lunes, 14 de abril de 2014

VIRAJE ► El experimento del siglo | Opinión | EL PAÍS

El experimento del siglo | Opinión | EL PAÍS



LA CUARTA PÁGINA

El experimento del siglo

El politburó ha dejado claro que las reformas políticas chinas se van a hacer bajo el control de Partido Comunista. La pregunta es si el país superará los retos cada vez más difíciles de la modernización continua





RAQUEL MARÍN


Hace dos semanas, cuando los europeos, ansiosos por aumentar sus exportaciones, agasajaron al presidente Xi Jinping durante su recorrido imperial a través del continente, ¿cuántos eran conscientes de lo extraordinario que es el experimento político que está encabezando en su propio país? Xi, para decirlo en pocas palabras, está intentando convertir China en una economía avanzada y una potencia tridimensional, aprovechando las energías del capitalismo, el patriotismo y las tradiciones chinas, pero todo ello bajo el control de un Estado que sigue siendo fundamentalmente leninista. Porque puede que sea un emperador chino, pero también es un emperador leninista. Es el experimento político más sorprendente e importante que se desarrolla en el mundo. En el siglo XX nadie lo predijo. Y en el siglo XXI su éxito o su fracaso tendrá consecuencias para todos.
En 1989, mientras el comunismo temblaba en Varsovia, Berlín, Moscú y Pekín, ¿quién podía prever que 25 años después nos dedicaríamos a estudiar con fervor de neosovietólogos los 60 puntos de la Decisión del Tercer Plenario del 18º Congreso del Partido con el fin de entender las propuestas que hace la dirección para seguir impulsando la economía china sin perder el control político del país? Después del trauma del caso Bo Xilal, Xi ha actuado con decisión para fortalecer el poder centralizado del partido y el suyo propio. Además de asumir el mando supremo tradicional del Ejército, el Estado y el partido con más rapidez que sus predecesores, ha creado al menos otros cuatro comités centralizados o “pequeños grupos directivos”, dedicados a la reforma económica, la seguridad del Estado, la reforma militar y, dato significativo, Internet. “¡Más que Mao!”, exclama un reformista del Partido decepcionado.
Se cree que su campaña contra la corrupción está a punto de acabar con un antiguo responsable del aparato de seguridad del Estado y miembro de la máxima dirección del partido, Zhou Yongkang. Como dice la alegórica propaganda oficial, deben derrotar a los tigres además de las moscas. Por un lado, se puede considerar una prueba de seriedad en la lucha contra la corrupción tan extendida en las más altas instancias del Estado-Partido. Pero también puede ser una más de las maniobras tradicionales de un nuevo líder que intenta asegurarse el poder sobre las distintas facciones, reales o imaginarias, del partido. Es una purificación, pero también una purga. Y, entre tanto, se borran las cuentas de los blogueros más críticos, se encarcela a los disidentes y se imponen estrictas medidas de seguridad en las provincias descontentas.


En China hay ostentación consumista, pero también orgullo nacional y un optimismo histórico



