2012: otro paso atrás para el empleo
Las previsiones vaticinan que este año se destruirán entre 350.000 y 400.000 puestos de trabajo - Los ajustes fiscales y la falta de crédito impulsan el paro
MANUEL V. GÓMEZ - Madrid - 08/01/2012
El mercado laboral español no toca suelo. En 2011 iba a empezar a levantar cabeza y acabó peor que en 2010. La economía se enfrió tanto que ha vuelto a contraerse. La factura cobrada en puestos de trabajo es muy alta: la Seguridad Social perdió casi 2.700 afiliados al día desde agosto. Y el panorama no cambia. Nadie espera mejoras este año y, en consecuencia, el paro se agravará aunque pueda parecer imposible, uno de cada cinco españoles que quieren y pueden trabajar no tiene donde hacerlo. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que España no acabe 2012 encadenando cinco años de destruyendo empleo.
"España va a estar en recesión todo 2012. El empleo va a caer y mucho", vaticina Ángel Laborda. Este economista dirige el panel de coyuntura de Funcas que recoge las previsiones de los principales servicios de estudios del país, que el pasado noviembre vaticinaban una caída media de la ocupación en 2012 del 1,2% y una tasa de paro del 22,2%, seis décimas por encima de la última encuesta de población activa.
Desde entonces todo ha empeorado. El crédito no circula y el déficit público ha escalado hasta el 8%. El ajuste fiscal será mucho mayor de lo previsto. "Será un paso atrás muy fuerte. No va a ser una simple recesión de inventario. Nunca se ha dado una recaída en la restricción de crédito tan fuerte", explica José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. Díez, como la mayoría servicios de estudios consultados para este reportaje, está revisando sus previsiones de noviembre. Y lo hace a peor. A mucho peor. Según sus cálculos, todavía por concretar, el paro este año se situará entre el 23% y el 23,5% y se destruirán unos 400.000 empleos.
Hasta ahora, el peor pronóstico de empleo para 2012 lo tenía AFI, el 23,1%. Pero, según explica José Antonio Herce, tras las medidas de ajuste que el Gobierno tomó la semana pasada está enfriando sus previsiones. Y la de paro y su reverso, la de empleo, empeorarán. Sin duda. También lo ven así desde Alemania, el Instituto de la Economía Mundial, sitúa el desempleo en el 23,6%. Con estos números, dependerá de la evolución de la población activa si se llega o no a los 5,5 millones de parados.
"La economía española está atrapada entre dos tenazas: la de la restricción crediticia, que se ha agravado por la crisis de deuda soberana, y la del ajuste fiscal que incide sobre una economía totalmente estrangulada. La mejora dependerá de si se afloja la primera tenaza, porque el ajuste seguirá por años", analiza Laborda.
Cuando se trata del mercado laboral, los recortes se dirigen a los servicios. Hasta ahora, el empleo público había evitado un hundimiento aún mayor del trabajo durante la crisis, pero las últimas cifras de afiliación a la Seguridad Social muestran el desfallecimiento por este lado.
Hasta que lo sucedido en verano trocó la débil recuperación en otra recesión, todos los sectores, menos la construcción, comenzaban a crear empleo. Ahora todos vuelven a triturarlo. A los servicios les pesa el ajuste fiscal y el desplome del consumo interior; a la industria, el enfriamiento de la economía mundial que lastra las exportaciones, único foco de esperanza hasta hace poco; y el ladrillo, prosigue con una caída libre que hasta el momento se ha llevado por delante 1,4 millones de empleos, sin contar los de las manufacturas afines.
"La construcción va a caer a un ritmo del 15% o el 16% todo el año", pronostica Laborda. Menos pesimista es Díez que ya no ve mucho margen para que siga cayendo. Joaquín Trigo, del Instituto de Estudios Económicos, cree que en la rehabilitación de viviendas hay margen de mejora. Es el único entre los consultados. Sobre los ajustes, Trigo defiende su necesidad porque así se mejora la perspectiva para el futuro.
Para invertir la situación, el nuevo Gobierno ha prometido presentar una reforma laboral a muy corto plazo, tal vez el próximo viernes. Pero los resultados no serán inmediatos. "Estos cambios surten efectos a medio plazo", explica Herce. "Es como poner un buen coche a punto. Está en condiciones de correr, pero si le falta la gasolina no hay nada que hacer. Y la gasolina es el crédito", compara Laborda.
En un tono inusualmente pesimista en él, José Carlos Díez explica que Europa afronta un escenario futuro a la japonesa. Es decir, una caída de la actividad económica y un estancamiento por años (Japón lleva más de una década así). "Eso, países como Alemania se lo pueden permitir porque tienen una tasa de paro muy baja. También Japón. Pero España, no. Si la economía no mejora, no baja el paro. La salida a la japonesa para nosotros es muy mala".
"España va a estar en recesión todo 2012. El empleo va a caer y mucho", vaticina Ángel Laborda. Este economista dirige el panel de coyuntura de Funcas que recoge las previsiones de los principales servicios de estudios del país, que el pasado noviembre vaticinaban una caída media de la ocupación en 2012 del 1,2% y una tasa de paro del 22,2%, seis décimas por encima de la última encuesta de población activa.
Desde entonces todo ha empeorado. El crédito no circula y el déficit público ha escalado hasta el 8%. El ajuste fiscal será mucho mayor de lo previsto. "Será un paso atrás muy fuerte. No va a ser una simple recesión de inventario. Nunca se ha dado una recaída en la restricción de crédito tan fuerte", explica José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. Díez, como la mayoría servicios de estudios consultados para este reportaje, está revisando sus previsiones de noviembre. Y lo hace a peor. A mucho peor. Según sus cálculos, todavía por concretar, el paro este año se situará entre el 23% y el 23,5% y se destruirán unos 400.000 empleos.
Hasta ahora, el peor pronóstico de empleo para 2012 lo tenía AFI, el 23,1%. Pero, según explica José Antonio Herce, tras las medidas de ajuste que el Gobierno tomó la semana pasada está enfriando sus previsiones. Y la de paro y su reverso, la de empleo, empeorarán. Sin duda. También lo ven así desde Alemania, el Instituto de la Economía Mundial, sitúa el desempleo en el 23,6%. Con estos números, dependerá de la evolución de la población activa si se llega o no a los 5,5 millones de parados.
"La economía española está atrapada entre dos tenazas: la de la restricción crediticia, que se ha agravado por la crisis de deuda soberana, y la del ajuste fiscal que incide sobre una economía totalmente estrangulada. La mejora dependerá de si se afloja la primera tenaza, porque el ajuste seguirá por años", analiza Laborda.
Cuando se trata del mercado laboral, los recortes se dirigen a los servicios. Hasta ahora, el empleo público había evitado un hundimiento aún mayor del trabajo durante la crisis, pero las últimas cifras de afiliación a la Seguridad Social muestran el desfallecimiento por este lado.
Hasta que lo sucedido en verano trocó la débil recuperación en otra recesión, todos los sectores, menos la construcción, comenzaban a crear empleo. Ahora todos vuelven a triturarlo. A los servicios les pesa el ajuste fiscal y el desplome del consumo interior; a la industria, el enfriamiento de la economía mundial que lastra las exportaciones, único foco de esperanza hasta hace poco; y el ladrillo, prosigue con una caída libre que hasta el momento se ha llevado por delante 1,4 millones de empleos, sin contar los de las manufacturas afines.
"La construcción va a caer a un ritmo del 15% o el 16% todo el año", pronostica Laborda. Menos pesimista es Díez que ya no ve mucho margen para que siga cayendo. Joaquín Trigo, del Instituto de Estudios Económicos, cree que en la rehabilitación de viviendas hay margen de mejora. Es el único entre los consultados. Sobre los ajustes, Trigo defiende su necesidad porque así se mejora la perspectiva para el futuro.
Para invertir la situación, el nuevo Gobierno ha prometido presentar una reforma laboral a muy corto plazo, tal vez el próximo viernes. Pero los resultados no serán inmediatos. "Estos cambios surten efectos a medio plazo", explica Herce. "Es como poner un buen coche a punto. Está en condiciones de correr, pero si le falta la gasolina no hay nada que hacer. Y la gasolina es el crédito", compara Laborda.
En un tono inusualmente pesimista en él, José Carlos Díez explica que Europa afronta un escenario futuro a la japonesa. Es decir, una caída de la actividad económica y un estancamiento por años (Japón lleva más de una década así). "Eso, países como Alemania se lo pueden permitir porque tienen una tasa de paro muy baja. También Japón. Pero España, no. Si la economía no mejora, no baja el paro. La salida a la japonesa para nosotros es muy mala".
Una factura que no mengua bastante
El gran aumento del paro ha sido uno de los elementos determinantes para descuadrar las cuentas públicas. Lo ha hecho por el lado de los ingresos. Pero sobre todo las ha descuadrado el incremento del gasto. En 2007, el Ministerio de Trabajo pagó 14.780 millones en prestaciones, un 1,4% del PIB. Las cotizaciones de los asalariados y empresario bastaban para pagar la factura.
