La línea dura de Trump dificulta la negociación para reabrir la Administración de EE UU
El equipo del presidente lanza un vídeo en el que acusa a los demócratas de ser cómplices de los crímenes de los "inmigrantes ilegales". La oposición se mostró dispuesta a financiar el muro con México, pero Trump pidió más fondos
Washington
El líder republicano en el Congreso, Paul Ryan, en el centro. AP | QUALITY
La pelea continúa. Republicanos y demócratas negocian a contrarreloj revertir el cierre de la Administración federal. Tras la fracasada votación del viernes por la noche, ambas fuerzas buscan una vía para evitar que el apagón burocrático llegue al lunes. Las posibilidades de un acuerdo no son menores, pero el bloqueo es evidente. Ninguno de los partidos cedió este sábado un ápice. Y las diferencias son amplias.
Los republicanos siguen rechazando la principal exigencia demócrata: devolver la protección a los dreamers (los inmigrantes que entraron en EEUU siendo menores y que gozaban de cobertura legal por un programa de Obama). Por el contrario, fieles a las directrices marcadas por el presidente Donald Trump, no están dispuestos a validar ningún pacto sobre "inmigrantes ilegales" si no se restablece antes la financiación federal. Es eso o nada. Un juego binario en el que el presidente, a quien el cierre ha amargado el primer aniversario de su investidura, participó este sábado plenamente. “Los demócratas están utilizando a nuestros militares como rehenes para sus deseos de tener inmigración ilegal sin vigilancia. No podemos dejar que esto suceda”, afirmó Trump.
Para afianzar esta línea, el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, anunció que iba a convocar una votación a la una de la madrugada del lunes. La propuesta que presentará estará limpia de cualquier añadido. Contendrá solo una extensión de la financiación federal hasta el 8 de febrero. El objetivo es invertir la carga y hacer recaer la responsabilidad sobre los demócratas. Es decir, en caso de que voten en contra, mostrarles ante la opinión pública como los culpables de las oficinas cerradas.
“El pueblo americano no puede entender por qué los líderes demócratas creen que todo el Gobierno debe permanecer cerrado hasta que se acuerde lo que quieren en inmigración ilegal”, dijo McConnell. “Es un cierre innecesario, no hagamos pagar a los ciudadanos. En Washington hacemos cosas raras, pero esto es una completa locura”, remachó el líder en el Congreso, Paul Ryan.
Esta presión, que ha generado el hashtag #Schumershutdown, fue completada con una turbia jugada del equipo de campaña de Trump: un anuncio que vincula inmigración y criminalidad, y sostiene que los demócratas serán cómplices de los crímenes que cometan los indocumentados. El vídeo arranca con las imágenes de Luis Bracamontes, un sin papeles acusado del asesinato de dos policías y que ha conmocionado a la opinión pública americana por reírse en el juicio de sus crímenes. “El presidente está en lo cierto: levantemos el muro, deportemos a los criminales, frenemos la inmigración ilegal. Los demócratas que se interpongan serán cómplices de cada asesinato cometido por inmigrantes ilegales”, sentencia el anuncio.
El golpe va dirigido al corazón de los demócratas. Las elecciones intermedias (renovación de toda la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y 39 gubernaturas) se celebran en noviembre y cualquier mal paso puede afectarles. Aunque en los cinco comicios estatales celebrados en 2017 han ganado, las posibilidades de derrota no se han apagado. Diez reelecciones demócratas al Senado se celebran en territorios donde Trump venció a Hillary Clinton en las pasadas presidenciales.
EL COSTE DEL CIERRE
No es la primera vez que se cierra la Administración.El shutdown ya ocurrió en 1994, 1995, 2013 y con mucha más frecuencia en los años setenta y ochenta con los presidentes Jimmy Carter y Ronald Reagan. Tampoco supone su paralización completa. El cierre afecta a un 38% de empleados “no esenciales” y mantiene activos a aquellos destinados a tareas de seguridad, salud y defensa, así como la seguridad social.Pero el coste es inmenso y para los 16 días de paralización de 2013 ha llegado a cifrarse en 20.000 millones de dólares.
Los demócratas son conscientes de este peligro. Y han respondido con fuerza. Poseen la llave para la mayoría cualificada que requiere la prórroga, pero insisten en que ya es la cuarta vez en que se vota la extensión temporal de fondos de federales por la incapacidad del Gobierno de aprobar los presupuestos. Bajo este prisma, la responsabilidad del cierre es de los republicanos, que, a fin de cuentas, controlan la Casa Blanca y las dos Cámaras.
La salida a este bloqueo será compleja. La negociación ha rozado por momento la vía muerta y las exigencias de Trump son aún muy altas. Un ejemplo de ello lo da una de sus reclamaciones prioritarias: financiar el muro con México a cambio de restablecer la protección a los dreamers. La petición intentó ser satisfecha en la fracasada negociación del viernes por el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer. Es una anatema para los progresistas, pero como explicó Schumer, lo ofreció para salvar a los 700.000 dreamers sobre los que pende la amenaza de deportación. La propuesta no prosperó porque Trump insistió en exigir 18.000 millones de dólares para la obra, una cantidad que los demócratas consideraron exorbitante.
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