Una carta de Londres, 67 palabras, 100 años sin paz
Israel evoca la Declaración Balfour como germen del Estado judío; los palestinos, como preludio de su retroceso territorial
Jerusalén
Arthur Balfour, cuarto por la derecha, en 1925 en una visita aTel Aviv. AFP
Una carta datada el 2 de noviembre de 1917 —un año antes de que concluyera la Primera Guerra Mundial—, con una sola frase de 67 palabras es recordada en Oriente Próximo de forma enfrentada. En Israel, la declaración firmada por el secretario del Foreign Office Arthur Balfour, en la que expresaba el respaldo del Gobierno británico al establecimiento en la provincia otomana de Palestina de “un hogar nacional para el pueblo judío”, es considerada como la primera piedra del Estado hebreo, fundado en 1948. Para los palestinos, que hace 100 años representaban el 90% de la población en la región, la misiva del Ejecutivo de Londres marca en la memoria colectiva el inicio de un imparable retroceso territorial. Su repliegue desde la partición aprobada por la ONU hace 70 años, que precedió a un conflicto armado en el que 750.000 palestinos tuvieron que dejar sus hogares, se ha prolongado hasta nuestros días con la ocupación militar tras la guerra de 1967.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, celebrará el centenario en Londres, junto con la jefa del Gobierno británico, Theresa May. “La Declaración Balfour reconoció la Tierra de Israel [denominación bíblica de la Palestina otomana] como hogar nacional para el pueblo judío y avanzó las medidas para establecer el Estado de Israel (...) y le proporcionó impulso internacional”, aseveró el mandatario ante su Gabinete.
A su vez, los dirigentes palestinos encabezarán mañana una manifestación en Ramala, sede administrativa de su autogobierno, para reclamar a Reino Unido que pida perdón por la comunicación diplomática de 1917. El primer ministro de la Autoridad Palestina, Rami Hamdalá, ha exigido a Londres que se disculpe por la “injusticia histórica” cometida hace un siglo en la conocida en el mundo árabe como Promesa Balfour.
La carta enviada por el entonces ministro de Exteriores británico a lord Walter Rothschild, destacado representante de la comunidad judía en Reino Unido, es interpretada en clave actual por las partes en liza en el conflicto israelo-palestino. Una aproximación histórica denota que, antes incluso de tomar el control territorial de Tierra Santa, el Gobierno imperial de Londres necesitaba garantizarse el control del canal de Suez para mantener la comunicación con sus colonias en Asia.
Para ello buscó atraerse el apoyo de los judíos mediante la Declaración Balfour. También cortejó el de los árabes, como refleja la correspondencia mantenida por el alto comisionado en Egipto, Henry McMahon, con el jerife de La Meca, Husein bin Alí, a quien el militar británico prometió la independencia si apoyaba a los aliados contra el Imperio Otomano. Como anticipo, despachó a su servicio en calidad de asesor al oficial de inteligencia Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia.
En un centenario que discurre entre la leyenda y la diplomacia de guerra, los palestinos no suelen hacer referencia a una cláusula de advertencia incluida en la propia Declaración Balfour: “En el bien entendido de que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina”. El actual secretario del Foreign Office, Boris Johnson, se ha encargado de recordar que esta salvaguarda “no se ha ejecutado por completo”, y la reivindica ahora al sostener la solución de los dos Estados —el de Israel y el de Palestina— como salida al centenario conflicto.
Pese a las declaraciones y promesas de 1917 —los kurdos también recibieron un ofrecimiento de Estado propio por su contribución a la derrota otomana, que no fue recompensado tras la guerra—, británicos y franceses ya se habían repartido un año antes los despojos del enemigo en Oriente Próximo en el llamado Acuerdo Sykes-Picot, que reservaba a la provincia de Palestina el estatuto de territorio bajo control internacional. La Sociedad de Naciones acabó adjudicando en 1922 un mandato a Reino Unido para administrar en exclusiva el territorio de Tierra Santa.
Rebelión y atentados
Desde entonces y hasta 1935 la población judía en la Palestina británica pasó de algo menos del 10% a un 27%. Las autoridades de Londres, sin embargo, redujeron los cupos de inmigración judía poco antes de la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1944 grupos armados clandestinos hebreos se rebelaron contra las fuerzas británicas en un alzamiento que tuvo su expresión más reconocible en el atentado con bomba contra el hotel King David de Jerusalén —que albergaba instalaciones civiles y militares británicas—, donde murieron 92 personas.
Israel celebrará la Declaración Balfour con una ceremonia en la Knesset (Parlamento) que contará con la ausencia de los diputados árabes israelíes, representantes de una comunidad que agrupa a la quinta parte de la población del Estado hebreo. Cien años después de la polémica carta de Londres, ondearán banderas negras en los edificios oficiales de la actual Palestina
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