Al año siguiente las cuotas ya no recaudaron lo suficiente. En 2010, el gasto en prestaciones tocó techo: más de 32.000 millones. Y la recaudación cayó con el empleo. El Estado tuvo que poner más de 15.000 millones recaudados por la Agencia Tributaria.
La persistencia de la crisis y la ausencia de empleo hacía pensar que esta partida menguaría de la forma menos deseada: las prestaciones y los subsidios no son eternos. Así sucedió a finales de 2010 y comienzos de 2011.
Pero la recesión ha vuelto. Los despidos regresan. Y las solicitudes para cobrar el paro en los últimos meses muestran que esta factura caerá menos de lo previsto. En octubre y noviembre aumentó el número de parados que pedían prestación, un 0,9% y un 6,4% sobre el mismo mes de 2010, respectivamente. Y la bajada del gasto mes a mes es cada vez menor.
Al año siguiente las cuotas ya no recaudaron lo suficiente. En 2010, el gasto en prestaciones tocó techo: más de 32.000 millones. Y la recaudación cayó con el empleo. El Estado tuvo que poner más de 15.000 millones recaudados por la Agencia Tributaria.
La persistencia de la crisis y la ausencia de empleo hacía pensar que esta partida menguaría de la forma menos deseada: las prestaciones y los subsidios no son eternos. Así sucedió a finales de 2010 y comienzos de 2011.
Pero la recesión ha vuelto. Los despidos regresan. Y las solicitudes para cobrar el paro en los últimos meses muestran que esta factura caerá menos de lo previsto. En octubre y noviembre aumentó el número de parados que pedían prestación, un 0,9% y un 6,4% sobre el mismo mes de 2010, respectivamente. Y la bajada del gasto mes a mes es cada vez menor.
REPORTAJE: Primer plano
Año nuevo, nuevo ajuste
Los expertos advierten de que las primeras medidas del Gobierno traerán más recesión a corto plazo
ALEJANDRO BOLAÑOS 08/01/2012
Que el nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, haya ofrecido al diario británico Financial Times, referente en el mundo financiero europeo, la primera entrevista a un medio de comunicación escrito es un signo de los turbulentos tiempos que vive la economía española. Como lo es que el Gobierno de Mariano Rajoy, en apenas una semana, haya anunciado un ajuste presupuestario, de 15.000 millones de euros, tan drástico como el que estigmatizó al Ejecutivo de su antecesor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Más aún, se da por descontado que aguarda otro ajuste aún mayor a la vuelta de la esquina -o lo que es lo mismo, de las elecciones autonómicas en Andalucía, el próximo mes de marzo-. Y que todo ello contribuirá a agravar la recesión y el paro.
El nuevo Gobierno del PP justificó su primer paquete de medidas (9.000 millones de recorte de gasto, 6.000 millones por subidas de impuestos) precisamente en el desvío "inesperado" del déficit público en 2011, del 6% al 8% del PIB. Y, en buena medida, el mecanismo de retroalimentación entre ajuste público y falta de crecimiento ya se ha puesto en marcha: los ingresos públicos flaquean por la caída de la actividad, muy acusada tras el recrudecimiento de la crisis financiera el pasado verano; y la promesa de nuevos ajustes se notará más pronto que tarde en las previsiones económicas de los expertos.
"Estas medidas, y las que muy probablemente se recojan en la presentación de los Presupuestos, a finales de marzo, van a tener un efecto contractivo sobre el crecimiento, sobre todo a corto plazo", anticipó esta semana el Instituto Flores de Lemus, de la Universidad Carlos III. Entre los 18 servicios de estudios españoles que elaboran previsiones periódicas sobre el futuro más próximo, la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) fue la más pesimista, aun cuando su vaticinio sobre el déficit para el año pasado se quedó en el 7,5%. A finales de noviembre, Funcas ya auguraba una recaída en toda regla, con un retroceso del 0,5% este año y una tasa de paro del 23%. Ahora es posible que esa previsión se quede corta.
"Nuestra primera reacción fue mandar un mensaje muy claro del compromiso del Gobierno con la consolidación presupuestaria", justificó Luis de Guindos en la entrevista con Financial Times tras referir el desvío del déficit. El diario británico le insistió sobre el efecto depresivo en el crecimiento del nuevo ajuste. Un dilema al que el nuevo ministro de Economía replicó con la promesa de una "agresiva agenda de reformas estructurales" para incentivar el crecimiento a medio plazo. Y, también, con una restricción definitiva, que España tiene las manos atadas: "Ante los mercados, no podemos permitirnos decir que no vamos a hacer una política fiscal ortodoxa".
El barómetro de la táctica del PP -y en eso las distancias con los socialistas se difuminan- es la prima de riesgo, que determina el coste de financiación del sector público, y por extensión, del conjunto de la economía española. La estrategia es que, una vez que la Administración haya hecho lo que está en su mano para estabilizar la prima de riesgo, entren en funcionamiento reformas (financiera y laboral) para reabrir el grifo del crédito y facilitar la creación de empleo.
La prima de riesgo -el diferencial del interés que paga el bono español con el rendimiento del título alemán- apenas se inmutó tras el doble anuncio del desvio del déficit y del nuevo programa de ajuste. Desde que el Banco Central Europeo concediera, en diciembre, un masivo préstamo a tres años a las entidades financieras de la zona euro, la tensión se había rebajado, hasta el punto de dejar la prima de riesgo española en los 320 puntos básicos. Sin embargo, a finales de esta semana, se acercaba otra vez al nivel de los 400 puntos básicos.
El riesgo de la apuesta del PP acecha en los propios mercados, según el profesor Uxó, integrante del colectivo de académicos econoNuestra. "Parecen alabar la austeridad, pero también castigan el bajo crecimiento, que es lo que realmente cuestiona la capacidad de pagar la deuda", argumenta. Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, desvía el tiro a Europa. "Los inversores vuelven a temer que Grecia no sea capaz de cumplir las condiciones para recibir el segundo paquete de ayudas de la UE", señala.
"El juego es perverso", concede Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada, "pero el ajuste parece inevitable porque cuando los socios europeos han acordado caminar en esta dirección, no hacerlo puede tener consecuencias más graves a corto plazo". Carbó, que también es director del servicio de estudios del Banco Mare Nostrum, cree que "los mercados, en estos momentos, no van a valorar un crecimiento sin sostenibilidad fiscal". La mala reacción de los inversores al confuso segundo Consejo de Ministros del Gobierno, celebrado este jueves, se interpretó en esta clave. "Creo que es un error no intentar compatibilizar consolidación fiscal con políticas de crecimiento, pero el núcleo duro de la Unión Europea, con Alemania a la cabeza, no está por la labor", matiza Carbó.
La consolidación fiscal llevará, ahora, a más recesión. Y eso tendrá su efecto sobre lo que se pueda recaudar con el recargo temporal al IRPF (el tipo marginal pasa del 45% al 52%, con recargos, progresivos, en todos los tramos) o el aumento de la tributación por rendimientos del capital. Pero es muy difícil cuantificar en qué medida se verán comprometidos los objetivos de recaudación, y tampoco se sabe si el Gobierno ha tenido en cuenta esta posibilidad en su cálculo, que apunta a un ingreso superior a los 5.000 millones por estas dos medidas.
"Los efectos contractivos de la consolidación fiscal te van a hacer perder más o menos 33 céntimos de recaudación por cada euro previsto en el paquete de medidas", estima Jesús Fernández-Villaverde, profesor de economía de la Universidad de Pensilvania (EE UU). El investigador de la fundación Fedea es de los que cree que, ahora, no hay remedio. "Para bien o para mal, España se había comprometido a una reducción agresiva de su déficit y ahora tirarse hacia atrás podría hacerte peligrar una reputación que nosotros sí que tenemos y que, por ejemplo, los italianos han perdido", afirma.
Fernández-Villaverde defiende también que "la consolidación fiscal debería haberse realizado de manera más pausada", una exigencia que el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, llevó a la campaña electoral. Si el recorte pactado con Bruselas (del 6% al 4,4% del PIB en déficit público de 2011 a 2012) ya parecía muy ambicioso, ahora que el punto de partida se ha desviado al 8%, y en plena recesión, se antoja casi imposible. "Alemania podría llegar a permitir un ajuste más suave del déficit, pero no a corto plazo", opina Josep Oliver. En la entrevista, publicada este jueves, Luis de Guindos hizo un guiño a esta posibilidad, aunque rechazó que España abandere esa reivindicación ante el temor (otra vez) a que los mercados castiguen la falta de ortodoxia.
Pese a que el nuevo Gobierno central justificó su ajuste presupuestario por el desvío en el déficit público, más de la mitad de ese desfase corresponde a las comunidades autónomas, que habrían sobrepasado con creces el límite del 1,3% del PIB que se les adjudicaba como déficit conjunto en 2011. Con una de sus principales vías de ingreso cegada (los impuestos relacionados con la deprimida actividad inmobiliaria), las comunidades ven ahora también limitado el recurso a subir los tipos en el tramo autonómico del IRPF, una iniciativa en la que el Gobierno les ha ganado -Cataluña o Asturias ya lo hicieron la pasada legislatura- por la mano. Si igualaran el incremento adoptado por el Gobierno, los tipos máximos se irían al 59%, una medida con un coste político significativo.