¡Sí —dirán ustedes—, pero el Pekín de 2014 está a años luz del Moscú de 1974, para no hablar de 1934! Tienen razón, por supuesto. Junto a cada resto del pasado hay un fragmento de futuro. En Pekín y Shanghái es posible pasear por deslumbrantes centros comerciales y reunirse con gente inteligente y refinada, hombres de negocios, periodistas, investigadores y pensadores, que hablan con libertad prácticamente sobre cualquier cosa. Los ejecutivos y los millonarios de Internet dominan la jerga californiana. Los grandes empresarios buscan en la historia antigua de China, el confucianismo y el budismo un significado posmaterialista. Hay ostentación consumista, fiebre por la moda y cosmopolitismo, pero también orgullo nacional y un sentimiento de optimismo histórico. Los estudiantes más destacados y ambiciosos se apresuran a afiliarse al Partido Comunista, no por convicción igualitaria, sino por una mezcla de aspiraciones personales y patriotismo. “¿Qué tiene este país de comunista?”, pregunto a uno de esos jóvenes. “Que el Partido Comunista es el que gobierna”, contesta. Y le parece una respuesta más que suficiente.
Ese mismo partido reconoce que necesita más intervención de las fuerzas del mercado y ha anunciado que va a acabar con la burocracia que coarta a las pequeñas y medianas empresas, aunque los periodistas chinos que siguen el sector siguen dudando que puedan competir con las empresas bien conectadas y de propiedad estatal, que continúan siendo dominantes. Li Keqiang, el competente primer ministro del Estado-Partido, comprende bien los temibles retos económicos identificados por los expertos, tanto chinos como extranjeros: una deuda cada vez mayor, una burbuja inmobiliaria y una demanda demasiado escasa del consumo interno.
No digo que no haya nada nuevo bajo el sol (cuando se consigue ver a través de la contaminación). Al contrario, existe un cóctel burbujeante de cosas nuevas y viejas. Lo que quiero decir es que no debemos perder de vista lo viejo en medio de lo nuevo ni pensar que el lenguaje de politburó del Tercer Plenario es una mera formalidad. En todas partes, ya sea en la fábrica, el periódico, el campo o la universidad, el secretario local del partido sigue teniendo una voz decisiva. Existen comités y células del Partido Comunista en todas las empresas privadas, incluso las de propiedad extranjera. En muchos casos, de manera oficial, aunque en otros es probable que no. (Por ejemplo, sería interesante conocer al hombre del partido en la oficina de la edición china del Financial Times. Quizá podrían organizar uno de sus almuerzos con él...).
El partido apuesta por las fuerzas del mercado y reducirá la burocracia que coarta a las pymes



A medida que Xi y sus colegas del comité permanente del politburó consolidan su poder y fijan su rumbo, está cada vez más claro que la “amplia profundización” de las reformas se va a hacer bajo el férreo control del partido. Hace ya años que muchos amigos míos chinos y extranjeros, tanto miembros del partido como críticos destacados, buscan la forma de evolucionar hacia una mayor separación entre Estado y partido, un Estado de derecho más auténtico (en vez del mero legalismo de gobernar mediante normas), más margen de maniobra para las ONG y un debate público más abierto. En el paquete actual de reformas queda algún reflejo de aquellas esperanzas: por ejemplo, los tribunales tendrán que responder ante una autoridad superior del Estado-Partido, en lugar de que los controlen los personajes y organismos de su propia categoría, a los que deberían vigilar y supervisar. Pero no mucho más. En una directiva del partido que lleva el nombre maravillosamente orwelliano de Documento Número 9, se enumeran siete ideas supuestamente subversivas que cualquier buen camarada no debe tolerar. Entre ellas están la democracia constitucional, los valores universales y la sociedad civil.
Dado que los próximos años van a ser cruciales para la economía china, ha llegado el momento de plantearse muy en serio la cuestión. Ya no se trata de preguntar si la reforma política gradual, la transparencia creciente, los equilibrios de tipo constitucional, la libertad de expresión y el dinamismo de la sociedad civil pueden emplearse para complementar y reforzar las reformas económicas. La pregunta ahora es: ¿puede un Estado-Partido que ha sabido aprovechar como nadie las energías del capitalismo, el patriotismo y las antiguas tradiciones chinas superar los retos, cada vez más difíciles, de la modernización continua?
¿Y la respuesta es...? Con pocas horas de diferencia, he hablado con dos de los corresponsales extranjeros más veteranos en China, dos personas muy bien informadas. Su diagnóstico del problema fue casi idéntico, pero sus predicciones increíblemente distintas. Uno cree que el partido puede conservar las riendas si sabe gestionar con habilidad un desarrollo dirigido por el Estado. El otro prevé una crisis económica, revueltas sociales y agitación política. En resumen, nadie tiene ni idea. Pero por lo menos debemos tener clara la pregunta.
Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde en la actualidad dirige el proyecto www.freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su último libro es Los hechos son subversivos: escritos políticos para una década sin nombre.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia


el dispreciau dice: el mundo se ha puesto demasiado complejo, atravesado podría decirse, mientras el imperio se derruye bajo los falsos preceptos de la unión medieval, el resto del planeta humano circula a los golpes de economías quebradas, sociedades humanas hartas de ser perseguidas, ecologías en telas de juicios, depredaciones mineras por doquier, destrucción sistemática de cualquier cosa que produzca dineros, y nada encaja con nada, a pesar de los discursos que recitan, una y otra vez, que todo está bien y que estará aún mejor, dando lugar a una lectura de entrelíneas que indica que todo está mal e irá para peor, a pesar de los discursos, a pesar de los políticos y a pesar de las corporaciones... 

