¡Hola de nuevo, Victor Norberto (el dispreciau)!
¡Me alegra mucho encontrarte por aquí!
Al recibo de la presente, espero que estés estupendamente. Y muy en forma para el otoño incandescente que nos preparan nuestros (..... aquí el adjetivo que consideres adecuado) políticos.
Sinvergüenzas disfrazados de republicanos, corruptos ladrones agazapados tras discursos buenistas e inútiles dirigiendo todas las instituciones del Estado están empeñados en prepararnos una temporada ¿apocalíptica?
Y mientras ora ladran, ora rebuznan, yo la echo de menos.
Se diría que esta es una dinastía que recibe periódicamente un duro revés, y no siempre saldan la adversidad con éxito.
De momento es ella quien paga los platos rotos:
Pagando justos por pecadores, en ese intento de marcar distancias con el anterior Jefe del Estado, la Corona no ha contado con Doña Sofía para ningún acto oficial desde marzo.
Y la forma de que se visibilice bien cuál es el núcleo de la institución ha pasado también por evitar cualquier fotografía con Doña Sofía en Palma. (Reina Sofía: el 'castigo' a la madre del Rey que no beneficia a la corona)
A pesar de los ladridos y los rebuznos, la realidad es tozuda tozuda: los países más democráticos y desarrollados tienen monarquías. Los peores, repúblicas.
El Monarca no tiene que acomodar su discurso ni sus decisiones a las necesidades del partido, la primera de las cuales es ganar las elecciones y mantenerse en el poder, aunque sea perjudicando a la nación.
El partido del monarca es la nación misma, España. (Juan Eslava Galán: ¿Para qué sirve un rey?)
No es que la república sea perniciosa por sí misma. ¿O tal vez sí, a la vista de cómo votan seis millones de españoles?
(Mal pensados abstenerse: este es un bonito paisaje castellano en verano, con un montón de chuletas crudas.)
En una España otra vez republicana podría ser jefe del Estado Carmen Calvo.
O Irene Montero. O Monedero.
Incluso Pedro Sánchez podría aspirar a la presidencia de otra república española, ¡tiene tantas ganas!
Por qué no, si fueron presidentes republicanos Francisco Pi y Margall, tan alabado por el racista Sabino Arana y por la anarquista y a la vez ministra Federica Montseny (los Iglesias no son los primeros campeones de la incoherencia política en España).
Lo fue el ambicioso manipulador Niceto Alcalá-Zamora, que entregó la segunda república a la izquierda; y lo fue el cínico Manuel Azaña.
Así que para presidir otra república, ¿por qué sus varios millones de espectadores no iban a votar a Jorge Javier Vázquez?
Por el contrario, en las monarquías constitucionales...
El Rey sale de palacio –así llamamos a su chalet– después de una calamidad nacional y visita las regiones españolas para llevar la solidaridad de la nación a todos los rincones.
Esto va de sentimientos, no de cálculos. El político sea de derechas o de izquierdas no puede evitar acomodar cada gesto al hecho de que tiene un partido detrás que le exige ganar las próximas elecciones para que mantenga en sus cargos y carguillos a la clientela que lo aupó. (Juan Eslava Galán: ¿Para qué sirve un rey?)
Con la que está cayendo, no me extraña que el Rey y la Princesa de Asturias decidan salir a la calle vestidos de V.E.R.D.E.
Pero tampoco hay que preocuparse demasiado porque la opinión demoscópica indica que ladradores y rebuzneros lo tienen fatal:
A propósito de reyes y repúblicas, hace unos días leí un texto que me causó cierta inquietud, comparto contigo un fragmento:
España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo.
Si fueran extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados, tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la Nación son españoles.
Todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males.
Estas frases no se refieren a nuestros días: describen la situación de España en 1870.
Es el mensaje de abdicación de aquel rey tan raro y breve, Amadeo de Saboya, escrito el 11 de febrero de 1873 (aquí, el texto íntegro).
Siglo y medio después sigue sonando actual, ¿no te parece?
Al rey italiano le sucedió la primera república.
¿Quién quieres tú, Victor Norberto (el dispreciau), que suceda a Felipe VI?
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