A los gobiernos autonómicos se les presenta un 2012 endiablado. En las comunidades más endeudadas, el acceso a los mercados financieros es cada vez más estrecho. Además, este año tienen que devolver unos 5.000 millones al Gobierno central por los ingresos que recibieron de más en 2008 y 2009 del sistema de financiación autonómica. Los barones del PP han reclamado ya a Rajoy un aplazamiento de estos pagos.
El único camino que se deja a las comunidades es el del tijeretazo al gasto. La cura de adelgazamiento en la Administración autónoma y su sector empresarial, que habían crecido a buen ritmo en los últimos años, tiene un recorrido limitado. Más de dos tercios del gasto autonómico se destina a sanidad, educación y políticas sociales, que concentran buena parte del empleo público y de la apuesta política por el Estado de bienestar. La precaria situación financiera de las comunidades sirve para justificar recortes apresurados y cuantiosos.
"Cataluña, que suele marcar la pauta en la Administración autónoma, ha tomado ya medidas muy contundentes en educación y sanidad", recuerda Josep Oliver. Para el catedrático de la Universidad de Barcelona, más importante que el impacto directo en el crecimiento económico y en el empleo, es el efecto de estas medidas en la confianza. "La percepción de estar en crisis es mucho más acusada en Cataluña que en el resto de España", afirma.
De las medidas de gasto que ha adelantado el Gobierno -congelación de salarios y plantilla para los funcionarios, recorte en 9.000 millones de las partidas ministeriales-, lo que más llama la atención de los expertos es el reiterado (otra similitud con el anterior Gobierno socialista) tijeretazo a las políticas de apoyo a la investigación científica y a la innovación empresarial. "Algunos recortes, como los de I+D+i son incomprensibles", apunta Carbó.
Los expertos también daban por hecho que habría subida de impuestos, pese a las promesas electorales del PP. "Resultaba obvio para cualquiera que hubiese mirado los números que en España solo se podía cerrar el déficit así", señala Fernández-Villaverde. Pero como admite Oliver, la decisión de elevar la tributación de las rentas del trabajo y del capital, en vez de algún impuesto indirecto, "sorprendió a propios y extraños".
Tras la decisión del Gobierno hay mucho de cálculo político. El nuevo Ejecutivo pretendió dar contenido a la máxima de que "los que más tienen, tienen que aportar más", con recargos crecientes según los tramos de renta en el IRPF y una mayor tributación al capital. El mensaje se complementó con otras medidas para "proteger a los más débiles", como la subida del 1% en las pensiones o la prórroga de la ayuda de 400 euros para los parados que agostaron la prestación. El resultado es que el peso del aumento de la recaudación recaerá en las clases medias. Además, Rajoy se significó personalmente contra la última alza del IVA (del 16% al 18%), el impuesto indirecto con mayor potencial recaudador, cuando fue aprobado por el Gobierno socialista a mediados de 2010.
La composición del paquete fiscal divide a los expertos. "Subir el IRPF me parece una insensatez. España tiene una imposición sobre las rentas del trabajo y el capital alta, si las comparamos con nuestros vecinos, en cambio tiene un IVA aún bajo. Se debería haber subido el IVA antes que los tipos a las rentas del trabajo. Las distorsiones causadas por tipos impositivos al trabajo tan altos son tremendas, y más en una situación de depresión del mercado laboral como el que nos encontramos", apunta Juan Rubio-Ramírez, profesor de la Universidad de Duke (EE UU) e investigador de Fedea, que también carga contra la reinstauración de la deducción por adquisición de vivienda. El profesor Férnandez-Villaverde añade el incremento de otro tributo indirecto, los impuestos especiales, "para incentivar el ahorro energético y las renovables".
"A mí la orientación no me ha parecido mala, aunque echo en falta un impuesto a las grandes fortunas, cambios en la tributación de las Sicav y pactar con las comunidades la recuperación del impuesto de sucesiones", plantea Oliver. "Discutir la composición del ajuste es empezar a justificarlo", advierte Uxó, que reclama anteponer el crecimiento al déficit, algo que depende en buena parte de un cambio de estrategia en la UE. Aun así, recuerda que si "las 10 mayores empresas del Ibex soportaran realmente el tipo teórico del 30%, y no el 16% real [por las deducciones] en el impuesto de sociedades se recaudarían 5.000 millones más".
Como muchos otros, Carbó cree posible que el Gobierno "instrumente nuevas subidas en impuestos especiales o en el IVA", dado el desafío presupuestario. El alza del IVA a cambio de recortes en las cotizaciones sociales sería un paso más en la ortodoxia fiscal que abandera Luis de Guindos -el FMI y la OCDE han recomendado varias veces a España que tome esta medida-, aunque la precaria situación de la Seguridad Social, que acaba de encajar el primer déficit desde los años noventa, no lo pone fácil.
"La consolidación fiscal no nos sacará de la crisis", concluye Fernández-Villaverde. "La salida de la crisis será con reformas estructurales en profundidad, el Gobierno defiende que las va a hacer pero todavía no las hemos visto", afirma, en relación con la táctica y la estrategia de los populares. Por ahora, el nuevo Ejecutivo lo fía todo a la prima de riesgo, pero, en esa batalla, sus drásticos ajustes presupuestarios solo sirven para ganar influencia ante comunidades autónomas y la Unión Europea, los frentes decisivos.
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/Ano/nuevo/nuevo/ajuste/elpepueconeg/20120108elpneglse_2/Tes
- Otro recorte aún mayor aguarda a la vuelta de la esquina
- El barómetro de la táctica del PP, como lo fue del PSOE, es la prima de riesgo
- Las comunidades autónomas ven limitado el recurso a subir el IRPF
- El único camino que se deja a las regiones es el tijeretazo del gasto
- El aumento de la recaudación recaerá sobre las clases medias
- Llama la atención el tijeretazo a las políticas de apoyo a la I+D+i
- La subida del IVA y de los impuestos especiales podría ser el próximo paso
- El plan es seguir con las reformas financiera y del mercado laboral
El nuevo Gobierno del PP justificó su primer paquete de medidas (9.000 millones de recorte de gasto, 6.000 millones por subidas de impuestos) precisamente en el desvío "inesperado" del déficit público en 2011, del 6% al 8% del PIB. Y, en buena medida, el mecanismo de retroalimentación entre ajuste público y falta de crecimiento ya se ha puesto en marcha: los ingresos públicos flaquean por la caída de la actividad, muy acusada tras el recrudecimiento de la crisis financiera el pasado verano; y la promesa de nuevos ajustes se notará más pronto que tarde en las previsiones económicas de los expertos.
"Estas medidas, y las que muy probablemente se recojan en la presentación de los Presupuestos, a finales de marzo, van a tener un efecto contractivo sobre el crecimiento, sobre todo a corto plazo", anticipó esta semana el Instituto Flores de Lemus, de la Universidad Carlos III. Entre los 18 servicios de estudios españoles que elaboran previsiones periódicas sobre el futuro más próximo, la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) fue la más pesimista, aun cuando su vaticinio sobre el déficit para el año pasado se quedó en el 7,5%. A finales de noviembre, Funcas ya auguraba una recaída en toda regla, con un retroceso del 0,5% este año y una tasa de paro del 23%. Ahora es posible que esa previsión se quede corta.
"Nuestra primera reacción fue mandar un mensaje muy claro del compromiso del Gobierno con la consolidación presupuestaria", justificó Luis de Guindos en la entrevista con Financial Times tras referir el desvío del déficit. El diario británico le insistió sobre el efecto depresivo en el crecimiento del nuevo ajuste. Un dilema al que el nuevo ministro de Economía replicó con la promesa de una "agresiva agenda de reformas estructurales" para incentivar el crecimiento a medio plazo. Y, también, con una restricción definitiva, que España tiene las manos atadas: "Ante los mercados, no podemos permitirnos decir que no vamos a hacer una política fiscal ortodoxa".
El barómetro de la táctica del PP -y en eso las distancias con los socialistas se difuminan- es la prima de riesgo, que determina el coste de financiación del sector público, y por extensión, del conjunto de la economía española. La estrategia es que, una vez que la Administración haya hecho lo que está en su mano para estabilizar la prima de riesgo, entren en funcionamiento reformas (financiera y laboral) para reabrir el grifo del crédito y facilitar la creación de empleo.
La prima de riesgo -el diferencial del interés que paga el bono español con el rendimiento del título alemán- apenas se inmutó tras el doble anuncio del desvio del déficit y del nuevo programa de ajuste. Desde que el Banco Central Europeo concediera, en diciembre, un masivo préstamo a tres años a las entidades financieras de la zona euro, la tensión se había rebajado, hasta el punto de dejar la prima de riesgo española en los 320 puntos básicos. Sin embargo, a finales de esta semana, se acercaba otra vez al nivel de los 400 puntos básicos.
