Esta madrugada veia la expresión sorprendida, triste, preocupada, amarga de mis conciudadanos, los pequeños productores rurales de Entre Ríos. Gente de "Laburo" que no tiene almanaque, no tiene horarios, pero que agacha la cabeza y dobla el lomo para hacer una tarea dura, que muchos quieren evitar a toda costa porque el esfuerzo es monumental y la retribución no es buena.
Alcanza con ver con las caras. Sobra apreciando las vestimentas.
Pero la gente con mayúsculas piensa con la cabeza. No con el rostro y mucho menos con las ropas.
La gente de mi tierra es simple.
Si tiene con qué, se da el gusto. De lo contrario se arregla con lo puesto.
No obstante ello, hace muchos años que se viene fabricando una porción de la sociedad que no sabe agarrar una pala, mucho menos hacer un pozo, ni qué hablar de clavar un poste o de estirar un alambrado. Esa es tarea para los que nacieron en la lejanía.
La ARGENTINA FEDERAL esa que recitan los libros es una visión deformada de la realidad. Sencillamente NO EXISTE.
TRISTE.
En las ciudades, de cualquier provincia y desde luego en la propia Capital Federal, trabajan miles personas en distintas tareas. La sociedad humana ha hecho un culto al "escritorio" y por lo tanto, cuando pueden sus miembros se refugian en sus títulos y honores para que su trabajo brille más. Tal como están las cosas en el mundo eso es necesario. Sin computadora, esta civilización no podría existir... sin embargo apenas el 8% de la población mundial tiene acceso a ella y con las limitaciones lógicas de los idiomas se reduce el acceso genuino a la información.
Lo mismo ocurre con los teléfonos celulares. Si estás en el radio de la antena todo bien, pero si te vas del alcance quedas aislado, marginado, depreciado, como la gran mayoría.
Entiendo que esta civilización está construida sobre la base de la llave para aprender y apagar la luz. Esta cultura ya no sabe lo qué es ni qué significa la oscuridad. Cuando llega, simplemente hace click. Ya está. Todo bien.
Miles de personas que no saben lo que es vivir sin heladera, sin lavarropas, sin audio, sin TV, sin aspiradora, enceradora, agujereadora eléctrica, cualquier cosa que se enchufe y tenga una tecla para hacer click y ande. A pesar de ello, no debemos perder de vista que la humanidad ha transcurrido más tiempo sin confort que con él. En relación matemático-concreta tenemos una relación de tiempo de 100.000:1 en favor de vivir sin la ayuda del enchufe. Pero claro, nos acostumbramos rápido a aquello que nos ahorra energías y nos da placer.
La cuestión es que la gente que tiene acceso a la comodidad como conjunto de cosas que te resuelven los esfuerzos, es la que por una extraña casualidad del destino, toma las decisiones que alteran, modifican, complican, entorpecen, traban, el trabajo de todos aquellos que nos dan de comer, no porque lo paguen sino porque si ellos no hicieran lo que hacen, el imperio del escritorio estaría francamente muerto.
No podrían existir los títulos de universidades privadas o públicas, no podría existir el pensamiento abstracto, no podría generalizarse el hecho cultural, porque habría que criar las gallinas cuyas plumas le producen alergia a muchos. Peor aún, habría que ensuciarse las manos con barro o caerse arriba de una montaña de bosta vacuna.
He ahí la diferencia.
El imperio del escritorio aporta satisfacciones porque brinda mejores réditos sin esfuerzo físico.
Este imperio, entonces, se va conformando con un montón de gente que sigue sin saber lo que es el sudor corriendo por la frente, arando a las tres de la madrugada, haga o no calor, llueva o truene, con o sin cambio climático. Por ende, tampoco conoce el ángulo de una pala plana respecto de la otra que llamamos de punta (puntear). Ellos saben que abriendo una canilla sale agua y eso hay que aprovecharlo. Nadie de estos es consciente que mientras el agua corre hay cientos de miles de prójimos que esperan que llueva para saciar la sed. Ni que hablar de bañarse.
He ahí otra diferencia.
Los que forman el imperio de escritorio viven en un mundo virtual donde el grupo se protege fabricando oportunidades de convivencia, por ejemplo mediante un partido de tenis, un football 5, o actividades similares como correr o andar en bicicleta, porque a la hora de las actividades vuelven a la cultura del enchufe. Hacen click, ingresan en google, en yahoo o similares y todo regresa a la normalidad. Virtual.
Pero dado que han aprendido del marketing y la ciencia de los negocios, toman decisiones grandes o pequeñas que afectan a los terceros ya sea porque les venden cosas o marcan tendencias de consumo o imponen ideas mediáticas para que el "consumo" continúe resolviendo sus vidas.
Realmente es lindo esto de manejarle la vida al resto.