una vez más CHINA... aparece en el horizonte... golpe de timón, fundamentalismos, comunismos, empecinamientos políticos, y un mundo que rueda como un trompo, ya sin eje cierto...

CHINA reconoce a través de sus cerebros que el mundo no está bien y pinta para peor, pero sí hay algo que sabe y reconoce con precisión, los espacios dejados por las negligencias ajenas, o por las impericias ajenas, o por las miopías ajenas, hay que ocuparlos a como se de... y eso viene haciendo desde hace unos cuantos años, olvidando y/u omitiendo las discordancias que hay con este occidente conducido por dementes... 

esa misma CHINA, dejó entrar el capitalismo necesario para saltar hacia un distinto mañana, y ahora ocupa un lugar en los modelos corporativos que opera al modo de una invasión del pensamiento... sólo que las corporaciones occidentales no están, ni nunca lo estuvieron, capacitadas para pensar como lo hacen los chinos... cuyas proyecciones tienen que ver con las actualidades, con las circunstancias, pero también proyectándose hacia el siglo siguiente, algo que salvo ALEMANIA, nadie entiende en el resto de occidente, siempre atrapado en apuros comunes a las recetas sesgadas del Fondo Monetario Internacional que insiste con una realidad que no existe más, en ninguna parte, y que suelen comprar los idiotas de la función pública, siempre envueltos en apuros crediticios...

claro está... la diferencia entre CHINA proyectada 100 años hacia adelante, y ALEMANIA en una proyección similar difiere en esencia en los focos... ALEMANIA parte siempre de las premisas de las ciencias, mientras que CHINA hace lo propio focalizando en los oportunismos y los utilitarios que dominan a la civilización actual... como sea, hoy por hoy, ven cosas que el resto del mundo se pierde... porque las urgencias envuelven al planeta humano acostumbrado a creer que esta economía es buena... cosa que hará hasta que el imperio caiga...

CHINA, al modo de un barco gigantesco, está pegando un viraje de timón monumental... y seguramente, de ello dependerá mucho de la economía que viene para el planeta humano... y aún asumiendo que CHINA es muy heterogéna, puede vislumbrarse que la decisión estratégica de estas horas pasa exclusivamente por ocupar los agujeros negros y blancos que le han puesto a disposición las cegueras y las sorderas de este occidente repleto de dementes en uso y abuso del poder, carente de estadismos, e incapaz de entender la necesidad del futuro como eje de la evolución social humana...

en dicho concierto, CHINA no es un modelo idealizable... antes bien debe llevarse en un día a día... pero insisto con que en occidente no hay capacidades para interpretar y traducir el pensamiento chino a cien años, algo que de este lado del mundo parece una utopía afin al cúmulo de incertidumbres que dominan cualquier paisaje... sí está claro que CHINA ha decidido ocupar el mundo humano, y lo está haciendo con relativo éxito... una vez más, ocupando huecos comunes a las zonas liberadas que dominan los descriterios políticos de las corrupciones occidentales, muy atrasadas respecto de las corrupciones partidarias chinas...

este viraje promete una invasión silenciosa y no tanto, que está cursando en este mismo momento...

una cosa me queda claro, aquello que veía durante mi paso por CHINA en los fines de los ochenta y los comienzos de los noventa, se está traduciendo a hechos... y la otra cosa que me queda claro, es que occidente imperial y medieval no está preparado para comprender el pensamiento chino... lo cual augura una colisión... y en fuerzas, CHINA tiene con qué arrasar el occidente (aunque a decir verdad eso no le interesa), mientras que occidente no tiene con qué competir con la CHINA "dispuesta" a lo que sea... ABRIL 14, 2014.-


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