El riesgo de la apuesta del PP acecha en los propios mercados, según el profesor Uxó, integrante del colectivo de académicos econoNuestra. "Parecen alabar la austeridad, pero también castigan el bajo crecimiento, que es lo que realmente cuestiona la capacidad de pagar la deuda", argumenta. Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, desvía el tiro a Europa. "Los inversores vuelven a temer que Grecia no sea capaz de cumplir las condiciones para recibir el segundo paquete de ayudas de la UE", señala.
"El juego es perverso", concede Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada, "pero el ajuste parece inevitable porque cuando los socios europeos han acordado caminar en esta dirección, no hacerlo puede tener consecuencias más graves a corto plazo". Carbó, que también es director del servicio de estudios del Banco Mare Nostrum, cree que "los mercados, en estos momentos, no van a valorar un crecimiento sin sostenibilidad fiscal". La mala reacción de los inversores al confuso segundo Consejo de Ministros del Gobierno, celebrado este jueves, se interpretó en esta clave. "Creo que es un error no intentar compatibilizar consolidación fiscal con políticas de crecimiento, pero el núcleo duro de la Unión Europea, con Alemania a la cabeza, no está por la labor", matiza Carbó.
La consolidación fiscal llevará, ahora, a más recesión. Y eso tendrá su efecto sobre lo que se pueda recaudar con el recargo temporal al IRPF (el tipo marginal pasa del 45% al 52%, con recargos, progresivos, en todos los tramos) o el aumento de la tributación por rendimientos del capital. Pero es muy difícil cuantificar en qué medida se verán comprometidos los objetivos de recaudación, y tampoco se sabe si el Gobierno ha tenido en cuenta esta posibilidad en su cálculo, que apunta a un ingreso superior a los 5.000 millones por estas dos medidas.
"Los efectos contractivos de la consolidación fiscal te van a hacer perder más o menos 33 céntimos de recaudación por cada euro previsto en el paquete de medidas", estima Jesús Fernández-Villaverde, profesor de economía de la Universidad de Pensilvania (EE UU). El investigador de la fundación Fedea es de los que cree que, ahora, no hay remedio. "Para bien o para mal, España se había comprometido a una reducción agresiva de su déficit y ahora tirarse hacia atrás podría hacerte peligrar una reputación que nosotros sí que tenemos y que, por ejemplo, los italianos han perdido", afirma.
Fernández-Villaverde defiende también que "la consolidación fiscal debería haberse realizado de manera más pausada", una exigencia que el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, llevó a la campaña electoral. Si el recorte pactado con Bruselas (del 6% al 4,4% del PIB en déficit público de 2011 a 2012) ya parecía muy ambicioso, ahora que el punto de partida se ha desviado al 8%, y en plena recesión, se antoja casi imposible. "Alemania podría llegar a permitir un ajuste más suave del déficit, pero no a corto plazo", opina Josep Oliver. En la entrevista, publicada este jueves, Luis de Guindos hizo un guiño a esta posibilidad, aunque rechazó que España abandere esa reivindicación ante el temor (otra vez) a que los mercados castiguen la falta de ortodoxia.
Pese a que el nuevo Gobierno central justificó su ajuste presupuestario por el desvío en el déficit público, más de la mitad de ese desfase corresponde a las comunidades autónomas, que habrían sobrepasado con creces el límite del 1,3% del PIB que se les adjudicaba como déficit conjunto en 2011. Con una de sus principales vías de ingreso cegada (los impuestos relacionados con la deprimida actividad inmobiliaria), las comunidades ven ahora también limitado el recurso a subir los tipos en el tramo autonómico del IRPF, una iniciativa en la que el Gobierno les ha ganado -Cataluña o Asturias ya lo hicieron la pasada legislatura- por la mano. Si igualaran el incremento adoptado por el Gobierno, los tipos máximos se irían al 59%, una medida con un coste político significativo.
A los gobiernos autonómicos se les presenta un 2012 endiablado. En las comunidades más endeudadas, el acceso a los mercados financieros es cada vez más estrecho. Además, este año tienen que devolver unos 5.000 millones al Gobierno central por los ingresos que recibieron de más en 2008 y 2009 del sistema de financiación autonómica. Los barones del PP han reclamado ya a Rajoy un aplazamiento de estos pagos.
El único camino que se deja a las comunidades es el del tijeretazo al gasto. La cura de adelgazamiento en la Administración autónoma y su sector empresarial, que habían crecido a buen ritmo en los últimos años, tiene un recorrido limitado. Más de dos tercios del gasto autonómico se destina a sanidad, educación y políticas sociales, que concentran buena parte del empleo público y de la apuesta política por el Estado de bienestar. La precaria situación financiera de las comunidades sirve para justificar recortes apresurados y cuantiosos.
"Cataluña, que suele marcar la pauta en la Administración autónoma, ha tomado ya medidas muy contundentes en educación y sanidad", recuerda Josep Oliver. Para el catedrático de la Universidad de Barcelona, más importante que el impacto directo en el crecimiento económico y en el empleo, es el efecto de estas medidas en la confianza. "La percepción de estar en crisis es mucho más acusada en Cataluña que en el resto de España", afirma.
De las medidas de gasto que ha adelantado el Gobierno -congelación de salarios y plantilla para los funcionarios, recorte en 9.000 millones de las partidas ministeriales-, lo que más llama la atención de los expertos es el reiterado (otra similitud con el anterior Gobierno socialista) tijeretazo a las políticas de apoyo a la investigación científica y a la innovación empresarial. "Algunos recortes, como los de I+D+i son incomprensibles", apunta Carbó.
Los expertos también daban por hecho que habría subida de impuestos, pese a las promesas electorales del PP. "Resultaba obvio para cualquiera que hubiese mirado los números que en España solo se podía cerrar el déficit así", señala Fernández-Villaverde. Pero como admite Oliver, la decisión de elevar la tributación de las rentas del trabajo y del capital, en vez de algún impuesto indirecto, "sorprendió a propios y extraños".
Tras la decisión del Gobierno hay mucho de cálculo político. El nuevo Ejecutivo pretendió dar contenido a la máxima de que "los que más tienen, tienen que aportar más", con recargos crecientes según los tramos de renta en el IRPF y una mayor tributación al capital. El mensaje se complementó con otras medidas para "proteger a los más débiles", como la subida del 1% en las pensiones o la prórroga de la ayuda de 400 euros para los parados que agostaron la prestación. El resultado es que el peso del aumento de la recaudación recaerá en las clases medias. Además, Rajoy se significó personalmente contra la última alza del IVA (del 16% al 18%), el impuesto indirecto con mayor potencial recaudador, cuando fue aprobado por el Gobierno socialista a mediados de 2010.
La composición del paquete fiscal divide a los expertos. "Subir el IRPF me parece una insensatez. España tiene una imposición sobre las rentas del trabajo y el capital alta, si las comparamos con nuestros vecinos, en cambio tiene un IVA aún bajo. Se debería haber subido el IVA antes que los tipos a las rentas del trabajo. Las distorsiones causadas por tipos impositivos al trabajo tan altos son tremendas, y más en una situación de depresión del mercado laboral como el que nos encontramos", apunta Juan Rubio-Ramírez, profesor de la Universidad de Duke (EE UU) e investigador de Fedea, que también carga contra la reinstauración de la deducción por adquisición de vivienda. El profesor Férnandez-Villaverde añade el incremento de otro tributo indirecto, los impuestos especiales, "para incentivar el ahorro energético y las renovables".
"A mí la orientación no me ha parecido mala, aunque echo en falta un impuesto a las grandes fortunas, cambios en la tributación de las Sicav y pactar con las comunidades la recuperación del impuesto de sucesiones", plantea Oliver. "Discutir la composición del ajuste es empezar a justificarlo", advierte Uxó, que reclama anteponer el crecimiento al déficit, algo que depende en buena parte de un cambio de estrategia en la UE. Aun así, recuerda que si "las 10 mayores empresas del Ibex soportaran realmente el tipo teórico del 30%, y no el 16% real [por las deducciones] en el impuesto de sociedades se recaudarían 5.000 millones más".
Como muchos otros, Carbó cree posible que el Gobierno "instrumente nuevas subidas en impuestos especiales o en el IVA", dado el desafío presupuestario. El alza del IVA a cambio de recortes en las cotizaciones sociales sería un paso más en la ortodoxia fiscal que abandera Luis de Guindos -el FMI y la OCDE han recomendado varias veces a España que tome esta medida-, aunque la precaria situación de la Seguridad Social, que acaba de encajar el primer déficit desde los años noventa, no lo pone fácil.
