreso determinó en 2012 que había 310 millones de armas, once millones menos que la población del país. En el coche de Devin Kelley, que utilizó un rifle semiautomático Ruger AR, la policía encontró numerosos rifles. En la habitación de hotel del tirador de Las Vegas, las autoridades hallaron 23 armas.
Es habitual que después de este tipo de matanzas se presenten iniciativas legislativas, principalmente por parte de miembros del Partido Demócrata, para imponer medidas como exámenes psicológicos o repasos al historial delictivo del comprador. Tras la conmoción colectiva por la muerte en 2012 de 20 niños en un colegio de Connecticut a manos de un tirador, una ola de presión hizo creer en un posible cambio. Apoyados por numerosos lobbies, senadores demócratas como la veterana Dianne Feinstein presentaron propuestas de ley en el Congreso. El mismo presidente Obama hizo un llamamiento para mayores controles y solicitó a su vicepresidente, Joe Biden, que dirigiera una comisión de investigación sobre el tiroteo. Pese a los esfuerzos de algunos de los políticos de mayor rango del país, la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) logró evitar la aprobación de cualquier legislación que mermase su potente negocio.
A lo largo del domingo, como parte de la rutina ya habitual tras cada tiroteo masivo, políticos republicanos mostraron sus condolencias y enfatizaron que sus plegarias y oraciones serían hoy por las víctimas y sus familias. Las 26 personas que esta mañana perdieron la vida ya estaban rezando, y acudían a misa como cada domingo. Eso no les salvó de morir a balazos.
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