Curiosamente, este imperio de escritorio reúne a un montón de funcionarios políticos y técnicos de cualquier Gobierno, los que la mayoría de las veces nunca han visto una pala más que en la ferretería. Pero esos funcionarios son los que deciden justamente todo aquello que afecta a las personas que arrastran el carro. Este criterio social se viene imponiendo desde hace muchos años, tantos que ya no se sabe cuándo comenzó, quizás en tiempos de los romanos o peor en los de los egipcios.
Esos mismos funcionarios políticos que se dicen democráticos son los que deciden que esta gente pobre, apenas si merece vivir para hacer el trabajo duro, pero generan, fabrican, condicionan, limitan, entorpecen una realidad de modo de apropiarse de sus bienes, directa o indirectamente.
El sometimiento dirigido es un acto humano antiguo.
Esos mismos funcionarios políticos contratan a otros técnicos que respalden sus acciones e inteligencias. Estos últimos funcionan al modo de fusibles, esto es que cuando a los primeros ya no le son útiles los despiden permitiendo que se construyan curriculums de virtualismo empírico. Mucho título, mucha historia, poco contenido genuino.
Tomando los últimos siete años de la historia Argentina, justamente esta circunstancia, mecanismo, procedimiento o similar, enseña un notable crecimiento. Significativo dirían los que manejan estadísticas. Así, de una ARGENTINA destruida, marginada, empobrecida, diezmada y pulverizada por la incapacidad de gestión de la década del noventa, pasamos a una ARGENTINA reluciente por obra y gracia de vaya a saber qué hado de la naturaleza. No obstante ello, las gentes (mayoría) que viven y transcurren sus días en dicho país, suyo y mío pero esencialmente con dueños políticos K o de los otros, sigue empobrecida, marginada, usada, por el prolijo manejo de indicadores y políticas que afectan la vida de los demás mientras unos pocos se llenan los bolsillos y se compran zapatos de mil euros.
No está mal que se compren carteras de cinco mil dólares o autos importados ya que eso sirve para dar el ejemplo de lo que se debe hacer para alcanzar la posición de "vip", "alto funcionario", etc.
Claro está, el resto sigue o si se quiere "seguimos" caidos del sistema.
Sin alternativas.
Sin opciones.
Porque en los noventa gran parte de la sociedad perdió la cultura del trabajo, así como luego perdió el techo y ni qué hablar de los servicios elementales.
La clase política posterior a los noventa pero del mismo signo y color, ha cultivado prolijamente el sostenimiento de la circunstancia, léase: fabricar la situación para que la gente pierda su dignidad y se arrodille a cambio de un mendrugo de pan.
Son muchos, somos muchos, los que están o estamos tristes, fané, descangallados, pero sin percha porque ya no hay ni dónde colgarla ni qué ponerle.
La diferencia entre los noventa y esto es que en aquel tiempo las gentes perdieron sus derechos ciudadanos mientras ejercían un "rivaival" (mirá cómo te lo digo) del "deme dos". ¿Y ahora?... bueno, ahora no tenemos derechos ciudadanos (salvo votarlos a los mismos de siempre, pero peores), hemos perdido además el derecho a la propiedad privada y estamos en camino perder la dignidad social ya que la personal en muchos de los casos individuales ya no existe.
Estos funcionarios políticos, y sus técnicos, han aprovechado la oportunidad incluso para fabricar nuevos mecanismos de producción, por ejemplo: narcotráfico, juego, venta de bebidas energizantes, placer telefónico, pornografía virtual, secuestros, asesinatos, robos, tráfico de órganos, etc., ya que manejando las variables judiciales todo finalmente permanecerá impune, digamos olvidado.
En esta descripción pseudo minuciosa del infierno nuestro de cada día, vivimos la mayoría de los argentinos que sólo servimos para votar a los mismos de siempre.
No obstante ello, se percibe que el "juicio final" está cerca.
A la vuelta de esquina.
¿Por qué?
Porque ahora en el nuevo modelo K, la familia que se ha apoderado del poder, ha decidido apropiarse de los restos de nuestra tierra.
Hablan de reforma, pero en realidad generan la circunstancia para que todo empeore de forma que los pobres deban pedir al rey o a la reina que les concedan alguna indulgencia para seguir respirando.
No sé si recuerdan, así comenzó la Revolución Francesa (sucedía algo parecido).
No sé si recuerdan, así aconteció la caída de los Zares (pasaba algo semejante).
No sé si recuerdan, cuántos inocentes fueron sacrificados por la desidia de esta clase humana que se viste de cordero pero que en realidad son lobos que viven de la rapiña.
La historia vuelve a repetirse... mi muñequita dulce y rubia,
la misma luz, la misma lluvia,
el mismo, mismo loco afán.
Dios se apiade de nosotros.
En el OLIMPO, léase Balcarce 50, todo sigue igual.
Sábado, 29 de marzo de 2008.
LUZ
Hace 4 horas
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