"La consolidación fiscal no nos sacará de la crisis", concluye Fernández-Villaverde. "La salida de la crisis será con reformas estructurales en profundidad, el Gobierno defiende que las va a hacer pero todavía no las hemos visto", afirma, en relación con la táctica y la estrategia de los populares. Por ahora, el nuevo Ejecutivo lo fía todo a la prima de riesgo, pero, en esa batalla, sus drásticos ajustes presupuestarios solo sirven para ganar influencia ante comunidades autónomas y la Unión Europea, los frentes decisivos.
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/Ano/nuevo/nuevo/ajuste/elpepueconeg/20120108elpneglse_2/Tes
TRIBUNA: GUILLERMO DE LA DEHESA
El impacto sobre el crecimiento
GUILLERMO DE LA DEHESA 08/01/2012
En general, la evidencia empírica muestra que los ajustes fiscales tienden a reducir la tasa de crecimiento haciendo que, a corto-medio plazo, la deuda en porcentaje del PIB tienda a aumentar, dando la impresión de ser contraproducentes. Sin embargo, a medio-largo plazo suelen reducir el peso de la deuda en porcentaje el PIB.
De no ser así, sería lógico aumentar la deuda en porcentaje del PIB para aumentar la tasa de crecimiento a corto plazo, lo que tiene poco sentido. En resumen, asumiendo que el ajuste fiscal y su impacto sobre el PIB son permanentes, la deuda en porcentaje del PIB deberá reducirse a largo plazo.
Sin embargo, es, además, necesario que los inversores comprendan este contrario doble efecto temporal y no reaccionen a corto aumentando las primas de riesgo y retrasando su efecto positivo a largo plazo. Para evitarlo, es necesario que, simultáneamente al ajuste fiscal, se inicien fuertes reformas estructurales que incrementen el crecimiento potencial a medio y a largo plazo. En estos casos, la reforma estructural más importante es la del propio sector público, para conseguir hacerlo más pequeño y más eficiente suministrando servicios equivalentes con menos recursos.
Por otro lado, va a ser casi imposible cumplir los objetivos de déficit en el conjunto de la zona euro del 4,4% y del 3% del PIB en 2012 y 2013, al haber estado basados en unas expectativas de crecimiento superiores al 2% en ambos años, cuando será ligeramente negativo en 2012 y quizá muy ligeramente positivo en 2013. La solución lógica es que dichos déficits sean medidos en términos estructurales (ajustados por el ciclo) o que sus objetivos se retrasen uno o dos años, ya que, de cumplirse a rajatabla, con crecimiento nulo o negativo, la recesión será insostenible socialmente.
Generalmente, los efectos de los ajustes fiscales varían dependiendo de varios factores: las condiciones macroeconómicas iniciales; la composición del ajuste; la reacción de la política monetaria; el tamaño del país y su nivel de apertura exterior, y la calidad de sus reglas fiscales, según se deduce de la amplia evidencia empírica de anteriores ajustes fiscales, analizada tanto por la literatura académica como recientemente por el FMI, que ha realizado un estudio sobre 173 ajustes fiscales en países desarrollados entre 1978 y 2009. Ambos sacan las siguientes conclusiones:
Primera. La probabilidad de realizar un ajuste fiscal público en un país aumenta conforme mayor es su nivel de desequilibrio fiscal, menor es su tasa de crecimiento y mayor es el tipo de interés que paga por sus bonos a largo plazo.
Segunda. El tamaño del ajuste fiscal depende básicamente del tipo de interés que paga por su deuda a largo plazo. Su duración y éxito dependen de que se haya introducido una regla fiscal estructural en su Constitución (u otra ley similar) y de que el ajuste se haya hecho sobre el gasto público y no con subidas de impuestos.
Tercera. Los ajustes fiscales siempre reducen el crecimiento a corto o medio plazo. Según el FMI, en promedio, por cada ajuste fiscal de un 1% del PIB, el PIB se reduce 0,6% dos años después. Si dicho ajuste se realiza exclusivamente reduciendo el gasto público corriente, su impacto negativo sobre el crecimiento se puede reducir hasta a la mitad, el 0,3% dos años después, siendo superior al 0,3% si solo se ajusta el gasto de inversión. Si, por el contrario, se lleva a cabo solo aumentando los impuestos, la caída del crecimiento puede llegar hasta el 1,4% dos años después, si se aumentan exclusivamente los impuestos indirectos, y algo menor si se aumentan solo los directos.
Cuarta. La respuesta compensatoria de la política monetaria al ajuste fiscal es fundamental para reducir su impacto negativo sobre el crecimiento. Si el ajuste fiscal solo afecta a los gastos, el banco central suele reaccionar bajando sus tipos de interés, reduciendo así su impacto sobre el crecimiento, porque los recortes de gastos son más persistentes, duraderos y de mayor credibilidad que las subidas de impuestos.
Si, por el contrario, se hace solo subiendo los impuestos indirectos que aumentan la inflación al consumo, el Banco Central reaccionará subiendo los tipos por temor a efectos de segunda ronda sobre los salarios, y caerá el crecimiento en mayor proporción. En países donde los tipos de interés de intervención son cero, como EE UU o Reino Unido, no es posible tal reducción, pero sí es posible todavía en la zona euro. Pero los bancos centrales también pueden usar medidas no convencionales (relajamiento cuantitativo) equivalentes a una bajada de tipos. Por el contrario, con tipos cercanos a cero es muy probable que los bancos centrales los suban ante un ajuste basado en un incremento de los impuestos indirectos.
Quinta. El éxito del ajuste fiscal depende del tamaño del país, de su apertura exterior y de su tipo de cambio. Los ajustes fiscales suelen ser tener un mayor impacto negativo sobre el crecimiento en países grandes y poco abiertos al exterior, como EE UU o la zona euro (si algún día llegase a ser una federación de Estados).
Asimismo, dichos ajustes suelen ser más perjudiciales para el crecimiento en países con tipos de cambio fijos, como es el caso de los 17 Estados miembros de la zona euro, al no poseer un tipo de cambio nominal que depreciar para exportar al resto del área (adonde dirigen la mayor parte de sus exportaciones), ni tampoco poseer un Banco Central que tenga la tasa de crecimiento como objetivo de su política monetaria. El FMI calcula que el impacto de un ajuste fiscal sobre el crecimiento puede llegar a ser tres veces superior en países con tipos de cambio fijos.
Por el contrario, su impacto negativo sobre el crecimiento es mucho menor en un país mediano o pequeño y con tipos de cambio flexibles, como Reino Unido, Suecia o Dinamarca, ya que la depreciación de sus tipos de cambio les permite aumentar su amplia capacidad exportadora y reducir sus elevadas importaciones, compensando así la mayor parte de su efecto negativo.
Sexta. El impacto del ajuste fiscal será menos negativo sobre el crecimiento si el país está creciendo por debajo de su potencial que si está creciendo por encima de su potencial y si sus tipos de interés de partida son elevados y su Banco Central puede todavía reducirlos.
Séptima. El tamaño, rapidez y duración del ajuste fiscal también influyen a la hora de obtener un superávit presupuestario primario, es decir, sin tener en cuenta el coste del servicio de deuda. Los ajustes fiscales tienden a ser menos efectivos para alcanzar un superávit primario conforme aumentan su tamaño y se alargan temporalmente, pero también tienden a ser menos efectivos cuando son excesivamente rápidos. Es decir, su efectividad temporal muestra una forma convexa.
La duración máxima del ajuste depende de las características de cada país, ya que sus ciudadanos tienden a aguantarlo menos tiempo en países con tipos de cambio fijos y más tiempo en países con baja inflación.
Finalmente, en algunos Estados miembros de la zona euro (ahora llamados "periféricos"), sus ajustes fiscales van a tener que ser necesariamente más sostenidos, a pesar de ser más negativos sobre su crecimiento, por combinar los peores factores iniciales posibles: desequilibrios fiscales elevados, altas primas de riesgo, tipos de cambio fijos, Banco Central exclusivamente centrado en la inflación y sin una unión fiscal que les pueda ayudar comprándoles su deuda temporalmente.
Los ajustes fiscales van a tener que ser más sostenidos en los países 'periféricos' del euro
De no ser así, sería lógico aumentar la deuda en porcentaje del PIB para aumentar la tasa de crecimiento a corto plazo, lo que tiene poco sentido. En resumen, asumiendo que el ajuste fiscal y su impacto sobre el PIB son permanentes, la deuda en porcentaje del PIB deberá reducirse a largo plazo.
Sin embargo, es, además, necesario que los inversores comprendan este contrario doble efecto temporal y no reaccionen a corto aumentando las primas de riesgo y retrasando su efecto positivo a largo plazo. Para evitarlo, es necesario que, simultáneamente al ajuste fiscal, se inicien fuertes reformas estructurales que incrementen el crecimiento potencial a medio y a largo plazo. En estos casos, la reforma estructural más importante es la del propio sector público, para conseguir hacerlo más pequeño y más eficiente suministrando servicios equivalentes con menos recursos.
