¡Hola, Victor Norberto (el dispreciau)!
Más del 90 por ciento de los embriones con síndrome de Down son abortados. A eso se le llama genocidio. Un genocidio en toda regla.
Y sin embargo...
Los niños Down a los que esta intransigente y cruel sociedad abortista permite vivir, terminan desfilando en la Semana de la Moda de Nueva York, o dictando conferencias en universidades de todo el mundo, o formando ejemplares comunidades religiosas contemplativas.
Las Pequeñas Hermanas Discípulas del Cordero es una comunidad formada actualmente por 10 monjas. Ocho de ellas nacieron con el síndrome de Down.
La hermana Véronique es una de ellas:
“Han pasado 34 años desde que sentí la llamada de Jesús. He intentado conocer a Jesús leyendo la Biblia y el Evangelio.
Nací con una discapacidad llamada síndrome de Down. Soy feliz, amo la vida. Rezo, pero estoy triste por los niños con síndrome de Down que no sentirán esta misma alegría de vivir.”
La hermana Véronique proclama con entusiasmo que “mi mayor alegría es ser la esposa de Jesús.”
Sus superioras lo tienen clarísimo:
"¡Sus almas no están incapacitadas! Al contrario, están más cerca del Señor, se comunican con Él más fácilmente. Las hermanas hábiles de la comunidad aprecian particularmente su capacidad de perdonar, la capacidad de animar a sus hermanas encontrando la frase correcta de la Biblia que da sentido al día."
Almas muy, muy capacitadas. Como la del padre de Sader, un joven de 21 años.
Sader goza de un lujo reservado solo al 10 por ciento de los síndromes de Down que la sociedad no sacrifica en los abortorios: a su padre le dejaron vivir.
"Estoy en tercer año de Odontología. Es cierto: mi padre tiene Síndrome de Down. Pero eso no impidió que fuera un marido ejemplar, un líder de su familia, y que me criara con más amor y cuidados de lo que es posible imaginar.
Gracias a él, crecí con fortaleza emocional y logré cuanto me propuse. Si pudiera elegir un padre, no tengo duda alguna: lo elegiría a él.
Hizo todo el esfuerzo posible para que yo tuviera una vida normal en todo sentido: afectiva, económica y psicológica. Me encanta cuando me presenta y dice ‘Mi hijo es médico’.”
Hay muchos síndromes de Down que brillan por su inteligencia o por su profesionalidad, como nuestro Pablo Pineda, primer europeo con síndrome de Down que terminó una carrera universitaria (¡y va camino de la segunda!).
Así que Emmanuel no es un caso excepcional. Tiene 20 años, habla perfectamente inglés, español, francés y... ¡latín!
Es un violinista reconocido, que ha tocado con orquestas sinfónicas, y un celebrado conferenciante en Estados Unidos.
Otra historia. Sofía. 22 años:
"Un día me miré al espejo y me dije: yo voy a ser modelo y yo voy a llegar a New York. Y aquí estoy. ¡Lo logré!”
Este año Sofía Jirau ha desfilado en la New York Fashion Week con su síndrome de Down.
La sociedad está prescindiendo (en realidad quería escribir “exterminando”) del 90 por ciento de talento de los niños con síndrome de Down a los que no se permite nacer.
La asociación Down España ha publicado Mis primeras preguntas, un texto imprescindible para las afortunadas familias en cuyo seno va a nacer un niño Down.
Esta publicación responde a las preguntas que todos nos hacemos cuando pensamos en estos niños, los tengamos en casa o nos crucemos con ellos por la calle: ¿en qué consiste el síndrome de Down? ¿Qué tengo que hacer? ¿Seré capaz de educarlo? ¿Qué le ocurrirá cuando nosotros faltemos?
Así hasta 12 preguntas que abordan asuntos como la educación, las relaciones interfamiliares de estos niños o los lugares a los que acudir en busca de información rigurosa.
¡Que esta lectura nos ayude a denunciar con más empeño el genocidio de niños Down!
(el dispreciau)
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