Por otro lado, va a ser casi imposible cumplir los objetivos de déficit en el conjunto de la zona euro del 4,4% y del 3% del PIB en 2012 y 2013, al haber estado basados en unas expectativas de crecimiento superiores al 2% en ambos años, cuando será ligeramente negativo en 2012 y quizá muy ligeramente positivo en 2013. La solución lógica es que dichos déficits sean medidos en términos estructurales (ajustados por el ciclo) o que sus objetivos se retrasen uno o dos años, ya que, de cumplirse a rajatabla, con crecimiento nulo o negativo, la recesión será insostenible socialmente.
Generalmente, los efectos de los ajustes fiscales varían dependiendo de varios factores: las condiciones macroeconómicas iniciales; la composición del ajuste; la reacción de la política monetaria; el tamaño del país y su nivel de apertura exterior, y la calidad de sus reglas fiscales, según se deduce de la amplia evidencia empírica de anteriores ajustes fiscales, analizada tanto por la literatura académica como recientemente por el FMI, que ha realizado un estudio sobre 173 ajustes fiscales en países desarrollados entre 1978 y 2009. Ambos sacan las siguientes conclusiones:
Primera. La probabilidad de realizar un ajuste fiscal público en un país aumenta conforme mayor es su nivel de desequilibrio fiscal, menor es su tasa de crecimiento y mayor es el tipo de interés que paga por sus bonos a largo plazo.
Segunda. El tamaño del ajuste fiscal depende básicamente del tipo de interés que paga por su deuda a largo plazo. Su duración y éxito dependen de que se haya introducido una regla fiscal estructural en su Constitución (u otra ley similar) y de que el ajuste se haya hecho sobre el gasto público y no con subidas de impuestos.
Tercera. Los ajustes fiscales siempre reducen el crecimiento a corto o medio plazo. Según el FMI, en promedio, por cada ajuste fiscal de un 1% del PIB, el PIB se reduce 0,6% dos años después. Si dicho ajuste se realiza exclusivamente reduciendo el gasto público corriente, su impacto negativo sobre el crecimiento se puede reducir hasta a la mitad, el 0,3% dos años después, siendo superior al 0,3% si solo se ajusta el gasto de inversión. Si, por el contrario, se lleva a cabo solo aumentando los impuestos, la caída del crecimiento puede llegar hasta el 1,4% dos años después, si se aumentan exclusivamente los impuestos indirectos, y algo menor si se aumentan solo los directos.
Cuarta. La respuesta compensatoria de la política monetaria al ajuste fiscal es fundamental para reducir su impacto negativo sobre el crecimiento. Si el ajuste fiscal solo afecta a los gastos, el banco central suele reaccionar bajando sus tipos de interés, reduciendo así su impacto sobre el crecimiento, porque los recortes de gastos son más persistentes, duraderos y de mayor credibilidad que las subidas de impuestos.
Si, por el contrario, se hace solo subiendo los impuestos indirectos que aumentan la inflación al consumo, el Banco Central reaccionará subiendo los tipos por temor a efectos de segunda ronda sobre los salarios, y caerá el crecimiento en mayor proporción. En países donde los tipos de interés de intervención son cero, como EE UU o Reino Unido, no es posible tal reducción, pero sí es posible todavía en la zona euro. Pero los bancos centrales también pueden usar medidas no convencionales (relajamiento cuantitativo) equivalentes a una bajada de tipos. Por el contrario, con tipos cercanos a cero es muy probable que los bancos centrales los suban ante un ajuste basado en un incremento de los impuestos indirectos.
Quinta. El éxito del ajuste fiscal depende del tamaño del país, de su apertura exterior y de su tipo de cambio. Los ajustes fiscales suelen ser tener un mayor impacto negativo sobre el crecimiento en países grandes y poco abiertos al exterior, como EE UU o la zona euro (si algún día llegase a ser una federación de Estados).
Asimismo, dichos ajustes suelen ser más perjudiciales para el crecimiento en países con tipos de cambio fijos, como es el caso de los 17 Estados miembros de la zona euro, al no poseer un tipo de cambio nominal que depreciar para exportar al resto del área (adonde dirigen la mayor parte de sus exportaciones), ni tampoco poseer un Banco Central que tenga la tasa de crecimiento como objetivo de su política monetaria. El FMI calcula que el impacto de un ajuste fiscal sobre el crecimiento puede llegar a ser tres veces superior en países con tipos de cambio fijos.
Por el contrario, su impacto negativo sobre el crecimiento es mucho menor en un país mediano o pequeño y con tipos de cambio flexibles, como Reino Unido, Suecia o Dinamarca, ya que la depreciación de sus tipos de cambio les permite aumentar su amplia capacidad exportadora y reducir sus elevadas importaciones, compensando así la mayor parte de su efecto negativo.
Sexta. El impacto del ajuste fiscal será menos negativo sobre el crecimiento si el país está creciendo por debajo de su potencial que si está creciendo por encima de su potencial y si sus tipos de interés de partida son elevados y su Banco Central puede todavía reducirlos.
Séptima. El tamaño, rapidez y duración del ajuste fiscal también influyen a la hora de obtener un superávit presupuestario primario, es decir, sin tener en cuenta el coste del servicio de deuda. Los ajustes fiscales tienden a ser menos efectivos para alcanzar un superávit primario conforme aumentan su tamaño y se alargan temporalmente, pero también tienden a ser menos efectivos cuando son excesivamente rápidos. Es decir, su efectividad temporal muestra una forma convexa.
La duración máxima del ajuste depende de las características de cada país, ya que sus ciudadanos tienden a aguantarlo menos tiempo en países con tipos de cambio fijos y más tiempo en países con baja inflación.
Finalmente, en algunos Estados miembros de la zona euro (ahora llamados "periféricos"), sus ajustes fiscales van a tener que ser necesariamente más sostenidos, a pesar de ser más negativos sobre su crecimiento, por combinar los peores factores iniciales posibles: desequilibrios fiscales elevados, altas primas de riesgo, tipos de cambio fijos, Banco Central exclusivamente centrado en la inflación y sin una unión fiscal que les pueda ayudar comprándoles su deuda temporalmente.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/impacto/crecimiento/elpepueconeg/20120108elpneglse_3/Tes
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REPORTAJE: Las grandes crisis de la economía española
Lecciones de la recesión
Un grupo de historiadores vuelve al pasado para ayudar a entender los males de hoy
NEGOCIOS 08/01/2012
Cuando la bola de las hipotecas subprime empezó a rodar en EE UU, a mediados de 2007, muy pocos aventuraban que aquello fuese a ser mucho más que otro sobresalto financiero, una intensa, pero breve, corrección en los mercados bursátiles tras el estallido de una burbuja, como ocurrió con las empresas puntocom en el arranque del siglo. Era una visión generalizada, sobre todo en Europa, donde se limitaba el descalabro a la banca de inversión estadounidense. Año y medio después ya estaba claro que la crisis, por su impacto en la economía de los países avanzados, pasaría a la historia. Han discurrido más de cuatro años, y lo que se debate ahora es si la Gran Recesión, como aún se la conoce, no será un nombre de guerra demasiado amable, vistos los estragos ocasionados. Sobre todo, en Europa.
La rapidez con la que se asumió que esta crisis es un fenómeno histórico se tradujo, en España, en el brusco despertar de un sueño de prosperidad que había durado 15 años. Con los ojos de la Gran Recesión, aquella etapa apacible se revela como una época de excesos y desequilibrios, origen de muchos de los males actuales. Esa experiencia empuja a una revisión más amplia del pasado de la economía española, en busca de referencias que sirvan de guía en la comprensión de lo que ocurre hoy.
Y eso es lo que propuso a Negocios un grupo de historiadores económicos, coordinado por Enrique Llopis, catedrático de la Universidad Complutense. "Salvo excepciones, nos hemos prodigado poco en los medios de comunicación. Nos sentimos más cómodos en nuestros propios y estrechos circuitos, en congresos, seminarios, revistas científicas y libros para especialistas. La gravedad de los problemas que aquejan a España demanda que abandonemos ese relativo aislacionismo y que intentemos transmitir a un público más amplio los principales resultados de nuestras investigaciones sobre las grandes recesiones de la historia económica española en el último milenio", explica.
La colección de siete artículos que arranca hoy bucea hasta el final de la Edad Media para emerger en la Gran Recesión. En este apretado recorrido por grandes crisis económicas, los historiadores se adentran en el siglo XVII, en el funesto inicio del siglo XIX, en las réplicas de la Gran Depresión en la década de 1930, en la primera etapa del franquismo o en los años setenta del siglo pasado, donde confluyeron la crisis internacional del petróleo y los necesarios ajustes internos simbolizados en los Pactos de la Moncloa.
La amplitud del recorrido descarta, de partida, que este sea un ejercicio de comparación con los motivos y las consecuencias de la crisis actual. Para hacer aflorar el pasado más lejano, los historiadores se ven obligados a escudriñar partidas bautismales, diezmos o registros de aduanas. Nada parecido al enorme aparato estadístico, el maná de datos de todo tipo con el que se calibra el día a día de la Gran Recesión. Muchas crisis económicas se aceleraban por devastadoras guerras o epidemias calamitosas; otras se dilataban por décadas de estancamiento. Hasta bien entrado el siglo XX, la economía española dependía de un sector agrario, en buena parte, poco productivo. No hay comparación posible, tampoco, en los efectos de una recesión, que antes disparaba la mortandad y la hambruna. Algunos de los apelativos que recibieron las crisis analizadas -"la pequeña edad de hierro", "el largo siglo XVII", "los años del hambre"-, hablan por sí solos.
"La potencial aportación de las lecciones del pasado a la toma de decisiones en el presente no debe magnificarse, pero, tal vez, desvelar las claves de ciertos hitos históricos ayude a evitar o minimizar yerros y a incorporar al análisis de los asuntos candentes una perspectiva temporal más amplia", añade el catedrático Llopis, quien enfatiza que, en la serie de artículos, se presta "una especial atención al papel que los acontecimientos europeos e internacionales tuvieron en la gestación y superación" de las grandes crisis económicas españolas.
La explosiva combinación de choques externos con las fragilidades de la economía española es algo más que una coincidencia en este recorrido histórico. También es recurrente que los efectos del derroche por los que gestionan la Hacienda se hagan notar enseguida, o que la deuda pública se convierta en un termómetro habitual de la crisis, como desvela ya en la primera entrega de la serie el catedrático de la Universidad de Valencia Antoni Furió al tratar la crisis en la baja Edad Media. La débil productividad o los efectos de una distribución de la renta muy desequilibrada son también asuntos que emparentan tiempos tan dispares.
"Nuestra preocupación como ciudadanos impregna esta colección de artículos sobre los grandes desastres económicos de nuestro pasado remoto, y no tan remoto", acota Llopis. Durante las próximas semanas, los textos de los historiadores revelarán que incluso las recesiones más distantes dejan valiosas lecciones para arrojar luz sobre la Gran Recesión.
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/Lecciones/recesion/elpepueconeg/20120108elpneglse_4/Tes
- Una serie de siete artículos, que arranca hoy, bucea hasta la Edad Media
- El exceso de deuda, la desigualdad o los ajustes abundan en el relato
- Los desastres económicos disparaban hambre y mortandad
- "El pasado puede ayudar a evitar errores", dice el catedrático Llopis
La rapidez con la que se asumió que esta crisis es un fenómeno histórico se tradujo, en España, en el brusco despertar de un sueño de prosperidad que había durado 15 años. Con los ojos de la Gran Recesión, aquella etapa apacible se revela como una época de excesos y desequilibrios, origen de muchos de los males actuales. Esa experiencia empuja a una revisión más amplia del pasado de la economía española, en busca de referencias que sirvan de guía en la comprensión de lo que ocurre hoy.
Y eso es lo que propuso a Negocios un grupo de historiadores económicos, coordinado por Enrique Llopis, catedrático de la Universidad Complutense. "Salvo excepciones, nos hemos prodigado poco en los medios de comunicación. Nos sentimos más cómodos en nuestros propios y estrechos circuitos, en congresos, seminarios, revistas científicas y libros para especialistas. La gravedad de los problemas que aquejan a España demanda que abandonemos ese relativo aislacionismo y que intentemos transmitir a un público más amplio los principales resultados de nuestras investigaciones sobre las grandes recesiones de la historia económica española en el último milenio", explica.
La colección de siete artículos que arranca hoy bucea hasta el final de la Edad Media para emerger en la Gran Recesión. En este apretado recorrido por grandes crisis económicas, los historiadores se adentran en el siglo XVII, en el funesto inicio del siglo XIX, en las réplicas de la Gran Depresión en la década de 1930, en la primera etapa del franquismo o en los años setenta del siglo pasado, donde confluyeron la crisis internacional del petróleo y los necesarios ajustes internos simbolizados en los Pactos de la Moncloa.
La amplitud del recorrido descarta, de partida, que este sea un ejercicio de comparación con los motivos y las consecuencias de la crisis actual. Para hacer aflorar el pasado más lejano, los historiadores se ven obligados a escudriñar partidas bautismales, diezmos o registros de aduanas. Nada parecido al enorme aparato estadístico, el maná de datos de todo tipo con el que se calibra el día a día de la Gran Recesión. Muchas crisis económicas se aceleraban por devastadoras guerras o epidemias calamitosas; otras se dilataban por décadas de estancamiento. Hasta bien entrado el siglo XX, la economía española dependía de un sector agrario, en buena parte, poco productivo. No hay comparación posible, tampoco, en los efectos de una recesión, que antes disparaba la mortandad y la hambruna. Algunos de los apelativos que recibieron las crisis analizadas -"la pequeña edad de hierro", "el largo siglo XVII", "los años del hambre"-, hablan por sí solos.
"La potencial aportación de las lecciones del pasado a la toma de decisiones en el presente no debe magnificarse, pero, tal vez, desvelar las claves de ciertos hitos históricos ayude a evitar o minimizar yerros y a incorporar al análisis de los asuntos candentes una perspectiva temporal más amplia", añade el catedrático Llopis, quien enfatiza que, en la serie de artículos, se presta "una especial atención al papel que los acontecimientos europeos e internacionales tuvieron en la gestación y superación" de las grandes crisis económicas españolas.
La explosiva combinación de choques externos con las fragilidades de la economía española es algo más que una coincidencia en este recorrido histórico. También es recurrente que los efectos del derroche por los que gestionan la Hacienda se hagan notar enseguida, o que la deuda pública se convierta en un termómetro habitual de la crisis, como desvela ya en la primera entrega de la serie el catedrático de la Universidad de Valencia Antoni Furió al tratar la crisis en la baja Edad Media. La débil productividad o los efectos de una distribución de la renta muy desequilibrada son también asuntos que emparentan tiempos tan dispares.
"Nuestra preocupación como ciudadanos impregna esta colección de artículos sobre los grandes desastres económicos de nuestro pasado remoto, y no tan remoto", acota Llopis. Durante las próximas semanas, los textos de los historiadores revelarán que incluso las recesiones más distantes dejan valiosas lecciones para arrojar luz sobre la Gran Recesión.
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/Lecciones/recesion/elpepueconeg/20120108elpneglse_4/Tes
Según 'Der Spiegel'
El FMI pierde la fe en la capacidad de saneamiento de Grecia
Fuegos artificiales sobre el Partenón (Atenas), el pasado 1 de enero. | Efe
- Papademos urge a los griegos a un sacrificio mayor
- Ni los impuestos ni los ingresos por privatizaciones son suficientes
El informe interno del FMI al que ha tenido acceso el semanario alemán 'Der Spiegel' es, más que un jarro de agua fría, un baño de pesimismo. Este organismo duda seriamente que Grecia pueda evitar la restructuración radical de su deuda soberana y ve el país avocado a la quiebra.
Según la revista, el FMI no cree que Grecia pueda soportar la carga de la deuda de forma duradera con los planes de saneamiento actuales y a pesar del segundo paquete de rescate aprobado el pasado mes de octubre. Los escasos progresos en la recaudación de impuestos y los magros ingresos por las privatizaciones no son suficientes.
Los expertos de la troika, que el FMI integra junto con el Banco Central Europeo y la Comisión de la Unión Europea, se trasladarán de nuevo a Atenas a mediados de mes para supervisar los esfuerzos del Gobierno y ajustar los principales puntos del paquete de rescate a la deteriorada situación económica.
Pero en el citado documento interno, la institución financiera internacional opina que hay solamente tres opciones sobre la mesa: o se aumentan los recortes públicos, o los acreedores aceptan una quita mayor, o los Estados de la zona euro aumentan su contribución.
El FMI critica, además, que los avances de Atenas en la recaudación de impuestos y los ingresos de privatizaciones están por debajo de las expectativas, así como la falta de rapidez en las reformas. Grecia espera llegar a un acuerdo con los bancos y aseguradoras para una quita de deuda voluntaria en el transcurso de este mismo mes, según su Ministerio de Finanzas y después de que en octubre bancos y aseguradoras se avinieran a dar el visto bueno a una reducción del 50%, lo que se traduce en unos 100.000 millones de euros. Sin embargo, el FMI expresa dudas sobre si la dimensión de la quita será suficiente para salvar a Grecia. Tampoco está claro si todos los acreedores la aceptarán.
De acuerdo con el ministerio griego de Finanzas, la 'troika' es esperada para el 16 de este mes para un nuevo control de las finanzas y los esfuerzos de ajuste de Atenas. En juego está no solamente el próximo tramo del primer
paquete de ayuda a Grecia, sino el nuevo paquete de 130.000 millones de euros. Pero seguir entregando ayudas a Grecia no servirá de mucho, indica el informe, si el país no es capaz de reducir su endeudamiento hasta el año 2020 a solo el 120% del PIB, tal y como se ha comprometido. Y para ello sería necesario, según el economista Henning Klodt, del Instituto de Estudios Económicos Mundiales de Kiel, uno de los asesores del Gobierno federal alemán y consultado por esta revista, que se produzca en Grecia una recuperación económica de más del 10% el PIB, "algo que no ha conseguido ningún país industrializado en las últimas décadas", señala Klodt.
La Troika ha recomendado una fuerte reducción del salario mínimo por debajo de los 600 euros, petición que fue rechazada de plano por los sindicatos. Según un documento filtrado ayer por la emisora Sky, la zona euro envió una carta al Ministerio de Trabajo griego pidiéndole que ponga en marcha la medida mediante un decreto en caso de que los sindicatos y la patronal no lleguen a un acuerdo.
Con el pago de la seguridad social, el salario mínimo que los trabajadores perciben mensualmente araña los 600,79 euros, cifra que desciende a los 500 euros para aquellos empleados menores de 25 años. "Si el financiamiento de nuestros socios se detiene, el impacto será realmente trágico para los ingresos de los trabajadores y el desempleo subirá aún más", argumentó el primer ministro Papademos, que hizo este sábado un llamamiento para que los griegos se sacrifiquen más, para asegurar la pertenencia del país al bloque y evitar, de ese modo, que el país caiga en cesación de pagos.
Pero Atenas sigue contando con la baza de la salida del euro. "El acuerdo sobre el rescate debe ser firmado, de otra forma estaremos fuera de los mercados, fuera del euro", ha advertido el portavoz del Gobierno Pantelis Kapsis.
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/08/economia/1326010330.html
el dispreciau dice: el mesianismo político termina en la quiebra de la Europa medieval, fundida en recetas atemporales de un Fondo Monetario Internacional cada vez más soberbio, más ciego, más sordo, más necio, más incapaz ante la coyuntura fabricada por sus propios dueños, esos que se arrogan la capacidad de esclavizar a los otros, los pueblos, las sociedades... El mundo occidental, con la brújula rota, se está sumergiendo en la peor de sus soberbias, creer que el sacrificio de las gentes servirá para salvar las economías quebradas de empresas lavadoras. Es curioso ver cómo todos son víctimas del mismo sistema, del mismo modelo de estupidez humana, sostenido por las corporaciones vacías que pretenden vender sus productos a un mundo "sin trabajo" que ellos mismos transformaron en "descartable". Queda en evidencia que la "exclusión" como modelo económico no sirve para nada, así como las pobrezas, las marginaciones y las indigencias, tampoco. Mientras tanto, los medios periodísticos corporativos intentan vender imágenes salvadoras de los pocos, victimarios que han sido funcionales a la barbarie de reinos, virreinos, principados y hasta adelantados de una Europa tan medieval que ya atrasa de sí misma. Nunca antes la clase política fue tan obsecuente y tan pobre de contenidos... el conjunto produce vergüenza ajena, tanto como la que generan los organismos internacionales y sus aseveraciones, carentes del más mínimo sentido común. Las víctimas del genocidio económico de la Europa desunida y su Euro mentido ya es demasiado grande, superador de la barbarie de la Segunda Guerra Mundial y sus desatinos mesiánicos... y ahora se encamina a ser un gran campo de concentración de gentes despreciadas hasta el hartazgo por estados políticos ausentes, que sólo saben imponer cargas a los otros para salvar a los propios. Indudablemente, estamos asistiendo al fin de los tiempos de la estupidez humana esgrimida por aquellos que conducen la miseria humana... la clase política por excelencia, deudora de siglos. La indignación asolará el mundo, en breve. Suenan las guillotinas...y la Revolución Francesa asoma en el horizonte. Enero 08, 2012.-
Según la revista, el FMI no cree que Grecia pueda soportar la carga de la deuda de forma duradera con los planes de saneamiento actuales y a pesar del segundo paquete de rescate aprobado el pasado mes de octubre. Los escasos progresos en la recaudación de impuestos y los magros ingresos por las privatizaciones no son suficientes.
Los expertos de la troika, que el FMI integra junto con el Banco Central Europeo y la Comisión de la Unión Europea, se trasladarán de nuevo a Atenas a mediados de mes para supervisar los esfuerzos del Gobierno y ajustar los principales puntos del paquete de rescate a la deteriorada situación económica.
Pero en el citado documento interno, la institución financiera internacional opina que hay solamente tres opciones sobre la mesa: o se aumentan los recortes públicos, o los acreedores aceptan una quita mayor, o los Estados de la zona euro aumentan su contribución.
El FMI critica, además, que los avances de Atenas en la recaudación de impuestos y los ingresos de privatizaciones están por debajo de las expectativas, así como la falta de rapidez en las reformas. Grecia espera llegar a un acuerdo con los bancos y aseguradoras para una quita de deuda voluntaria en el transcurso de este mismo mes, según su Ministerio de Finanzas y después de que en octubre bancos y aseguradoras se avinieran a dar el visto bueno a una reducción del 50%, lo que se traduce en unos 100.000 millones de euros. Sin embargo, el FMI expresa dudas sobre si la dimensión de la quita será suficiente para salvar a Grecia. Tampoco está claro si todos los acreedores la aceptarán.
De acuerdo con el ministerio griego de Finanzas, la 'troika' es esperada para el 16 de este mes para un nuevo control de las finanzas y los esfuerzos de ajuste de Atenas. En juego está no solamente el próximo tramo del primer
paquete de ayuda a Grecia, sino el nuevo paquete de 130.000 millones de euros. Pero seguir entregando ayudas a Grecia no servirá de mucho, indica el informe, si el país no es capaz de reducir su endeudamiento hasta el año 2020 a solo el 120% del PIB, tal y como se ha comprometido. Y para ello sería necesario, según el economista Henning Klodt, del Instituto de Estudios Económicos Mundiales de Kiel, uno de los asesores del Gobierno federal alemán y consultado por esta revista, que se produzca en Grecia una recuperación económica de más del 10% el PIB, "algo que no ha conseguido ningún país industrializado en las últimas décadas", señala Klodt.
La Troika ha recomendado una fuerte reducción del salario mínimo por debajo de los 600 euros, petición que fue rechazada de plano por los sindicatos. Según un documento filtrado ayer por la emisora Sky, la zona euro envió una carta al Ministerio de Trabajo griego pidiéndole que ponga en marcha la medida mediante un decreto en caso de que los sindicatos y la patronal no lleguen a un acuerdo.
Con el pago de la seguridad social, el salario mínimo que los trabajadores perciben mensualmente araña los 600,79 euros, cifra que desciende a los 500 euros para aquellos empleados menores de 25 años. "Si el financiamiento de nuestros socios se detiene, el impacto será realmente trágico para los ingresos de los trabajadores y el desempleo subirá aún más", argumentó el primer ministro Papademos, que hizo este sábado un llamamiento para que los griegos se sacrifiquen más, para asegurar la pertenencia del país al bloque y evitar, de ese modo, que el país caiga en cesación de pagos.
Pero Atenas sigue contando con la baza de la salida del euro. "El acuerdo sobre el rescate debe ser firmado, de otra forma estaremos fuera de los mercados, fuera del euro", ha advertido el portavoz del Gobierno Pantelis Kapsis.
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/08/economia/1326010330.html
el dispreciau dice: el mesianismo político termina en la quiebra de la Europa medieval, fundida en recetas atemporales de un Fondo Monetario Internacional cada vez más soberbio, más ciego, más sordo, más necio, más incapaz ante la coyuntura fabricada por sus propios dueños, esos que se arrogan la capacidad de esclavizar a los otros, los pueblos, las sociedades... El mundo occidental, con la brújula rota, se está sumergiendo en la peor de sus soberbias, creer que el sacrificio de las gentes servirá para salvar las economías quebradas de empresas lavadoras. Es curioso ver cómo todos son víctimas del mismo sistema, del mismo modelo de estupidez humana, sostenido por las corporaciones vacías que pretenden vender sus productos a un mundo "sin trabajo" que ellos mismos transformaron en "descartable". Queda en evidencia que la "exclusión" como modelo económico no sirve para nada, así como las pobrezas, las marginaciones y las indigencias, tampoco. Mientras tanto, los medios periodísticos corporativos intentan vender imágenes salvadoras de los pocos, victimarios que han sido funcionales a la barbarie de reinos, virreinos, principados y hasta adelantados de una Europa tan medieval que ya atrasa de sí misma. Nunca antes la clase política fue tan obsecuente y tan pobre de contenidos... el conjunto produce vergüenza ajena, tanto como la que generan los organismos internacionales y sus aseveraciones, carentes del más mínimo sentido común. Las víctimas del genocidio económico de la Europa desunida y su Euro mentido ya es demasiado grande, superador de la barbarie de la Segunda Guerra Mundial y sus desatinos mesiánicos... y ahora se encamina a ser un gran campo de concentración de gentes despreciadas hasta el hartazgo por estados políticos ausentes, que sólo saben imponer cargas a los otros para salvar a los propios. Indudablemente, estamos asistiendo al fin de los tiempos de la estupidez humana esgrimida por aquellos que conducen la miseria humana... la clase política por excelencia, deudora de siglos. La indignación asolará el mundo, en breve. Suenan las guillotinas...y la Revolución Francesa asoma en el horizonte. Enero 08, 2012.-
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